Jueves, 25 Abril 2024
Lunes, 22 Agosto 2016 15:43

Disciplina en la Familia.

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Disciplinar a los hijos no es sinónimo de castigo, sino de instruirles, de enseñarles, de corregirles. Cuando papá o mamá disciplinan a sus hijas están enseñando e instruyendo. La manera en que lo hagan es muy importante. Cosechará lo que siembren en sus hijos e hijas.

Cuando el padre o la madre disciplinan en la forma apropiada, la confianza y la seguridad de sus hijos e hijas se fortalecen. La disciplina consiste en mostrarles una forma amplia cómo disciplinarse a sí mismos. En el grado que aprendan, no necesitarán que los discipline alguien más. Se autogobernarán.

“Quien no corrige a sus hijos no les quiere. Quien les ama les corrige”.

Hoy amable lector  o lectora, le escribo de corrección y no de castigo. Hay gran diferencia. Cuando se corrige ha de ser con un propósito correctivo. Y se les corrige sólo cuando lo requieran. Lo que significa que la disciplina debe ser motivada por un esfuerzo para ayudarles a hacer el bien, más que castigarlos por hacer el mal.

La motivación de las acciones de los padres es decisiva. Mientras estén enojados nunca debe de corregir a los hijos. Ya que el problema no está en los hijos. Sino en los padres. Se debe corregir para que regresen al camino recto.

En contraste, el castigo nace siempre de una reacción. El castigo es aplicado pensando primero en ustedes. La corrección es creativa y se aplica teniéndoles a ellos en cuenta. Cuando los padres castigamos, hemos perdido toda posibilidad de comunicar disciplina y corrección. Cuando corregimos representamos al amor. Cuando castigamos, estorbamos la disciplina; cuando corregimos la favorecemos.

El objetivo de la corrección en los hijos no es el castigo. Se corrige para que actúen correctamente. Para evitar la rebeldía. Corríjanles sin exasperarles. Edúquenles con disciplina e instrúyanlos en el amor.

El objetivo de la disciplina no es causar dolor sino darle fin al egoísmo. Hay que corregir sin amargura para poder conseguir el fruto que se espera en los hijos, en las hijas.

La ira despierta ira, la amargura engendra amargura. La disciplina debe ser en justicia y debe estar dirigida contra la actitud del niño o la niña que abierta o encubiertamente se levanta contra la autoridad del hogar. Autoridad que papá y mamá tienen. La que hay que administrar con responsabilidad. ¿Cómo? Siendo justos e igualitarios.

Entre el padre y madre ha de existir una gran cooperación en la educación de sus hijos. Presentar la misma opinión. Si el padre menosprecia a su esposa enfrente de los hijos, ellos también lo harán. Hemos de evitarlo. Dialogar en privado sus diferencias. Promover el perdón. Paso importante a dar para poder comprender el propósito y efecto de la disciplina.

Así, perdón, reconciliación y ejemplo, son los ingredientes para poder disciplinar y educar correctamente a nuestros hijos e hijas en la familia. Y eso es, El Meollo del Asunto.

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Imagen de: Trome

Daniel Valles

Periodista @ELMEOYODLASUNTO

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