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Lunes, 29 Mayo 2017 15:46

Conoce la expo “Caritas Sonrientes” que se presenta en el Museo de las Culturas de Oaxaca

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Ahora ya se puede conocer el catálogo de la exposición “Magia de la sonrisa en el Golfo de México”, luego de su exitoso paso por Río de Janeiro, Brasil, en el marco de los pasados Juegos Olímpicos, y que ahora se presenta en el Museo de las Culturas de Oaxaca.

 

La muestra se compone de más de un centenar de figurillas elaboradas en arcilla por las antiguas civilizaciones del centro de Veracruz (mixe, zoque y nahua, entre otras), que los especialistas denominan Culturas de la Costa del Golfo, las cuales habitaron esa región desde el periodo Preclásico Terminal hasta el Epiclásico (100 a.C.- 900 d.C.).

 

Pedro Francisco Sánchez Nava, coordinador nacional de Arqueología, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), compila y analiza los conocimientos surgidos sobre este corpus de piezas mesoamericanas —concretamente del centro-sur y sur de la costa del Golfo de México— a la luz de la propia arqueología y la historia del arte.

 

Sobre esta novedad editorial del INAH, el investigador comentó que las “caritas sonrientes” representan un caso digno de estudio ya que poseen unicidad en su significación y valores estéticos, no obstante que fueron elaboradas a lo largo de un milenio, entre 100 a.C. y 900 d.C.

 

Incluso el poeta Octavio Paz reparó en ellas. En su libro La magia de la risa cita: “las figurillas totonacas ríen a plena luz y con la cara descubierta. No encontramos en ellas ninguno de los atributos divinos. No son un misterio tremendo ni una voluntad toda poderosa que las anima; tampoco poseen la ambigua fascinación del horror sobrenatural. Viven en la atmósfera divina pero no son dioses”.

 

Bajo distintas perspectivas, los especialistas parecen coincidir con la apreciación del escritor premiado con el Nobel de Literatura. Esas representaciones de hombres y mujeres, y excepcionalmente niños, hallados en contextos domésticos y también de ofrendas, están más cercanas a los retratos, “seguramente buscando plasmar en barro a la gente de las propias comunidades”, refirió el arqueólogo Sánchez Nava.

 

“Los datos recuperados nos indican que su empleo fue polivalente y dada su relevancia pudieron ser reutilizados”. En caso de las “caritas sonrientes” que son instrumentos musicales del tipo sonaja-silbato su utilización “pudo devenir como ofrendas en ritos mortuorios o en ceremonias propiciatorias de inicio o fin de ciclos, en el arranque o clausura de construcciones importantes, o incluso ser ofrendadas en la conclusión de eventos significativos dentro de la cosmogonía mesoamericana”.

 

El coordinador nacional de Arqueología del INAH detalló que tales figurillas se han encontrado sobre todo en grandes acumulaciones de material a las orillas de los montículos principales de sitios como Dicha tuerta, Nopiloa, Apachital, Loma de los Carmona y Los Cerros. La deposición que constituye estos vertederos pudo estar marcada por los 52 años que tardan los calendarios mesoamericanos de 260 días y 365 días en coincidir, marcando la celebración de un nuevo ciclo.

 

Para comprender la aparición de las “caritas sonrientes”, el autor del volumen Magia de la sonrisa en el Golfo de México se remonta a la tradición escultórica olmeca del periodo Preclásico (2000 a.C.-100 d.C.), mejor representada por las “cabezas colosales” y en la que los rasgos risueños son más bien una excepción. Sin embargo, anota que hay otros contextos en los que se observa —a través de la presencia de elementos iconográficos comunes— que sí hay una cosmovisión compartida.

 

Entre la diversidad de autores que Sánchez Nava cita en el catálogo de la exposición, destaca los aportes hechos recientemente por la arqueóloga Ma. José Reyes Parroquín sobre la Iconografía de los tocados de las figurillas sonrientes y Las figurillas sonrientes: un estudio diacrónico de su función, en las que se asientan las variantes de estas piezas.

 

Por ejemplo, de las que tienen una función musical cabe destacar su posición erguida con los brazos levantados a la altura de la cara, un rostro en el que se aprecia la deformación craneana de tipo tabular oblicua, así como el limado de los dientes que asoma entre la sonrisa.

 

En tanto, las de tipo figurilla varían de tamaño (desde los 15 a los 50 centímetros) y fueron elaboradas a partir de moldes. El tocado que puede ser trapezoidal, rectangular o en forma de gorro, es un elemento sobresaliente por su tamaño y por la iconografía que lo adorna: seres antropomorfos y zoomorfos: aves, monos, reptiles, adornados con volutas de diversos tipos y entrelaces, o con vírgula.

 

“Muchas preguntas aún persisten y algunas se irán respondiendo en tanto se avance en el conocimiento de estas antiguas culturas. Otras, que atañen al campo de lo sensorial, permanecerán sin develarse”, concluyó Pedro Francisco Sánchez Nava.

 

 

Con información de: INAH
Imagen de: Javier Hinojosa-Lourdes Almeida, INAH

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