En el clásico libro compilatorio de Tom Wolfe El nuevo periodismo, bautiza a la persona que recibe los guamazos, catorrazos y escupitajos en defensa de su jefe, como parachoques. Es el que se sacrifica para que otro a quien le sirve tenga garantizado el éxito, aun cuando no se le dé el reconocimiento adecuado.
Tanto en las campañas y la jornada electoral que está por concluir se vio la gran labor del parachoques a la mexicana, pero en este terreno desde hace muchos años tiene un nombre: el palero. El palero es que recibe los palos y trancazos, al que se le trolea en redes, el que provoca y con malas mañas aprovecha el uso instantáneo de la información para ponerse en boca de todos y beneficiar a su amo el PRI.
Durante sexenios se ha discutido la presencia de paleros, pues una vez que cumplen su cometido desaparecen y los militantes fantasmas o dirigentes forman otra organización y se ponen al servicio del mejor postor. Los ha habido principalmente afines al gobierno, quien en teoría tienen la sartén por el mango (recuérdese al PARM). En la izquierda es probable que el único fin se base en aquel viejo adagio “divide y vencerás”. Aquí cae el caso de Morena, que le quitó sus votitos al PRD, votaron al PT que ya murió. Entre esos dos no combatirán lo que tanto desean. La verdadera izquierda murió con Heberto Castillo.
Pero el campeón de esta estrategia que no está en algún libro de mercadotecnia ni de tácticas electorales, pero que basa su actuar en aquel vetusto título de Sun Tzu y que sirvieron en la arena política mexicana al tristemente célebre Partido Verde Ecologista de México (no es partido, mucho menos verde y tampoco ecologista). Su papel de parachoques del PRI, de real palero, es lo que se recordará de este proceso.
Con multas antológicas —que pondrían en riesgo a cualquier otro partido— el PVEM ha ganado más de lo que apostó. Invirtió en los castigos y ahora con 8 por ciento aproximado de la votación total recibirá muy buenos dividendos, lo que no hubiera funcionado de llevar su campaña de otra manera, pues está demostrado que la estrategia política limpia no sirve. Ante los ojos de los conocedores ellos hacen el trabajo sucio, pero éstos son pocos comparados con quienes votaron a su favor.
La ley electoral permite que este tipo de partidos existan y hagan campaña el día de la votación con figuras mediáticas pero de dudosa capacidad mental. Atacó primero y recibió todos los palazos esperados, pero a final de cuentas triunfó. Es como el mosquito que no nos deja dormir, te levantas a buscarlo en medio de la noche, crees que lo liquidas pero vuelve con más fiereza. Se requiere un cambio en la legislación para desaparecer ese tipo de organizaciones, pero como ahora controlarán el Congreso con sus compinches, habrá que aguantarlos a punta de matamoscas.