De acuerdo a los resultados de un estudio realizado a ratones por el Instituto de Tecnología de California en Estados Unidos, estos pequeños roedores adoran ser mimados, pues tienen en la piel un tipo específico de células sensoriales que responden a las caricias.
Aunque disfrutemos hacer felices a nuestros perros, gatos y hámsters, esta no es la razón por la que nosotros sentimos placer al acariciarlos. Muchos estudios sugieren que los receptores en nuestra piel envían señales a diferentes puntos de nuestro cerebro.
En las imágenes de resonancia magnética realizadas al cerebro mientras una persona está acariciando algo suave y felpudo se puede observar cómo incrementa nuestra actividad neuronal debido al aumento la presión sanguínea. Y esto pasa estemos o no conscientes de que estamos acariciando algo.
De acuerdo a la doctora Tiffany Field del Instituto de Investigación del Tacto de Miami, en Estados Unidos, “esta actividad implica la estimulación de los receptores de presión debajo de nuestra piel, lo que nos lleva a un estado de relajación y disminuye las hormonas de estrés.” También comentó que la respuesta que recibimos, como el ronroneo de los gatos, es altamente placentero.
Con información de: adelamicha
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