Una vez terminada la contingencia por los terremotos del 7 y 19 de septiembre con su respectivo luto, la siguiente tarea para los que tuvimos la fortuna de no sufrir pérdidas materiales ni de amigos o parientes, es ayudar a reconstruir y apoyar a la gente que se quedó sin nada en los diversos lugares del país en donde se sufren las consecuencias.
Diversas iniciativas de organizaciones privadas y educativas surgieron, no sin la desconfianza de que el material y los recursos donados lleguen a quien debería de ser. Una de las más festejadas pero criticadas se efectuó el pasado domingo 8 de octubre en el Zócalo de la Ciudad de México, denominado #EstamosUnidosMexicanos.
El concierto convocó a más de 170 mil personas, más muchas que no pudieron entrar a la plancha de la plaza, aquélla en la que para el cierre de campaña de Carlos Salinas de Gortari en 1988 Jacobo Zabludosvsky anunció con orgullo “un millón de personas” en el evento y cuyo polémico cupo fue objeto de estudio para que especialistas determinaran que no pueden caber más de 200 mil bien apretaditos.
Entre decenas de agrupaciones Café Tacuba (un referente el rock en español) y Molotov (¿rock híbrido o lo que sea?) cancelaron su participación, quizás más al pensar en la posible avalancha humana por su poder de convocatoria con las posibles consecuencias, y no tanto en que no querían alternar con otros “grupúsculos”, como llaman sus fans al “elenco televiso”. Alguien fue prudente.
Si bien el objetivo principal fue la promoción de diversas organizaciones en las que uno puede donar y dar un poco de entretenimiento, el evento resultó emotivo, sobre todo durante el minuto de silencio, con la muchedumbre de puños levantados, además de los momentos de ovación por las críticas certeras de Carla Morrison (a quien se debe escuchar en puntos beodos y de baja autoestima) y de Julieta Venegas, entre otros. Para bastantes fue pan y circo, como si debiéramos guardar luto eterno.
Al final, en el circo romano no había de otra más que ir al coliseo y recibir el pedazo de pan, mientras que en estos tiempos con apagar la televisión o ver otra cosa, al igual que en internet, se libera uno. No podemos influir demasiado en el gusto de las masas. Eso sí, es circo hasta que ven aparecer a Roger Waters y una épica versión de Wish you were here, para decir que no todo era show a la mexicana.
Lo que nos queda es seguir la vida, ayudar a nuestros semejantes, tomar más en serio la cultura de los simulacros, dejar de alimentar a los voraces monstruos inmobiliarios al aceptar comprar depas con costo 10 veces más sólo por la pose de vivir en zonas exclusivas. Por lo demás, tenemos que continuar y si de conciertos se trata ya estuvo U2 la semana pasada y próximamente Paul McCartney. No podemos quedarnos atorados de nuevo en el pasado, pero sí recordarlo.
Pregunta para el diablo
¿Quién ha tenido más novias que candidatos independientes a la Presidencia?
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