Para aquellos estadounidenses y los que no lo son que pensaron que el Presidente Electo de Estados Unidos, Donald Trump, no iba a cumplir sus promesas de campaña, ayer confirmó que serán entre dos y tres millones de indocumentados los deportados de la Unión Americana y el muro fronterizo se construirá, aunque en algunos tramos solo será una barda.
En la primera entrevista que concede como futuro Presidente, Trump eligió al programa 60 Minutos de la cadena CBS y prometió la deportación masiva inmediata, apenas tome posesión el 20 de enero, de aquellos inmigrantes con récord criminal. “Lo que vamos a hacer es atrapar a gente que son criminales y tienen récords criminales, miembros de pandillas, traficantes de drogas, de los que hay muchos, probablemente 2 millones, o podrían ser hasta 3 millones”, dijo a la televisión estadunidense.
“Vamos a sacar de este país o los vamos a encarcelar. Pero los vamos a sacar del país. Ellos están aquí ilegalmente”.
La cifra es muy cercana al total de deportados por la administración del Presidente Barack Obama en 8 años de gobierno -si se incluyen los detenidos en la frontera-, la táctica de Trump es hacerlo en un periodo más rápido y concentrarse en los indocumentados que viven en el país. Para el gobierno de Barack Obama, los indocumentados con antecedentes criminales son la primera causa de deportación y en ella se incluyen a los reincidentes en el cruce ilegal tras una deportación e incluso toma en cuenta a los sentenciados por manejar bajo influjo del alcohol.
En septiembre pasado el candidato Trump comentó entre las medidas principales de su plan migratorio que “la única opción para todos los indocumentados sin antecedentes será salir de Estados Unidos y realizar el proceso legal estipulado, que ahora será más exigente”.
El corresponsal de la BBC en Washington, Anthony Zurcher, señaló que si bien Trump afirmó que ese primer grupo de deportados estará integrado por criminales, “para alcanzar una cantidad tan elevada será necesario o bien abarcar a las personas con antecedentes por infracciones menores o deportar a los extranjeros con residencia legal con antecedentes penales”.
Donald Trump agregó que luego de que la frontera esté asegurada, es decir construida la barda y evitando el ingreso ilegal, los oficiales de inmigración comenzarán a determinar qué hacer con los migrantes restantes. “Vamos a determinar (qué hacer) con la gente de la que están hablando (migrantes ilegales sin antecedentes penales) que son personas magníficas, magníficas. Pero antes de esa determinación (...) es muy importante que protejamos la frontera”, insistió. Sobre si realmente planea construir un muro en la frontera con México, Trump respondió que sí. Declaró a 60 minutos que podría ser parte de muro y parte barda, en concordancia con lo que algunos legisladores republicanos propusieron. “Para ciertas áreas lo haría, pero en ciertas otras un muro es más apropiado. Soy muy bueno en esto, se llama construcción”, añadió un Trump arrogante, similar al candidato que perdió los debates y muy lejano al moderado que anunció su victoria.
Recibir a inmigrantes ilegales con antecedentes penales es sembrar un problema severo al país que los envíen.
Aquí, no podrá probar el gobierno de Trump que son mexicanos y no tendremos por qué recibirlos ya que pueden ser centroamericanos y sudamericanos. El problema se puede convertir en una crisis.
Más grave será la deportación de inmigrantes sin documentos que son ciudadanos ejemplares porque quiebran familias.
Como buscarán antecedentes penales pueden entrar en esa categoría no sólo verdaderos malandrines, también corren el riesgo de ser deportadas personas que manejaron en estado de
ebriedad o se pasaron un alto, para ellos los delitos por más leves que sean se anotan como “actos criminales”.
El gobierno mexicano tendrá que actuar rápido y con talento para defender a los connacionales o enfrentar un problema que puede generar una crisis social y económica sin precedente para el país
Esta nueva página de la historia de las relaciones bilaterales México-Estados Unidos, apenas empieza a escribirse.
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