"Un empujón conductual dañino es cuando un político te promete un paraíso fiscal, pero en realidad te lleva directo al infierno financiero".
Robert Thaler
NO ARREMPUJEN: Por definición, un “empujón” es un “Impulso que se da con fuerza para apartar o mover a alguien o algo”. Si usted está pasmado en medio de una carretera y es inminente el atropellamiento y llega una persona (como en las películas) y le da un “empujón” que lo saca de la trayectoria del vehículo y le salva, es -sin duda- un “empujón” positivo (a menos, claro, que usted buscara autoinmolarse). Pero si usted está parado a orillas del camino esperando la oportunidad de cruzar y llega alguien, lo empuja y lo arrolla un vehículo (un camión del ejército, por ejemplo), sin duda usted sufrió un “empujón” negativo. Quizá el último de su vida.
Bueno, para irnos enterando, la Economía Conductual (campo interdisciplinario que fusiona la economía con la psicología y otras ciencias sociales para comprender cómo las personas toman decisiones económicas en la práctica) ha sido aplicada en áreas como la política pública y las finanzas conductuales para diseñar intervenciones que ayuden a las personas a tomar decisiones más informadas y beneficiosas, o perjudiciales y desastrosas. Aquí, los "empujones" (nudges) son intervenciones suaves o rudas que modifican el entorno de elección para fomentar ciertos comportamientos, como inscribirse en planes de ahorro para la jubilación o elegir opciones más saludables en la alimentación (positivo), o inducir odio entre clases sociales o dejar sin medicamentos y servicios médicos a grandes núcleos de la población (negativos).
A diferencia de los modelos económicos clásicos, que asumen que los individuos son racionales y siempre maximizan su utilidad, la Economía Conductual reconoce que los humanos son influenciados por una variedad de factores emocionales, cognitivos y sociales al tomar decisiones económicas o de convivencia.
Uno de los conceptos clave en Economía Conductual es el de los "sesgos cognitivos", que son patrones sistemáticos de pensamiento (empujones negativos) que llevan a decisiones irracionales o subóptimas. Por ejemplo, el sesgo de culpar al pasado de lo que se hace mal ahora, sugiere que las personas tienden a valorar más un mal, que incluso ya fue superado, sobre un mal mayor del que desvió su atención para ver la paja y no la viga. Esto conduce a una ceguera sobre la situación actual, aun en situaciones de pérdida.
Otro “empujón” negativo es el de la "elección bajo incertidumbre", que reconoce que las personas a menudo tienen dificultades para evaluar y comprender los riesgos y las probabilidades. Esto puede llevar a comportamientos como la sobrevaloración de eventos poco probables (¿se acuerdan del litio?) o la tendencia a preferir opciones con resultados sesgados, aparentemente más seguros, incluso si tienen un valor esperado menor. ¿Ya revisó usted el fondo de las propuestas electoreras (ojalá y fueran electorales) de los miles de candidatos que, a empujones, pululan por doquier?
La Economía Conductual también examina cómo los contextos y las estructuras de elección pueden influir en el comportamiento. El "efecto de anclaje" sugiere que las personas tienden a basar sus decisiones en el “empujón” negativo de una información inicial proporcionada, incluso si esta información no es relevante para la decisión en sí. Este efecto puede ser explotado por políticos o negociadores para influir en las decisiones de elección, de compra o de solución aparente de conflictos (“no hemos talado un árbol en la selva maya”).
Aun sin pretenderlo (dudamos que la mayoría de los políticos domine el tema de la Economía Conductual) las políticas públicas pueden influir y, en ciertos casos, deformar la vida social. La forma en que se diseñan e implementan las políticas puede tener un impacto significativo en cómo las personas toman decisiones económicas y sociales.
Las políticas públicas, y los actores que las generan, suelen ser empujones para influir en el comportamiento de las personas en áreas como la salud, las finanzas y el medio ambiente. Estos empujones a veces son diseñados para ser suaves y no coercitivos, pero pueden dirigir las decisiones de las personas de manera sutil. Un gobierno puede implementar un “empujón” cambiando el diseño de formularios de inscripción para programas de beneficios sociales, lo que aumentaría la tasa de inscripción y la escasez de recursos.
