Columna: El Meollo del Asunto.

Por: Daniel Valles

•        La compañía más querida de México ha sido “tocada” por la corrupción. Peor aún. Ha sido evidenciada en el mundo.

A raíz de un video que circuló en redes sociales donde un vendedor es sorprendido y grabado “echándose” pastelitos al interior de su chamarra, la reputación de una empresa líder en el mercado de alimentos se ha manchado.

El empleado, cuyo nombre es lo de menos, fue despedido y turnado a las autoridades. Pero el mal había tocado ya a Bimbo. El daño estaba hecho.

La corrupción es como el excremento. Una vez que toca algo lo contamina. Cuando le cae al agua, ésta ya no se puede tomar.

Sabemos lo que ocasiona el alimento contaminado al ser ingerido por el ser humano. Tifoidea, diarrea, infecciones de toda clase brotan en el cuerpo que se ha contaminado. Ahora está corrompido.

La corrupción ocasiona al alma, el mismo daño que el excremento al cuerpo. Solo que no se ve de igual manera.

El daño al alma es mayor. Aunque invisible. No así sus efectos.

La persona corrupta al ser descubierta sufrirá las consecuencias. En el mejor de los casos, solo el despido del trabajo o la expulsión de la persona corrupta. Pero los efectos son múltiples y variados.

Cárcel, escarnio. Golpes. “buling”. Separación. Reparación del daño. Tener que pedir perdón. Eso y más.

Hay casos en que al corrupto le cuesta la vida. Hay cientos de formas de corrupción. Igualmente de consecuencias.

La palabra misma lo indica. Corrupción viene del latín: “rumpere”. Que denota destruir, romper, degenerar, violar, robar, mentir, pervertir y cosas similares.

Se forma de tres palabras: “Co”, prefijo que denota; “dos”. El verbo “rumpere”, descrito arriba. El sufijo; “tio”, que habla de la acción y efecto.

Así “corrupción” es la acción y efecto de dos que rompen, quiebran, violan, roban pastelitos, degeneran, destruyen, pervierten algo o a alguien.

Transparencia Internacional afirma que la corrupción es: “el abuso del poder otorgado a alguien para beneficio propio. Daña y perjudica el bienestar y felicidad de terceros que dependen directamente de quien abusa de ese poder”.

El repartido de Bimbo hizo exactamente eso. Abusó del “poder” que tanto la distribuidora como el dueño de la tienda le concedieron. El video mostrado en redes sociales hace notar la forma en que realizaba el hecho corrupto.

Abusaba de la confianza del tendero al acomodar la entrega. Se metía a la chamarra algunas bolsas de los panecillos que pretendía entregar. Mentía, engañaba.

¿Cuánto podría haber sido? Eso no es lo importante. Sino el hecho mismo. Quien engaña a un tendero, engaña a cualquiera. ¿Cuántos tenderos serían engañados? ¿Y a la distribuidora?

Seguro también la engañaba. Seguro tenía a quién venderle el producto. Pues no sería para su consumo personal.

Perder el trabajo, ir a la cárcel. Dañar a la familia. Que a sus hijos les señalen de ser hijos del ladrón de la Bimbo. ¡Wow! Por unos pastelillos.

El Director General para México de la empresa, el señor Miguel Ángel Espinoza, salió inmediatamente a señalar que el empleado habría sido despedido y turnado a las autoridades. “Subió” un video a la red social “Fiesbuk” explicando lo realizado por la empresa en un intento por frenar el daño. El avance de la contaminación.

Qué pena para este señor. Salir y dar la cara a nombre de una organización que vende millones de panes en el mundo. Que es un buen ejemplo de buenas prácticas, pues es una empresa socialmente responsable que ha mantenido su prestigio por 70 años. Mismos que “se han ido por el caño”.

Bimbo se caracteriza por eso. Por sus altos valores. Los que de seguro son respetados por la gran mayoría de sus empleados y funcionarios. Pero bastó uno solo empleado y un hecho aislado para contaminar toda la empresa

Los “memes” y las burlas no se detienen en redes sociales. Esta acción corrupta de un empleado les costará millones de pesos. Seguro que los directivos tomarán el asunto y tratarán de aminorarlo. Lo superarán. Pero habrán de hacer lo mismo que se hace cuando un pozo se contamina con caca.

Así es la maldita corrupción. Pudre y contamina todo lo que toca. La gente no lo nota de inmediato. Pero se van degenerando hasta el cinismo mayúsculo.

La persona corrupta despide un aroma intolerable. El que todos notan, menos la persona que lo porta.

La corrupción en un mal endémico, sistémico. El que se debe cortar como se corta un miembro del cuerpo gangrenado. Como con el cáncer. Sin misericordia alguna.

Salen más videos.

Como si hubieran estado esperando a que un caso de corrupción entre los vendedores de Bimbo se diera a conocer, han aparecido una media decena de nuevos videos donde, vendedores llevan a cabo la misma operación. Al entregar el producto, echan entre sus ropas panecillos de diferentes tamaños. Es como si estuvieran entrenados para ello.

¿Cuánto llevas ahí? Le preguntaron a uno que sorprendieron. “Dos paquetes”, contestó apenado el joven vendedor.

Uno de 20 pesos y otro de 15 pesos, para un gran total de 35 pesos.

Por esa miseria fue evidenciado. Seguro no es todo lo que se habría robado ese día. Pues la ganancia está en la multiplicación. Como en todo negocio. En el volumen está la ganancia. Un paquete aquí, tres allá. Al final del mes, buen puede ser un camión entero.

Bimbo tiene ahora un problema grave. “Apesta”.

La corrupción le ha tocado y lo ha contaminado. Seguro que van a emplear sus recursos y sus mercadólogos, para “limpiar la imagen”. Para que el “pozo” quede limpio y la gente se atreva a beber agua de nueva cuenta. Pero requieren más que eso. Y podemos ayudar.

Así es la maldita corrupción con todo lo que toca. Todo contamina y lo pudre. Como ha hecho con Bimbo. Y ese es, El Meollo del Asunto.

Twitter; @elmeoyodlasunto

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