En medio del caos a la mexicana que hemos padecido en la última semana vale la pena recordar uno de los deportes que ha traído algo de gloria y gratos momentos a los mexicanos, tan carentes de motivos para celebrar que hasta nuestras propias tragedias las ensalzamos con memes y chistes, creados con tal rapidez que se duda si ese talento no se puede usar para cosas más productivas.
Este martes 12 de septiembre se cumple un cuarto de siglo de la pelea entre Julio César Chávez y Héctor El Macho Camacho en Las Vegas, la cual cambió para siempre al box y lo trajo al pináculo de la mercadotecnia con los eventos por pago. Esa ocasión el sinaloense le quitó lo bocón al boricua sin imaginar que 25 años después, en la misma semana, sus países serían golpeados por un terremoto y huracán, respectivamente.
Para ver el combate la afición hizo lo que pudo por pagar un boleto en los sitios donde se transmitió, algo que jamás se ha vuelto a ver en otro espectáculo televisivo en México. Un año después el campeón fue recibido, para una pelea de menor reputación, por más de 132 mil personas, toda una marca imposible de romper.
De esas viejas glorias ya no quedan. Chávez fue el último de los mohicanos y se ve difícil que resurja otro personaje de esa talla, aunque cada 15 de septiembre nos impongan a lo menos patito que hay en México para explotar el único día en que todos nos sentimos patriotas: Raúl El Canelo Álvarez pasó de ser un bulto creado por la televisión a uno que medio se ha puesto en forma y reclama un lugar para codearse, al menos en fama, con políticos, narcos lords y ladies que inundan las noticias, en las que la corrupción de funcionarios ya hasta parece normal.
Pero la anécdota central es del pugilista cubano naturalizado mexicano Ultiminio Sugar Ramos, quien falleció hace una semana y que trae a la memoria el trágico momento en que tras la pelea por el título pluma enfrentó, en el estadio de los Dodgers, al campeón Davey Moore, a quien noqueó en el décimo asalto, tras golpearse la nuca en la unión del encordado. Ya en el vestidor, el peleador derrotado cayó en coma y murió días después.
Moore no falleció. El poeta y cantautor, Premio Nobel de Literatura 2016, Bob Dylan inmortalizó su presencia y puso en tela de juicio al box en su canción Who Killed Davey Moore? La culpa persiguió a Ramos hasta hace pocos días, y aunque no hace referencia directa a él, como anillo al dedo Lou Reed canta “Hey sugar take a walk on the wild side” en su oda setentera.
Así que este 15 de septiembre siéntase patriota, olvide que la naturaleza y los políticos nos castigan y disfrute o haga como que revive a alguna vieja gloria del boxeo para no sentirse huérfano y más sólo que un joven dreamer de regreso a México.
Pregunta para el diablo
¿Cuántos terremotos más aguantaremos?
Imagen de: Página Corazónblanco