“La única función de la predicción económica es hacer que la astrología parezca algo más respetable”.
EMPLEO: Economía “informal”, la llaman algunos, economía “no estructurada” la llaman pomposamente los autores “neoliberales”, y los que no lo son, también. Estos y otros términos describen a la población económicamente activa (en edad y con posibilidad de trabajar) que labora por cuenta propia, asalariados y trabajadores sin remuneración formal que se desempeñan, en su mayoría en el comercio al menudeo, en puestos ambulantes, “cajueleros” o “esquineros” que buscan, fuera del contexto fiscal, el diario y necesario sustento.
Algunos autores también la llaman “economía subterránea”. Sin embargo, otros consideran que la “economía informal” es sólo una parte de la “economía subterránea” la cual comprende tanto actividades ilegales (tráfico de armas, de drogas, piratería) como legales -como el servicio de trabajadores domésticos- pero no reportadas o subreportadas a las autoridades.
El que el empleo, o mejor dicho, el desempleo sea para muchos, junto con la violencia, el problema toral de la economía y que sea paliado con la brutal migración y sus benéficas remesas y con la no menos explosiva dinámica de la economía informal, en ascenso desmedido tras la pandemia, y que se refleje, en su más dramático aspecto, en el incremento de la delincuencia, lo hacen –ni duda cabe- la asignatura pendiente de más ingente solución para un gobierno que observa el fenómeno y, como todo aspecto de importancia meridiana, simplemente lo ignora, lo urgente e importante es atacar a Xóchitl.
El INEGI, generador de datos oficiales, informa, en su último reporte, que la población que labora en el sector informal creció a 32.5 millones de personas, esto es 500 mil más que en el mismo periodo de 2022 y representó el 54.8 por ciento de la población ocupada.
DESEMPLEO: Los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), señalan que en julio de 2023, la Población Económicamente Activa (PEA) fue de 61.4 millones de personas, que representan el 60.9 por ciento de la población de 15 años y más y detalla que de los casi 60 millones de individuos en edad, disponibilidad y posibilidad de trabajar, el 97.0 por ciento está ocupado y el 3.0 por ciento restante (2.2 millones de mexicanos) sin empleo, parece una buena cifra, si hasta ahí la dejamos, pero no lo es tanto si profundizamos en su análisis.
Efectivamente, la economía mexicana, en el “rebote de la crisis sanitaria”, genera empleos, pero la mayoría en el sector informal o, peor aún, en la “economía subterránea”, si nos atenemos a la definición de líneas arriba.
Dimensionemos el problema: En México (sobre)vivimos 129 millones de personas. De ellas, según la Organización Internacional del Trabajo y el Consejo Nacional de Población, cuyos datos no concuerdan forzosamente con los del INEGI, hay alrededor de 66.3 millones de seres humanos en edad de trabajar. 21.1 millones (31.8%) cotiza en el IMSS, o sea que cuenta con un empleo formal, según la métrica “oficial”. A esta cifra podemos sumar 8 millones de burócratas y 14 millones de trabajadores independientes que están registrados en el SAT. En total, pues, 43.1 millones de mexicanos tenemos una forma conocida y legal de ganarnos la vida.
Tan solo, entonces, el 43.75% de la población se moviliza en la economía formal (contra casi el 60% en el año 2000) y quizá aquí encontramos la explicación, que no la solución, a tres de los graves problemas nacionales.
INFORMALIDAD: El primero: Con el 55.5% de la población en edad de trabajar moviéndose en la economía informal, es decir, sin pagar impuestos, resulta que la baja captación fiscal en relación al PIB no proviene de bajas tasas o de alta evasión de los causantes registrados. Proviene, sí, de la no causación de los que se mueven en la economía subterránea o no estructurada.
La pandemia, y su manejo, causaron desempleo e incrementaron la informalidad. Las personas físicas y morales que trabajan, que producen, que invierten y que lograron sobrellevar el período crítico, se encuentran, en su inmensa mayoría en una situación en que la carga fiscal que están pagando es tan grande que tiene que cubrir la de la mayoría de los mexicanos que no paga impuestos… y de seguir así, vamos a acabar dislocando totalmente a la economía; de hecho ya se está haciendo eso con la inconmensurable deuda de 1.9 billones de pesos solicitada para aprobación del congreso en el presupuesto electorero del 2024.
