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Viernes, 18 Enero 2019 22:32

País de Creyentes

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 México. Es un país cuyos habitantes han demostrado que tienen mucha fe. Al menos treinta millones de ellos creen “a raja tabla”, “a pie juntillas”, “de manera absoluta”, todo lo que la nueva administración federal dice.

                De pronto existe la verdad absoluta. Todo lo que sale de la boca de la administración federal que inició el 1 de diciembre de 2018.

                Ya no cuestionan. Todo se acepta sin “chistar”. No importa lo que sea. Se descalifica a toda persona o institución que se atreva a contradecir lo dicho por quien preside cualquiera de las instancias de gobierno.

Todos tenemos que creer en algo. El ser humano es un ser que necesita creer. Esto lo sé bien. Se debe tener fe en algo, en alguien. Tener esperanza.

Fe es la certeza de lo que se espera. La certeza de lo que no se ve.

Hay diferentes tipos de fe. La religiosa. La humanista. La civil. La secular. Fe en la comadre, el compadre. En el dinero. En tantas cosas. En la etapa que como país estamos viviendo. En el presidente.

Vivimos creyendo. Todo el tiempo creemos. Hay quienes creen que no creen. Pero creen. Depende de en qué, o a quién le creen. Claro.

Caminamos en fe. Cada paso. Día a día. Confiando en las cosas pequeñas. Las que nos preparan y enseñan a confiar cuando las grandes se presentan o se requieran.

                En las redes sociales se expresa esta fe. Los miles de “tuiteros”, “faceboqueros”, “boots”, “chairos” o como les digan se encargarán de propagarla y a quien se atreva a decir lo contrario a lo que se comunica diariamente en “la mañanera” hacerle sentir el odio, el rechazo, la reprobación contra la fe. Contra la creencia.

                ¡Milagro, Milagro, es un milagro!

                Hasta el 30 de noviembre último no existía en tantos mexicanos este nivel de fe. Sean hombres o mujeres, la tienen por igual.

                Esta fe es sin duda una fe secular y humanista. Ya que no se tiene por ahora, indicios de que haya llegado al nivel divino. Pero poco le faltaría mucho para ello.

Estamos viendo sí, una transformación. Antes no se creía en las personas del gobierno, ahora sí se cree. Pasaron de una estancia a otra. Es una transformación.

                La fe otorga al creyente una certeza de lo que no ve. Los nuevos creyentes no necesitan ver las acciones del gobierno federal para creer en todo lo que dice. Sean ciertas o no. Eso no importa. Creen.

Las aceptan con la certeza que da la fe. ¿Quiénes son? Los 30 millones que votaron por la transformación. Simplemente creen. Lo esperan con la convicción que da la fe.

Todo lo que hace el nuevo gobierno está justificado.

Si por el combate al huachicol se deja sin abastecer de gasolina a seis estados de la república, no importa que se haya creado un caos. Hay que aguantar estoicamente y demostrar así el amor a la patria.

De acuerdo a los nuevos “creyentes”, de manifestar inconformidad por el desabasto se estaría al mismo tiempo manifestando el desamor a la patria.

Entonces, estos nuevos creyentes son como las personas que son fieles a su Iglesia y que tocan las puertas de las casas los domingos para llevar su mensaje. O aquellos que están en las plazas centrales de todas las ciudades con sus altavoces, repartiendo folletos de su credo.

Siempre tienen una respuesta para cada situación que se les presenta. No importa cuán inverosímil sea la situación, la respuesta siempre surge.

En caso de no tenerla vendrá la descalificación o el insulto. “Chayotero”, “fifi”, “conservador”, “neoliberalista”, “ardido”, “neofacista”, etc.

No importa que quien insulte no tenga ni la menor idea qué quieren decir los adjetivos que menciona. Son aprendidos para ser repetidos en automático. Verdadera apología de la fe.

Y no importa que la persona que atropella e insulta con sus comentarios tampoco esté enterada de cómo se elabora el presupuesto que se autoriza en la Cámara de diputados. Cómo se fija un tipo de cambio o el precio del barril de petróleo.

Lanzan epítetos, memes, noticias falsas, exageradas por todas las redes. Y a la hora de comprobar los datos están carentes de ellos. Guardan silencio. Y vuelven a insultar.

La situación que vivimos es altamente peligrosa y se tensa cada vez más.

Los comentarios invectivos se tornan ya en graves insultos que exacerban a la población.

Mientras desde el epicentro del gobierno y del hoy partido mayoritario sigan desacreditando adversarios a priori. Manejando todo como si aún estuvieran en campaña.

Mientras estén sin ofrecer evidencia de lo que afirman. Como Rocío Nahle. O el director de Pemex, Ing. Agrónomo Octavio Romero Oropeza. O como el presidente Andrés Manuel, descalificando calificadoras internacionales solo con sus dichos y afirmaciones. Esto seguirá de mal en peor.

Sabe que hay 30 millones de creyentes que aceptarán, cual dogma de fe, lo dicho diariamente por él y su equipo.

“El 6 de enero, se dijo que la ordeña de los ductos era una “farsa”. Hoy, diez días después, el gobierno está hablando de vigilar los ductos con 9 mil militares y dar programas sociales a los pobladores que viven cerca de esos ductos”. Dijo Pascal Beltrán del Río en Excélsior.

La labor de convencimiento ha sido magnífica. Ahora toca que haya resultados magníficos. Porque de no haberlos se contrista el espíritu. La fe se lesiona. Los creyentes dejan creer para convertirse en creyentes incrédulos. Y esos, sí son peligrosos. Pasan de la del discurso invectivo, a las acciones. Ahí El Meollo del Asunto.

 

 

 

 

 

 

 

 

Twitter: @elmeoyodlasunto
El Meollo del Asunto.
Por: Daniel Valles.

Daniel Valles

Periodista @ELMEOYODLASUNTO

danielvallesperiodista.com | Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

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