Al modificar el artículo 2.267 del catecismo, libro que redacta los sucesos más importantes de la religión católica, el papa Francisco declaró como inadmisible la pena de muerte.
La máxima autoridad de la iglesia católica aseguro que la dignidad del ser humano “no se pierde ni siquiera después de haber cometido crímines muy graves” y juzgo que la pena de muerte haya sido el único castigo para los delitos de gravedad.
Uno de los primeros papas en criticar la pena de muerte fue Pablo Vi, quien comenzaría la discusión sobre el tema durante el siglo XX. Para el año 1999, Juan Pablo II, protestaría a favor de la abolición de la pena capital en Estados Unidos, a la cual describió como cruel y inútil.
El papa más querido por los mexicano, Karol Józef Wojtyła, no se rindió y consiguió a través de una iniciativa papal suprimir la pena de muerte en febrero de 2001.
Finalmente en 2016 el papa Francisco pidió a los gobernantes de los países que aún aplican la pena de muerte, suspenderla por al menos un año, sobre todo por el respeto al jubileo Santo de la Misericordia.
Con información de: López Doriga