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Martes, 27 Enero 2015 22:10

Horcasitas critica duramente a Felipe Calderón

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A través de un comunicado que ya circula en las redes sociales, Juan Molinar Horcasitas quien se desempeñó como director del Instituto Mexicano del Seguro Social y secretario de Comunicaciones y Transportes en la administración del Ex Presidente Felipe Calderón, criticó duramente a quien fuera su jefe (FCH), afirmando que él “insiste en imponer su voluntad por encima de los panistas”

A continuacón les dejamos íntegra la carta:

 

 

Las rutas políticas de Calderón y Madero

 

Juan Molinar Horcasitas

 

Muchos panistas lamentamos las recientes declaraciones del expresidente Felipe Calderón, pues demuestran que él aún insiste en imponer su voluntad por encima de la de los panistas. Es triste constatar que Calderón sigue sin asimilar el hecho de que la actual dirigencia panista no sólo está ejerciendo sus facultades legales, sino que también está sustentada en la legitimidad que confiere el haber sido electa, por primera vez en la historia del partido, mediante el voto directo, libre y secreto de los militantes.

 

Al menos por eso, Felipe Calderón y su equipo deberían respetar las reglas internas y las instituciones partidarias democráticamente electas. Él y quienes en su oportunidad perdieron en las urnas el derecho a dirigir el partido deberían respetar la voluntad mayoritaria de los panistas, sumarse al esfuerzo de sus compañeros y dejar de dañar de manera pública la imagen del partido y sus dirigentes. Las reglas de la democracia y la lealtad al partido los obliga moralmente a unirse en la causa de Acción Nacional y concentrarse en ganar las elecciones.

 

Lamentablemente, Felipe Calderón anuncia que la más reciente andanada no será la última. Era de preverse, pues sigue su patrón de conducta: controlar las organizaciones a las que él pertenece “está en su naturaleza”. Usar malas formas es su costumbre. Alguien me explicaba su conducta diciendo que actúa así porque es un hombre de carácter muy fuerte. Contesté que no, que es un hombre de temperamento muy fuerte, y que le falta carácter para templar su temperamento. Por eso, a pesar de su enorme talento, sucede lo que con gran lucidez anticipó Carlos Castillo, en una conocida carta: el creciente aislamiento al que la personalidad de Calderón lo conduciría.

 

Es cosa de ver cuántos de quienes lo llevaron a la Presidencia de la República ya no están con él. Y que no se diga que todos se alejaron porque perdieron el interés cuando dejó de ser Presidente. Hay que recordar que entre los separados hay personas que en su momento tomamos grandes riesgos políticos para hacerlo Presidente cuando él no tenía puesto público, ni empleo, ni dinero y se encontraba en el sótano de todas las encuestas. Muchas de esas personas no están ya con él porque Felipe las lastimó y las alejó.

 

En contraste con su intemperancia, Felipe Calderón ha sido respetado y respaldado por la actual dirigencia panista, aunque él se ha empeñado en dividir al partido.

 

Calderón impuso dos Presidentes del CEN del PAN. Cuando él fue Presidente de la República, postulado por el PAN, impulsó desde Los Pinos a dos Presidentes Nacionales consecutivos cercanos a él. La mayoría de los consejeros panistas coincidieron con él y lo apoyaron en su propuesta.

 

En esa etapa de intensa cercanía Presidente-Partido él participaba directamente en los procesos de designación de candidatos y en otras decisiones importantes del Partido. Esta injerencia no es en sí misma perversa ni indebida, y de hecho es deseable y virtuosa, si el Presidente de la República, como líder informal del partido, colabora respetuosamente con el liderazgo formal, institucional, de la organización. No fue el caso. Fueron muchos los episodios en los que Felipe Calderón trató de manera irrespetuosa o incluso abusiva a los líderes partidarios que se reunían con él.

 

Estas constantes fricciones no se hicieron públicas por prudencia política y, paradójicamente, por respeto a la investidura presidencial.

 

Desde la perspectiva de Calderón, el partido le pertenecía al Presidente. Eso no está en la cultura del PAN. Los panistas pensamos que el Presidente pertenece al Partido.

