La historia ocurrió apenas a principios de esta semana, el martes nos enteramos los mexicanos que “siete presuntos ladrones fueron abandonados con las manos mutiladas en una brecha”, el hallazgo no fue en un municipio marginado ni en medio de las sierras o la selva, no.
Los hechos ocurrieron en Tlaquepaque, municipio de una de las zonas metropolitanas más importantes y ricas de México, la de Jalisco.
La violencia sigue alterando la vida diaria en el país, los estados que eran una excepción hoy padecen también de este cáncer social que no tiene castigo y esa impunidad que prevalece alienta a los criminales a actuar con más dolo y saña, generando un clima de terror.
En esa ocasión la prensa reportó que un autodenominado “Grupo de élite antirratas” fue quien hizo justicia por su propia mano y además de los mutilados torturó hasta matar a otro de los presuntos ladrones.
“Uno de los agredidos fue encontrado muerto junto a un cartel con un mensaje escrito a mano que contenía el mensaje ´Esto nos pasó por rateros´, así como advertencias para los ladrones de casas, autos y motocicletas, y a quienes agredan a transeúntes.
“Los otros seis, entre ellos una mujer, fueron hallados sin manos y con heridas a la altura de las muñecas que fueron realizadas presuntamente con machetes. Además de las heridas por la amputación, que fueron cubiertas con plástico, las víctimas tenían la palabra ´rata´ pintada en diversas partes de sus cuerpos”.
De acuerdo con las investigaciones realizadas se trató de un ajuste de cuentas entre bandas del crimen organizado. Todas las víctimas tenían antecedentes penales por robo, asalto y narcomenudeo. También estaban libres.
Semanas antes se vivieron horas de terror en Culiacán cuando un comando emboscó a un grupo de militares y esta misma semana en un solo día fueron ejecutados 11 personas en Ciudad Juárez. La ola delictiva sacude en los últimos días con mayor intensidad al Estado de México, Veracruz, Guerrero, Querétaro y Guanajuato.
La inseguridad es un tema que hoy forma parte de la agenda social y política del país. Combatirla es una prioridad.
Un agudo periodista me compartió una reflexión trascendente en este momento, “la población está viendo que en todos los niveles de la sociedad se cometen delitos. Si poderosos como los gobernadores lo hacen y nadie los castiga ¿por qué ellos no?” explicando porque los mexicanos de a pie se atreven a cometer delitos y a involucrarse en las mafias.
En este escenario la falta de justicia que se traduce en impunidad alienta la realización de actos delictivos que pueden ser de robos simples hasta alevosos homicidios.
Saben que no hay autoridad que los investigue, los detenga y los sancione con una dura condena de culpable.
Hechos como los actos de justicia por propia mano, que también son delitos cuando intentan linchar o agreden a supuestos delincuentes, pasan inadvertidos para la autoridad procuradora de justicia y se multiplican en comunidades cada vez más cercanas a las zonas metropolitanas.
En Puebla, de once linchados que El Sol de Puebla registró de 2007 hasta 2016, “nueve de ellos han quedado impunes, ya que no hay detenidos por las golpizas, machetazos o disparos que han propinando los pobladores de Tehuacán, Chichiquila, Quimixtlán, Acatlán, Cohuecán y Cuapiaxtla de Madero; de los dos restantes que murieron quemados el 19 de septiembre de 2015 por los habitantes de Ajalpan, hay doce procesados”.
La lista continúa, alrededor de 300 habitantes de la junta auxiliar de San Antonio Cacalotepec, perteneciente al municipio de San Andrés Cholula -a sólo 20 minutos del centro de la capital- intentaron linchar a un presunto ladrón entre la noche del lunes y la madrugada del martes pasado.
“Durante los hechos, la turba desvistió y golpeó brutalmente al acusado e incluso a un policía del municipio y al secretario de seguridad pública, Manuel Alonso García, quienes fueron literalmente olvidados por los mismos policías que rescataron al supuesto delincuente. Fueron minutos después que los uniformados notaron que les faltaba un elemento y que el funcionario tampoco iba con ellos, por lo que tuvieron que regresar”.
Los ciudadanos se dijeron hartos de sufrir asaltos, robos y agresiones por parte de sujetos que llegan a delinquir a esta junta auxiliar. Ese día un joven, al parecer con dos cómplices más, intentó robarle a una mujer. Sin embargo, colonos descubrieron a los supuestos maleantes por lo que corrieron detrás de ellos.
“Dos escaparon mientras que quien fue identificado como Gerardo C., de 21 años de edad, buscó un terreno de cultivo para esconderse, pero fue sorprendido por los pobladores, quienes lo detuvieron y trasladaron hacia el patio de la presidencia auxiliar, donde llamaron a más colonos. Fue así como cerca de 300 personas se congregaron en el sitio para golpear de diferentes maneras y con diversos objetos al acusado, además de dejarlo semidesnudo”. Hasta hoy no hay ningún detenido.
La violencia aumenta todos los días en diferentes estados de la República, Puebla no es la excepción, y también es mayor la impunidad con la que actúan bandas criminales y delincuentes solitarias.
La autoridad tiene ante sí un enorme reto que es frenar los hechos delictivos y sancionar con rigor a quienes los cometen, de no conseguirlo, la ingobernabilidad y la justicia por propia mano serán más frecuentes con consecuencias incalculables porque después de eso, todo puede suceder.
El México bronco está despierto y empezó a actuar.
De las anécdotas
que se cuentan
Ahora que aumenta la inseguridad es más frecuente observar en las calles un mayor número de escoltas o guaruras que ya no sólo protegen a los políticos y a sus familias.
Empresarios y personajes de la vida social también hacen uso de la seguridad privada.
Ver guardaespaldas y autos escoltas cada día es más frecuente en Puebla y su zona metropolitana.
Un encumbrado jefe policiaco que recorrió todos los niveles y es un especialista antisecuestros me explicó un día sobre los guardias personales.
- ¿Sabes que los escoltas son como los relojes de lujo? Sólo dan estatus y a veces la hora, no más-.
Lo dice un experto.
Ante la inseguridad, justifican el gasto los que pueden.
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