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Martes, 29 Agosto 2017 11:40

Pasión por el magisterio

Escrito por

 

Por Victor Manuel García Santiago

Imagen de: @vikusan

Jorge Alonso es un joven poblano, licenciado en Periodismo, que escribe precioso. Uno de muchos alumnos que admiro por su prosa limpia y seductora. Él cambió las teclas por un gis y emigró a su verdadera pasión. Estoy convencido que enseña mucho mejor de lo que escribe, donde es un portento.

 

Determinado a trazar brecha en el magisterio hizo su examen de ingreso al Servicio Profesional Docente, el que la SEP presume a un alto costo en medios electrónicos; en su estado natal aplicó para la difícil materia de historia, quedó en segundo lugar, por arriba de muchos que cursaron la licenciatura y maestría en la especialidad.

 

Después de un excelso resultado pensaríamos que le darían a escoger escuela o lo contratarían para una plaza de tiempo completo, al menos medio turno, unas 20 horas. Sin embargo, la Secretaría de Educación poblana “lo premió” con un interinato de 12 horas a la semana, en la sierra huachicolera. “¿Por qué no sonríes, si ya te ganaste una plaza?”, se atrevió a preguntar un burócrata educativo. Obviamente renunció a su envidiable asignación y regresará a dar clases al ámbito privado. Se quitó un excelente maestro a una escuela pública.

 

La semana pasada se publicó una lista de las profesiones peor pagadas en el país, misteriosamente no aparece la de maestro, mucho menos los rurales; aún hay quien cree que con 2 mil pesos al mes se sobrevive. Bendito sueldo amparado por la reforma peñista a la que un niño de Iztacalco, en la cara de Aurelio Nuño, se atrevió a enjuiciar. La SEP debería ser clara con estos concursos: especificaciones del tipo de plaza, salario e incluso zona y escuela donde se radicará.

 

Bastantes jóvenes que culminan otras carreras ven en el magisterio una opción, ellos representan para el gobierno federal un recurso fresco, bien preparado, pero son carne de cañón que por desconocimiento aceptan una plaza con pocas horas y salarios de hambre, cuando los funcionarios se despachan con la cuchara grande.

 

Las escuelas normales no son suficientes para abastecer la demanda magisterial en un país rodeado de pobreza, violencia e inseguridad; deberíamos buscar jóvenes arraigados en las comunidades, becarlos y regresarlos a educar a sus paisanos y vecinos. En el campo mexicano hay escuelas en riesgo de cerrar, algunas por falta de niños, otras porque no hay maestros disponibles.

 

Los muchachos culminan carreras en diversas áreas con enorme sacrificio, otros se dedican a enseñar porque piensan que aún tienen oportunidad de mejorar un poco la vida de sus semejantes. Esos chicos suplen sus carencias pedagógicas con una gran pasión por la docencia y seguro lo hacen bien. Ojalá pronto podamos tener en la UNAM bastantes alumnos de estados como Oaxaca, de donde recuerdo otros dos casos de estudiantes apasionados: José Ángel y Ventura, quienes lucharon contra la discriminación y las limitantes económicas y geográficas para ahora mejorar su entidad. Todos ellos son invaluables.

 

Pregunta para el diablo

 

¿Cuántos alumnos quedan sin clase al año por trabas administrativas?

 

Victor Manuel García Santiago

Periodista y catedrático UNAM. Amante del cine, música, escribir, leer y enseñar. Apasionado por los medios. Amo a mi familia y Bronco de Denver de Corazón. 

Twitter @Vikusan 

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