 

Cuando no pudo imponer un tercer Presidente incondicional, Calderón dividió al partido y amenazó con irse del PAN.

 

Continuando esa línea, Calderón intentó imponer a un tercer Presidente del Partido, impulsando, una vez más, a otro de sus secretarios particulares, Roberto Gil, pero el panismo rechazó abrumadoramente esa intentona porque la persona elegida por Calderón no contaba con la confianza de la mayoría del Consejo Nacional. Por eso, en una elección en la que participaron cinco aspirantes (tres hombres y dos mujeres), el Consejo Nacional, mediante voto secreto y directo, eligió a Gustavo Madero. Esta fue la primera de una serie de reveses de Calderón en los procesos políticos panistas. Él se empeñó en imponerse y el panismo se empeñó en ejercer su autonomía.

 

Desde ese momento, como Presidente y como ex presidente de la República, Calderón se empecinó en combatir a la dirigencia formal y legítima del PAN. En algún momento de esa etapa alguien recordó una expresión atribuida a Felipe Calderón que describe su actitud: “El PAN es mi casa… y en mi casa mando yo”. El calderonismo no pudoderrocar a Madero, pero sí fue un factor de división que le restó gobernabilidad al PAN durante el año y medio que precedió a las elecciones de 2012.

 

El panismo no postula a Ernesto Cordero como su candidato presidencial y Calderón escala el conflicto.

 

De hecho, desde esa época empezaron las amenazas secesionistas de Felipe Calderón. En efecto, la declaración de Davos no es la primera ocasión en que Calderón amenaza con dividir al PAN y formar otro partido. La primera vez que hizo eso fue tras la derrota en la elección presidencial. Su actitud estuvo sin duda influenciada por el hecho de que el panismo no postuló a su delfín, Ernesto Cordero, como candidato presidencial. La reacción de Calderón ante esta segunda derrota aceleró el proceso de su aislamiento político respecto del panismo, a pesar de que aún era Presidente de la República.

 

Muchos consejeros nacionales del partido atestiguaron que desde entonces amenazó con escindir al PAN. Lo hizo públicamente durante una mini-gira que el Presidente Calderón realizó después de la derrota de julio de 2012. Durante algunos días, quizá dos o tres semanas, acomodaba la agenda de sus giras para reunirse al final del día en privado con líderes destacados y con los consejeros nacionales panistas de la entidad. En más de una ocasión dijo que había que refundar el partido, arrancar las paredes y llegar hasta los cimientos, si era necesario. Y aseguraba que si no lo apoyaban en esa empresa, que por supuesto él encabezaría, “llamaría a sus jóvenes” y se iría a formar un nuevo partido. Mucha gente en el PAN se enteró de este mensaje porque en varias ocasiones respondió con exabruptos ante intervenciones de consejeros que no compartían esa idea.

 

La militancia rechazó el intento de imponer a Cordero como Presidente nacional.

 

Si la razón y no sus humores hubiesen guiado las decisiones de Calderón, él hubiera entendido que su deber moral era aceptar que no todas las decisiones del partido debían amoldarse a su voluntad.

 

Pero tomó la ruta opuesta: la animosidad de Calderón en contra de Gustavo Madero escaló hasta niveles de encono cuando la planilla del actual dirigente panista derrotó a la del candidato que le opuso, Ernesto Cordero, quien ya había sido rechazado por la mayoría panista en su anterior intento de ascender al liderazgo panista como candidato presidencial.

 

Tres reveses consecutivos debieron ser suficientes para que Felipe Calderón entendiera que, efectivamente, el PAN es su casa, pero que también es la casa de los demás panistas y que en ella manda la mayoría, como en cualquier democracia. No fue así: mientras más perdía, más se enconaba.

 

La agenda del nuevo CEN es de fortalecimiento y mejora del partido, no de revancha con Calderón.

 

En contraste, el PAN no se orientó entonces, ni lo hace ahora, por una postura anti-calderonista. Por el contrario, me consta que la dirigencia actual considera que Felipe Calderón puede y debe ser un gran activo del partido, pero eso no implica que el partido deba plegarse siempre a su voluntad.

