Salma Hayek se convirtió en la última de una larga lista de celebridades que ha decidido dar un paso al frente y narrar la situación de acoso y abuso sexual que vivió a manos del entonces poderoso productor Harvey Weinstein.
En una carta enviada el 12 de diciembre a la redacción de The New York Times, la actriz no duda en afirmar que Weinstein, fue su monstruo durante muchos años, por lo que ante la tormenta desatada en Hollywood por numerosas denuncias contra figuras prominentes del espectáculo, decidió dar un paso al frente y contar su historia.
Afirmó que durante mucho tiempo pensó que había sobrevivido y llegó a pensar que había logrado la paz consigo misma, sin considerarse lo bastante importante para hacer una diferencia pues ya mucha gente había arrojado luz contra “su monstruo”.
“En realidad, intentaba ahorrarme el desafío de explicar muchas cosas a mis seres queridos: como, cuando mencioné por casualidad que como muchos otros yo fui atacada por Harvey, tuve que excluir muchos detalles. Y cómo, por muchos años, fuimos amables con un hombre que me hirió profundamente”, escribió.
Hayek decidió detallar estos incidentes inspirada por quienes han denunciado sus experiencias.
“En los 14 años en los que pasé de estudiante a estrella de las telenovelas a extra en algunas cintas estadounidenses a tener algunas apariciones afortunadas en ‘Desperado’ y ‘Fools Rush In’, Harvey Weinstein se convirtió en el mago de una nueva ola de películas que puso de moda el contenido original. Al mismo tiempo, era inimaginable para una actriz mexicana aspirar a un lugar en Hollywood. E incluso aunque había demostrado que estaban equivocadas, aún no era nadie”.
“Una de las fuerzas que me dieron la determinación a perseguir mi carrera fue la historia de Frida Kahlo, quien en la época dorada de los muralistas mexicanos hizo pinturas pequeñas e íntimas que todos menospreciaron. Tuvo el valor de expresarse mientras se mantenía indiferente a su escepticismo. Mi ambición más grande fue contar su historia. Se volvió mi misión retratar la vida de esta artista extraordinaria y mostrar mi México de una forma que combatiera los estereotipos”, continuó.
Al mismo tiempo, Miramax, convertido en el imperio de Weinstein, era un sinónimo de calidad y sofisticación, de artistas complejos y desafiantes, todo lo que Salma consideró que tanto ella como Frida aspiraban a ser, por lo que decidió trabajar para él.
Añadió que en ese momento conocía muy poco al productor, y fue a través de Robert Rodriguez y Elizabeth Avellan, quienes la habían tomado bajo su cuidado en ese momento, lo que facilitó que trabajaran juntos y lo que quizá evitó que Weinstein la violara.
Aunque el acuerdo significaba poco dinero para Hayek, dijo que en un primer momento no le importó, pues estaba feliz que alguien con su trayectoria le dijera que sí y decidiera apostar por su trabajo. “Poco sabía que sería mi turno de decir no”, agregó.
“No a abrirle la puerta a todas horas de la noche, hotel tras hotel, locación, tras locación, donde aparecía inesperadamente, incluyendo una locación donde hacía una película en la que ni siquiera estaba involucrado. No a bañarme con él. No a dejar que me viera ducharme. No a dejarlo darme un masaje. No a dejar que uno de sus amigos desnudos me diera un masaje. No a dejar que me diera sexo oral. No a que me desnudara con otra mujer. No, no, no, no, no”.
“No creo que odiara nada más que la palabra ‘no’. Lo absurdo de sus demandas fue el llamarme furioso en medio de la noche pidiendo que denunciara a mi agente por una disputa que tenía con él sobre una película diferente con un cliente distinto, a arrastrarme al exterior de la gala de apertura del Festival de Cine de Venecia, el cual era en honor a Frida, para que atendiera su fiesta privada con otras mujeres que creía eran modelos pero luego me enteré que eran prostitutas costosas”, continuó.
“El rango de sus tácticas de persuasión fueron de hablarme dulcemente aquella ocasión cuando, en un ataque de furia, dijo las aterradoras palabras, ‘te mataré, no creas que no puedo”, prosigue la actriz en la carta a The New York Times.
Para ella, ese fue el momento en que descubrió que Weinstein jamás le daría la película que le había prometido, pues no la consideraba una artista o una persona, simplemente un cuerpo. Por ello, acudió con sus abogados para intentar deshacer el acuerdo entre ambos.
El productor, en venganza, le puso una serie de tareas imposibles para realizar la película que había escrito, sin embargo consiguió cumplir con sus exigencias, lo que lo ponía en una posición donde tendría que realizar una película que no deseaba.
Añadió que entonces al fin terminaron las escenas de acoso sexual, sin embargo la tensión y la ira del productor aumentaron, atacándola en cada ocasión posible y diciéndole que no tenía nada que ofrecer a excepción de su cuerpo.
Sobre Frida, comentó que para esa película ella fue quien habló con el gobierno mexicano, quien consiguió se pudiera filmar en casa de la pintora e incluso captar los murales de Diego Rivera, sin embargo Weinstein solo tomó en cuenta que no se veía sexy en la película, por lo que para lograr su apoyo tuvo que aceptar realizar una escena de sexo lesbico así como un desnudo frontal.
“Tuve que decir que sí. Muchos años de mi vida se han ido en esta película. Era la quinta semana de filmación y había convencido a mucha gente talentosa de participar. ¿Como podía desperdiciar tanto talento?” añadió.
Salma dijo que fue la primera vez que tuvo un colapso nervioso, para sorpresa de sus compañeros, que desconocían su situación y creían que el problema era una escena intrascendente, sin embargo se debía al hecho de estar desnuda con otra mujer para complacer al productor.
Para colmo, este consideró enviar la película directo a video tras decir que no era lo bastante buena para un estreno en el cine, por lo que en esta ocasión tuvo el apoyo del reparto para hacerlo cambiar de idea.
Finalmente, logró un estreno en Nueva York y Los Angeles, convirtiéndose en 2002 en un éxito taquillero que Weinstein nunca quizo y no esperó, entregándole incluso seis nominaciones al Óscar, uno de ellos por mejor actriz, conquistando dos estatuillas.
Fue su único estelar con Weinstein, tras lo cual cumplió su contrato con Miramax haciendo papeles menores.
“Años después, cuando me lo encontré en un evento, me llevó a un costado y me dijo que dejó de fumar y sufrió un ataque cardiaco. Dijo que estaba enamorado y se había casado con Georgina Champan y que había cambiado. Finamente, me dijo ‘lo hiciste bien en Frida, hicimos una hermosa película'”, dijo.
“Le creí. Harvey nunca sabría cuánto significaban esas palabras para mí. Él nunca sabría cuánto me lastimó. Nunca le mostré a Harvey lo aterrada que estaba de él. Cuando lo veía socialmente, sonreía e intentaba recordar las cosas buenas de él, diciéndome a mí misma que fui a la guerra y que gané”.
Al final, Salma Hayek se pregunta por qué las mujeres deben pasar por algo así cuando tienen mucho que ofrecer y considera que las mujeres han sido tan devaluadas que el cine incluso dejó de esforzarse para buscar las historias que las mujeres quieren decir y contar.
“Estoy agradecida con todos los que escuchan nuestras experiencias. Espero que sumando mi voz al coro de aquellas que finalmente están contando lo que sucede se aclare por qué es tan difícil y por qué tantas de nosotras esperamos tanto tiempo. Los hombres nos acosaron sexualmente porque podían. Las mujeres hablan ahora porque, en esta nueva era, finalmente podemos”, concluyó.
Con información de: The New York Times
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