Un viejo chiste, contado por cubanos, revelaba el secreto por el cual Fidel Castro era tan popular en Cuba: sus huestes se infiltraban en alguna manifestación multitudinaria y gritaban “¿quién nos quita la comida?”, la gente respondía “¡Fidel, Fidel!” ¿Quién nos da garrote? “¡Fidel, Fidel!”
Anoche murió una de las figuras centrales del siglo XX, el que por más de medio siglo dividió pensamientos, separó familias e incluso quedó como héroe icónico de la izquierda, que difícilmente conoció la práctica del verdadero socialismo a la cubana. Castro fue el jamón del sándwich que la Guerra Fría preparó para que alguien lo engullera a su antojo e hizo de Cuba un ejemplo para muchos otros países, sobre todo en el continente americano. El día y la noche.
Detractores y admiradores lanzarán sus propios dichos, algunos con conocimiento de causa mientras que otros guiados nada más por la pasión, sentenciarán con pocos argumentos. Es cierto que el líder derrocó a una oligarquía con su revolución, pero empoderó a otra que nada tenía que ver con el proletario a quien tanto se ensalza en ese viejo discurso. Si algo podía presumir el dictador fue que enterró a todos, amigos y enemigos. Al final se quedó solo.
Su legado siempre será polémico, siempre presumió: “el imperio nunca nos venció, ni siquiera nos verá de rodillas”, aunque su gente se quedara sin comida y miles salieran de la isla en balsas mientras que otros tantos no lo lograron y decenas más murieron en la vieja cárcel de El Morro. ¿Habrá servido el sacrificio?
El mundo cambió y las ideas se renuevan. Queda claro que quienes siguen su ejemplo también se quedan solos y a la postre desaparecerán con todo e ideales, como Nicolás Maduro y Evo Morales, quienes en su presuntuoso afán de imponer una vieja doctrina sacrifican a su pueblo. Dentro de todo, Fidel Castro fue congruente, ante lo que se ve venir cedió el poder a su hermano, sin que mediara esa democracia que un día exigió; total, ya no tenía mucho qué hacer más que esperar el fiel llamado del destino. Socialismo o muerte.
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