 

La dirigencia panista actual ha actuado sin rencores y lo seguirá haciendo. Prueba de ello es que varios notables calderonistas han sido designados candidatos a importantes puestos de elección popular.

 

Primero fue el grupo de senadores que poco después respondieron a la generosidad del CEN formando un bloque abiertamente opuesto al Comité Ejecutivo Nacional del partido que los postuló y llevó a sus asientos. Más recientemente destacan otros casos, pero el más notorio es sin duda el de su hermana, “Cocoa” Calderón, a quien la dirigencia apoyó como candidata a gobernadora de Michoacán. En ambos casos se recurrió a la designación pues era previsible que en una elección de militantes no obtendrían la mayoría.

 

En el caso de su esposa, Margarita Zavala, que tanto se ha discutido en estos días recientes, muchos panistas la reconocen como un activo del Partido, pero en esta ocasión la esposa del ex presidente Calderón compitió por un puesto contra Cecilia Romero, quien es otra panista de prestigio y de indudables méritos, que incluso la llevaron a ser Presidenta del Partido.

 

El resultado fue una cuarta derrota importante. Nuevamente, la derrota de Calderón fue producto de una decisión democrática, asumida mediante el voto libre y secreto de los integrantes de la Comisión Permanente, tal como disponen las normas partidarias. La mayoría de ese órgano se inclinó por Cecilia Romero y una minoría votó por Margarita Zavala (sólo doce votos de 58 posibles). La Comisión reconocía que ambas tienen grandes méritos, pero debía decidirse por una de las dos. Las demócratas deben aceptar los resultados de la mayoría y sumarse al esfuerzo, en vez de tratar de presentar como una exclusión autoritaria lo que fue una decisión democrática a favor de otra militante distinguida.

 

 

La fuerza de Madero y el aislamiento de Calderón

 

La historia que los calderonistas cuentan con cierto éxito afuera del partido es la de una imposición autoritaria. Encuentran eco en medios, pero adentro son cada vez menos atendidos pues su mensaje disgusta a la militancia. Ellos hablan de una imposición autoritaria de Gustavo Madero, pero la verdad es más simple: todas esas decisiones han sido tomadas por los órganos legalmente facultados para ello y si acaso existe un patrón es que los calderonistas que alcanzan las nominaciones que pretenden las obtienen por la vía de la designación, y los que no las obtienen las pierden en elecciones directas de los militantes o de los integrantes de los órganos.

 

Otro contraste importante es que después de la elección de Madero y de la planilla del CEN mediante el voto universal, directo y secreto de los militantes del PAN, en esos órganos ha privado un espíritu de colaboración y un notable nivel de acuerdo y armonía. Esto ha sido así porque el “poder de Madero”, que rechazan los calderonistas, es producto de la agregación y la incorporación de líderes panistas en todos los estados y en todos los niveles.

 

Gustavo Madero ha obtenido muchas victorias internas y externas, y ha acumulado poder, porque ha sumado una gran diversidad de liderazgos panistas a lo largo y ancho del país, porque ha unido en la tarea nacional a muchos grupos que en el nivel local sostienen posiciones contrarias, y porque no excluye ninguna de las expresiones de los diversos matices que forman el espectro ideológico panista. El “poder de Madero”, que tanto escandaliza a quienes se autoexcluyeron, es fruto del pluralismo y la inclusión. Esto no lo concibe el modo de actuar político de Felipe Calderón que se ha reducido y enconado hilando derrota tras derrota, tras derrota.

 

Felipe Calderón ha perdido una tras otras porque ha hecho lo contrario: dividir, discriminar entre los panistas “auténticos”, los que siempre acatan sus decisiones, y los “impuros”, los que no siempre coinciden con él. Esa es la ruta del aislamiento y el rencor.

 

Si quiere, él puede sumarse a la actitud pluralista y tolerante que usa como estrategia el esfuerzo sostenido de sumar e incorporar a las diversas expresiones ideológicas, regionales y políticas del panismo, para darle fuerza al partido y volver a ponerlo en aptitud de servir desde el gobierno. Madero y los órganos dirigentes del partido están en esta línea.

 

 

 

Con información de: lopezdoriga.com
Imagen de: eleconomista.com.mx

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