El INAH a través de la Subdirección de Etnografía del MNA, impulso el montaje de la tradicional ofrenda de Día de Muertos en sus instalaciones, donde este año miembros de la localidad poblana de Cuacuila realizó la instalación arquitectónica y museográfica de una casa tradicional de su región.

La comunidad nahua colocaron el altar de muertos, compuesto por patzcalli (platillo elaborado a base de pipián y chile guajillo), mole con guajolote, tamales de alverjón, frutas de temporada (naranjas, mandarinas y plátanos); cervezas, aguardiente, cigarros, agua “para mitigar el largo viaje de los difuntos”, pan, veladoras y arcos de cempoaxóchitl: la flor de muerto.

Los arcos que rodean las orillas de la mesa, son adornados de indumentarias femeninas y masculinas entre las que sobresalen: fajas, blusas, enredos, camisas, enaguas, rebozos, sombreros, botas, morrales y machetes.

La presencia de tales elementos responde a que en la cosmovisión de los nahuas de Cuacuila, en el mundo de los muertos, el difunto tiene las mismas ocupaciones que en su vida terrenal, es decir, posee una pareja, casa, parientes, compadres; come, duerme y trabaja; cumple con obligaciones colectivas y asiste a rituales.

Por su parte, Diego Prieto, titular del INAH, reiteró que las  las culturas indígenas se mantienen vigentes:

“México es una nación pluricultural que se enorgullece de sus diversos pueblos originarios. Por eso, es muy importante que en el Museo Nacional de Antropología sepamos que el pasado y el presente se unen; el patrimonio es un conjunto de bienes, saberes y símbolos que siguen vivos porque nosotros les damos significado”.

Con información del INAH