En vísperas del regreso a clases, alrededor de 25 millones de niños pronto terminaran sus descansos vacacionales y así dar paso al ciclo escolar 2018-2019, para lo cual, expertos de la UNAM recomiendan que para el regreso a clases no sea un martirio es recomendable que tres horas antes de dormir estén alejados de dispositivos electrónicos como celulares, tablets o videojuegos para que puedan conciliar el sueño.
Rafael Santana Miranda, responsable médico de la Clínica de Trastornos del Sueño de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, en el Hospital General de México, indicó que “las vacaciones son un periodo especial y necesario. Todos hemos escuchado decir: ‘su hijo creció en estas vacaciones’, y es verdad porque duermen más, no se tienen que levantar temprano y entonces la hormona de crecimiento se libera”.
Por ello, Santana Miranda hizo un llamado a respetar el sueño de los niños: no es malo que duerman más tiempo en vacaciones, posteriormente se adaptarán de nuevo al horario escolar. “Es una manifestación de su organismo, estamos equivocados al exigirles que vayan contra su naturaleza”.
El universitario recomendó vigilar que los niños se acuesten temprano, porque no hay medicamento o terapia que logre los efectos que tieneel dormir. “Se relaciona con el sistema inmunológico, cómo se comportan las defensas, con cosas tan específicas como el control de los vasos sanguíneos en el cerebro; es indispensable para el funcionamiento del organismo”.
Robarnos sueño es robarnos calidad de vida y salud. No dormir es la base de trastornos metabólicos, cardiovasculares, de bajo rendimiento y falta de crecimiento; incluso, incide a la postre en el abuso de sustancias. Es un fenómeno que requiere atención y necesita políticas públicas de salud, educación y laborales.
“Se debe hablar de nuevo de jornadas de trabajo de ocho horas para tener tiempo de atender a la familia, tener horas de esparcimiento y hacer ejercicio”, resaltó.
Además, prosiguió, tener el primer lugar global en obesidad infantil tiene que ver directamente con falta de sueño: cuando se duerme poco y mal se activa el área del apetito en el cerebro, con predilección por los carbohidratos.
En edad escolar, la restricción de sueño puede incrementar parasomnias como sonambulismo, terrores nocturnos, despertares confusos y pesadillas. Aunque son hasta cierto punto “normales”, no deben ser recurrentes, y si lo son, deben ser atendidas a fin de descartar un foco epileptógeno (epilepsia).
Los adolescentes, indicó, suelen tener su ciclo circadiano trastornado, es decir, tienen fase retrasada de sueño porque se acuestan muy tarde, a veces en la madrugada, y se roban horas de descanso por estar atentos al celular.
El sueño es un fenómeno neurológico complejo. Hay cambios en función de la edad y necesidades diferentes; por ejemplo, los recién nacidos duermen entre 16 y 18 horas; los niños en edad escolar (entre seis y 12 años) deben dormir 10 horas; los adolescentes, nueve; y los adultos ocho horas.
No obstante, aclaró, hay variaciones genéticas, por lo que “no se debe considerar que una persona es más floja sólo porque requiere dormir más”.
Con información de DGCS UNAM