EMPUJONES POSITIVOS: Para no centrarnos en lo negativo y antes de que nos arrolle el camión, hay que señalar que las políticas públicas pueden generar “empujones positivos” a través de incentivos o desincentivos que afectan el comportamiento de las personas. Por ejemplo, los subsidios a la energía renovable pueden incentivar a las empresas a invertir en tecnologías limpias, mientras que los impuestos sobre la emisión de carbono pueden desincentivar el uso de combustibles fósiles.
Es importante darse cuenta cuenta que las políticas públicas sesgadas tienen efectos no deseados o contraproducentes en la Economía Conductual. Un “empujón” diseñado para aumentar la participación en un programa de asistencia social (las pensiones, por ejemplo) tendrá efectos negativos si no se tiene en cuenta cómo afecta a otras áreas de la vida de las personas o si se percibe como manipulador, ¿a cuántos cuentahabientes de las Afores, todos de 70 años o más, arrollará el camión con este “empujón”?
Daniel Kahneman, destacado investigador en el campo de la Economía Conductual y ganador del Premio Nobel de Economía, ha discutido cómo las políticas públicas pueden afectar la toma de decisiones de las personas. En su obra "Pensar rápido, pensar despacio", Kahneman explora cómo los sesgos cognitivos y las limitaciones en el procesamiento de la información pueden llevar a decisiones subóptimas o pésimas y cómo las políticas públicas pueden ayudar a mitigar o a empeorar estos efectos.
Muchos autores y académicos han examinado cómo las políticas públicas pueden influir en la Economía Conductual desde una variedad de perspectivas. A ellos, y a los candidatos demagogos, les recomendamos leer a Robert Sugden, quien ha investigado la relación entre la Economía Conductual y la teoría de la elección social, o a Sendhil Mullainathan, cuyo trabajo se centra en la economía del comportamiento y la política pública, ninguno de ellos se clasificaría como neoliberal, conservador o fifí, por cierto.
Estos autores ofrecen una visión crítica de cómo las políticas públicas afectan el comportamiento humano y la toma de decisiones, a base de “empujones”, y cómo los diseñadores de políticas deberían de aprovechar estos conocimientos para mejorar los resultados sociales y económicos
DE FONDO: Un "empujón" (o "nudge" en inglés) en el contexto de la Economía Conductual, se refiere a una intervención diseñada para influir en las decisiones y comportamientos de las personas de manera predecible, pero no debería imponer restricciones significativas o de coerción, pues se convertiría, de facto, en “empujón” autoritario (quizá dictatorial). Estas intervenciones se deben destinar a ayudar a las personas a tomar decisiones más informadas y beneficiosas, sin eliminar su libertad de elección, ¿Sabrán esto los legisladores que “representan” al pueblo?
DE FORMA: Los “empujones”, en estricto sentido, para ser positivos deben de ser transparentes, no coercitivos y respetar la autonomía de las personas (la población de 70 años o más que perderá sus ahorros está conformada por personas, por si se les ha olvidado. No deben eliminar opciones significativas ni imponer decisiones a los electores, sean de la edad que sean. Lo coherente en Economía Conductual es que estos “empujones” guíen su comportamiento de manera que sea más congruente con sus preferencias y objetivos a largo plazo, al tiempo que preservan su LIBERTAD de elección, resaltamos la palabra LIBERTAD.
DEFORME: En la Convención de Banqueros que recién concluyó, la SHCP señaló que la “inflación se genera fuera de México”. Se tardaron mucho tiempo para entender que estamos en un mundo de relaciones globales, y el “empujón” negativo es que no señalan que las mega inversiones NO PRODUCTIVAS, los “programas sociales”, las remesas y la deuda, todas generadas en el país, se reflejan como demanda sin aumentar la producción, eso, querido lector, se llama INFLACIÓN, y es factor interno, por cierto.
NOTA FINAL. Para no ser generalistas, es justo señalar que uno de los subgobernadores del Banco de México, Jonathan Heath, sí señaló (“empujón” positivo), que el aumento del Gasto Público (sin producción) “complica el control del alza de precios” (la inflación, pues), a ver si no le aplican “otros datos”.