Utilidades, no Valores.
El Meollo del Asunto.
Por Daniel Valles.
Cuántos años ha estado escuchando lo siguiente: “se perdieron los valores”. “Hay que retomar los valores”. Por ello deseo plantear la siguiente interrogante: ¿Se puede vivir sin valores?
La respuesta ha de ser negativa: Pero responder así sería estar como ciego. ¿Por qué? Porque hemos estado viviendo sin ellos.
Le expongo a continuación mi tesis.
Creo firmemente que por los últimos veinticinco años en la práctica, hemos vivido carentes de principios y de valores. Me refiero a los llamados o conocidos como a principios y valores universales. Afirmo que hemos vivido con otra cosa pero no con Valores.
Las consecuencias de ello las estamos viendo y están frente a nosotros. Sólo una persona privada de su facultad de mirar no lo vería. Aunque bien dice el dicho que: “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. Esto es lo que sucede. Se está viendo solo lo que conviene o lo que se quiere ver. No lo importante, no lo vital.
Si estamos viviendo sin valores, ¿qué hemos tenido entonces? Hemos tenido “Utilidades”. Nada más. Conceptos que son útiles en el momento. ¿Cuáles? Los que estén de moda. Aunque sean falsos o no comprobados en su efecto a largo plazo. Donde 200 años sería el tiempo mínimo para comprobarlo. ¿Por qué tantos años? Porque es el promedio de años que viven las civilizaciones.
Hace un poco más de 25 años empecé a estudiar y a escribir acerca del fenómeno de la “desvalorización” en la sociedad mexicana. La que se dio como consecuencia de un sinnúmero de factores. Puede usted nombrar el que quiera, lo que sea, políticos, económicos, culturales, seguro que estará en lo cierto.
Se hablaba entonces insistentemente de la fragmentación de “La Familia”. De la desvalorización de la sociedad.
Entre los conferencistas y psicólogos del momento era lo de “moda”. Y hablaron hasta el cansancio de ello. Pero sólo eso. Y nosotros hablamos y hablamos y no pudimos detener la inercia de tal situación.
Antes de esto, hace cincuenta años se habló de una “brecha generacional”. La que se abría entre padres e hijos. La que se sigue abriendo pero ya no es brecha, es un “golfo”. Como el de México. No se pudo detener.
¿Cómo llegamos a esta situación de vivir sin valores?
Cambiando los que teníamos por otros. El cambio no fue para mejorar. El Respeto se cambió por Tolerancia, el pensar por el sentir. Por ejemplo. ¿El resultado? Nada se respeta, se tolera. No se piensa en las consecuencias de los actos que se llevan a cabo porque se siente bien en el momento. Se comprueba así que cambiar por cambiar es contraproducente.
No se ha reconocido que al introducir un cambio, se debe dejar como base mucho de lo anterior. De otra forma el cambio produce un resquebrajamiento que cede con el devenir del tiempo.
Así vemos que los valores universales se cambiaron por verdaderas aberraciones culturales y políticamente correctas. Pero de ciertas solo tuvieron el nombre. Porque de correctas, nada.
Este cambio se dio con el paso de las décadas, muy lentamente. Un pequeño cambio aquí, otro allá. Y todo sin que la gran mayoría de la gente se diera cuenta de los cambios. De lo que estaban produciendo.
A la cultura occidental le pasó como le sucedió a la rana dentro de la olla llena de agua a la que le calentaron el agua.
Fue tan lento el calentamiento que la rana empezó a sentirse muy cómoda en el agua. Tanto que no se dio cuenta del cambio y de pronto se coció en el agua que la rodeaba y que la calentaba. El agua hirvió y no lo noto a tiempo.
Este fenómeno social y cultural del cambio de valores por utilidades se ha dado frente a nuestras propias narices y poco o nada hemos hecho. Ya que tanto sociedad como gobiernos, a través de sus sectores educativos reaccionaron en el momento de necesidad sólo con paliativos. Que es lo que son estas “utilidades”. Cuando se requería una verdadera respuesta social y educativa, fuerte y definitiva.
Se necesitaba un itinerario de trabajo. Una ruta crítica. Pero más que eso; de una verdadera convicción en quienes instruían, en quienes gobernaban, no solo decisiones políticas. Pero sobre todo en los principales responsables de educar a las generaciones. Los padres y madres de familia.
Surge la pregunta: ¿Para qué?
Para llevar a cabo una campaña fuerte y consistente, efectiva y real por la conservación de los valores y la vida. Se requería de una verdadera entrega para salvaguardar lo más valioso que la sociedad tiene, la institución sagrada de la familia. El “leitmotiv” en la vida del ser humano.
Y eso es, El Meollo del Asunto.
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Imagen de: Daniel Valles