La corrupción es la acción de dos que se ponen de acuerdo para destruir, romper, degenerar, pervertir, robar, alterar algo. A lo que se le puede sumar el verbo que usted quiera, siempre y cuando sea un sinónimo de lo anterior. Como engañar. ¿Y qué tal; “chota”, “moches”, “comentocracia”, “cuatitud” o “mapachear”? Que aparecen en el nuevo “Corrupcionario”, recién publicado

        El modo de hacer las cosas en México obedece a los criterios anteriores. Así está diseñado el sistema en que operamos. El diseño no lo hizo una persona en particular. Lo hicimos todos. Es la costumbre o “ethos” de un país. No es descabellado decir, por lo mismo, que la corrupción es un problema cultural. El que se define en la nefasta frase: “El que no tranza, no avanza”. En estas otras, también. “Tan solo ponme donde hay”. “Nos va a ir bien con mi compadre, quedó bien parado con el nuevo gobierno”. Y en la muy célebre: el político pobre, es un pobre político”. Y si la cultura o “ethos” es la forma en cómo se hacen las cosas en una sociedad, comunidad o país, entonces la corrupción es un mal arraigado en la misma. En la que todos crecemos, vivimos y nos movemos.

        Participar en corrupción es un acto voluntario. Sé que muchas veces hay coerción para que la corrupción se dé. Ejemplo: “mire Valles, bájele; o coopera con nosotros o su trabajo está de por medio”. “Y ya sabe Valles, si quieres el contrato de la carretera y los edificios debes dejar aquí mínimo, un diezmo”. Otro: “señorita, el empleo es suyo, solo que hay que aplicarle un examen a sus atributos para el empleo”. Una más: “hay coopere pa’ la soda jefe”.

Sí, la corrupción es omnipresente. Está en todas partes. No respeta ideología de género. Lo mismo la ejercen los hombres que las mujeres. No toma en cuenta la edad. Niños y adolescentes, jóvenes y viejos la ejercen o son presa de ella. Bulín, acoso sexual, toda forma de mentira, hurtos, alteración de calificaciones a cambio de botellas de licor o favores sexuales. Tráfico de influencias, etc. Corrupción es la acción de dos que rompen, destruyen degeneran, trafican o pervierten algo, etc. No solo el soborno o mordida es corrupción.

        En México, de acuerdo a IMCO, INEGI, y otras organizaciones que miden la corrupción, se cometen 200 millones de actos corruptos al año, según la organización, mientrastantoenmexico.mx. Lo que equivale a 9% del PIB nacional. Todos los mexicanos, querámoslo o no, estemos conscientes de ello o no, gastamos 14 mil pesos anuales en corrupción. Y aunque estos números pueden ser inciertos porque hay quienes dicen que es menos y otros que es más la corrupción es real. México ocupa el lugar 107 en la escala de 172 países según TI.

¿Cómo llegan a esos números? No sé de alguien que declare o que lleve registro de todos los hechos corruptos que se realizan en el país. Sin embargo se ha llegado a afirmar que el monto de la corrupción en México equivale a 29 veces el presupuesto otorgado al Politécnico Nacional, que en 2015 fue de 15 mil mdp. Y 40 presas como la “Yesca”, en Nayarit.

        El acto corrupto se da porque la persona tuvo un deseo de apropiarse, allegarse, poseer, abusar, violar de un recurso material. Llámese dinero o persona, animal o cosa, por un medio ilícito. Mediante un acto de abuso de poder, autoridad y de confianza. La que fue depositada en tal persona.

Nadie puede ir a la cárcel por corrupto. No existe tal delito. Puede ir por sobornar, chantajear, violar, mentir, robar, adulterar, etc.  El acto corrupto es un acto voluntario. A veces meditado. Con alevosía y ventaja. A veces la víctima lo es por estulta, despistada, mensa, creída, atolondrada, etc. De la que es fácil abusar. Como hacen los demagogos políticos o palabreros. El acto que sea, debe ser sancionado. De no serlo, la impunidad campea y se torna rampante. Lo que es otro acto corrupto.

        La forma de solucionar y acabar con la corrupción no existe. No hay “bala de plata”. Mientras exista el ser humano sobre la faz de la tierra, sin importar su preferencia sexual o ideología, existe la posibilidad de que haya actos corruptos. La corrupción solo se puede controlar. Y cada quien puede controlar la propia. Nada más. Por ello, el surgimiento de nuevas leyes o de planes que se llamen Transparencia, Ley Anticorrupción, 3 de 3, H-24 o como usted quiera, son una falacia o una soberana vacilada. Porque finalmente la decisión de declarar sus bienes, hasta estos momentos, está en la persona. Porque la ley cohíbe pero no reprime el deseo corrupto. Eso es facultad solo de la Moral y de la Ética. Sin las cuales las leyes son letra muerta y nada más.

        El programa nacional Avanza sin Tranza está demostrando tener los elementos necesarios para traer a nuestro país no solo un cambio, sino algo más que eso. No únicamente honestidad, sino un elemento superior a ella. Avanza sin Tranza provoca el inicio voluntario, libre, meditado y comprometido en la persona de experimentar una verdadera y definitiva transformación interna que provoque un respuesta en el mismo sentido para no ser partícipe de actos corruptos, a pesar del beneficio personal. Porque entiende que el costo de la corrupción es mayor y va en contra del bien común. Sabe la persona que al negarse a la corrupción se está poniendo el “granito de arena” tan mentado, pero tan escaso en la construcción de un México mejor. La persona obtiene una tranquilidad de conciencia que le permite dormir en paz. Sin andar “a salto de mata”, como andan algunos muy millonarios, pero muy pillos. Como son muchas “luminarias” del mundo del espectáculo.

Avanza sin Tranza que nace en Ciudad Juárez, ya funciona en cuatro estados de la república. Expone y aplica principios morales, éticos y espirituales en los cursos de concientización. Lo que está provocando a los ciudadanos a ser más que honestos, por la posibilidad de tener en sus personas algo más que un cambio. A obtener una transformación. Para pasar a ser más que honestos; a ser íntegros. Estando ahí, El Meollo del Asunto.

Tuiter: @elmeoyodlasunto

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