La economía informal, la subterránea, comprende ya a más de la mitad de la población económicamente activa y, sobre todo, las tasas de impuestos, altas si las comparamos con los servicios que se reciben, destacando el costo de la inseguridad, hacen que México pierda competitividad en el exterior y es esa pérdida de competitividad la que está frenando el crecimiento de nuestra economía.
El segundo: LA MEDICIÓN DEL DESEMPLEO, es limitada o incorrecta. Se determina, mediante una encuesta, el número de mexicanos que buscaban trabajo en la semana investigada, pero en realidad no se tiene un registro de la situación del empleo de más de 25 millones de compatriotas. Vender un dulce en una esquina, una vez en la semana, se considera “empleo”, fórmula neoliberal utilizada por los que detestan el esquema.
El tercero: LA FALTA DE REFORMAS ESTRUCTURALES, específicamente para este caso, la laboral y la fiscal, orillan a un proceso incremental del empleo informal. Los más de 15 trámites por lo menos, 60 días o más y, sobre todo, la corrupción burocrática, inhiben la creación de empresas formales que generen empleos estructurales y, en consecuencia, mejoren la captación fiscal. ¿Cuántos programas de “ventanilla única” han tenido éxito en el país?, aparentemente ninguno.
No obstante, al igual que con la migración, no podemos hacer un juicio de valor en contra de quienes se ven orillados a refugiarse en la economía informal, como sí lo haríamos a quien se cobija en la delincuencia; la primera es, en las condiciones actuales, un paliativo, incluso para las tensiones sociales que la desocupación y la falta de oportunidades y de atención oficial generan.
Por eso las opiniones con respecto a la economía informal suelen ser contradictorias: mientras para unos (sobre todo los que se mueven en la economía formal) es un factor dañino, pues estimula la evasión de impuestos, la competencia desleal a los negocios formalmente establecidos, la piratería, la corrupción y en ocasiones la delincuencia, para otros representa una válvula de escape en la que han encontrado un medio de subsistir ante la carencia de empleos en el sector formal de la economía. Al parecer, al Gobierno, ese tema -como muchos otros- no le interesa. Bueno sí, más pobres, más votos, más deuda.
DE FONDO: El paquete de mentiras, sutilmente denominado “económico” o “presupuesto”, presentado por la Secretaría de Hacienda para 2024, además del brutal e irracional incremento de la deuda pública, se aleja totalmente de la búsqueda del crecimiento y, más aún, del combate a la pobreza. La oposición ya lo destrozó, pero los legisladores oficialistas ya lo “aprobaron”, sin analizar fondos y formas. ¿Es una orden?
La SHCP estima que el saldo total de los Requerimientos Financieros del Sector Público (que son la medida más amplia de las necesidades de financiamiento del sector público) como porcentaje del PIB se ubiquen en 5.4%, cifra muy superior al déficit estimado de 3.2% que se asentó en los Precriterios presentados en el mes de abril ¡por ellos mismos! Este déficit es el más alto como porcentaje del PIB desde 1988. Si día a día nos informan que “la economía y el empleo mejoran”, ¿de dónde surge esta necesidad de endeudar al país? Sin duda del año electoral que se avecina.
El paquete incluye una estimación de aumento del gasto total del orden del 7.8% contra un incremento de tan sólo 0.8% en los ingresos. Imagínese si usted gastara más de lo que percibe, seguramente tendría varios embargos a fin de año.
DE FORMA: Aunque el incremento en el déficit a 5.4% del PIB para el 2024 resulta incómodo e insostenible, la SHCP considera que este incremento será temporal (debido a la conclusión de las obras prioritarias de infraestructura de este gobierno, que seguramente empezarán a generar remanentes -si los hay- en 10 o 15 años) y que el déficit baje a 2.6% para el 2025. Más deuda, total y per cápita. Todo un reto para la siguiente administración.
DEFORME: ¿Por qué no se toman, en la política, en la economía y en la vida, decisiones al menos mentalmente correctas y serenamente estructuradas? Bueno, uno de esos síntomas de falta de salud mental es la presencia, en el mando, del “Hombre Anúmerico”: a éste lo caracteriza la sicología por su incapacidad de comprender conceptos matemáticos aplicados en la vida real y, en un sentido amplio, la incapacidad de entender el mundo de manera científica y racional. Es, pues, un analfabeto matemático. Mientras buscan líderes sin esta característica en el mundo, seguiremos recibiendo paquetes mentirosos que pocos, muy pocos, analizan.