Antes de elaborar la miel, las abejas cubren sus colmenas con una resina capaz de evitar a los hongos y bacterias. Y si algún animal (como una lagartija o un ratón) invade el panal, además de combatirlo y matarlo, los insectos para impedir su putrefacción lo 'embalsaman' con ella. Su nombre es propóleos.
En las variedades brasileña y búlgara (en México su estudio ha sido esporádico), investigadores han encontrado en esta sustancia cérea una capacidad antibacteriana debido a ciertos componentes como flavonoides y terpenos, o derivados de sus ácidos grasos. Incluso ya se le aprovecha para combatir las caries.
El propóleos inhibe las glucosiltransferasas (enzimas producidas por Streptococcus mutans, el microorganismo que con mayor frecuencia se encuentra en las caries), con las que otras bacterias como Porphyromonas gingivalis y Prevotella pueden sintetizar determinados exopolisacáridos y destruir el diente.
Al inhibir las glucosiltransferasas y, por tanto, evitar la síntesis de los exopolisacáridos, el propóleos altera la formación de la placa dentobacteriana. "Por eso se incorpora actualmente a algunos dentífricos y enjuagues, y a otros productos de higiene bucal", explica José Fausto Rivero Cruz, académico de la Facultad de Química de la UNAM.
En las diferentes variedades de propóleos se han identificado unos 300 componentes, los cuales dependen de la flora que haya en cada lugar. Los más comunes son los flavonoides, terpenos, ácidos grasos y algunos compuestos aromáticos simples. Las brasileñas son consideradas las más finas del mundo debido a la cantidad de antioxidantes que contienen. Por lo que se refiere a las mexicanas, existen muy pocos estudios acerca de sus componentes y de qué tipo, pues en México hay muchos climas y mayor biodiversidad que en otros países; es decir, aún no se sabe cuál es la característica que las distingue.
Por ello, el investigador Rivero Cruz y su equipo se proponen rastrear las plantas de donde las abejas obtienen esta resina, en general las de la región del altiplano, entre la Sierra Madre Oriental y la Sierra Madre Occidental. Recurren a flores de la familia de las asteráceas, como el acahual y el cempasúchil; otras fuentes en esa zona son el ocote, así como algunos encinos y pináceas.
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