El llamado que han hecho diferentes organizaciones sociales del estado de Guerrero a no votar y además la amenaza de impedir la instalación de casillas para la elección intermedia de este año —lo cual seguramente harán mediante acciones violentas— es un retroceso al proceso democrático, pero que desgraciadamente no puede discutirse con el argumento que esgrimen: la ingobernabilidad, corrupción y el enriquecimiento de los políticos.

Los activistas sociales en parte tienen razón: el clima de desconfianza de la ciudadanía hacia los partidos políticos es evidente, se reprueba no sólo las ligas comprobadas con el crimen organizado, también es una burla el acopio de riqueza y la exhibición, a manera de burla, de lo que seguramente no les ha costado, como vimos la semana pasada al megagabinete de paseo por Londres. Así ni quien se anime a votar por los siguientes que probablemente terminen por reírse de nosotros.

En un régimen democrático “muy a la mexicana” quizás las vías legales sean pocas, pero no por ello debemos rechazarlas. Nadie se salva, pues las mismas organizaciones que critican el dispendio no suelen ser muy tiernas en sus expresiones de descontento, ya que hasta emulan lo hecho por integrantes del Estado Islámico en Siria, al destruir el patrimonio cultural. A lo hecho pecho.

Llamar a no votar es lo más fácil, pero impedir que quienes todavía no acabamos de perder la confianza en lo que queda del sistema democrático es aún más cruel. Hace apenas 62 años se otorgó a la mujer el derecho a sufragar, tras décadas de discusión; no ejercerlo es un retroceso enorme, más en partes del país en que aún se rigen por usos y costumbres, que en muchas ocasiones poco se diferencian de los cacicazgos que permean por los rincones más pobres, pues es bien conocido que en regiones de Chiapas, Oaxaca y Guerrero se tiene prohibido que las mujeres ocupen cargos públicos.

Con el impulso a las candidaturas independientes hay un ligero avance, pero si somos sinceros será difícil creer que alguien que se precie de ser honesto pueda dedicarse a la política, quizás ésa sea la razón por la que ahora hay diversas “personalidades” en busca de un puesto, no sin antes recibir una aplastante crítica por su actividad actual.

A muchos no nos gusta cómo se conduce el destino del país, como a esas organizaciones con el rumbo de sus estados, pero entonces si no desean que alguien gobierne caeremos en el caos, porque a final de cuentas alguien debe ser  el chofer del autobús, pero no lo quieren designar y también impedirán que el resto lo haga. Así nadie conducirá y sólo con quejas el vehículo no se moverá.

Lo que sí podemos hacer los ciudadanos es dar seguimiento a la obra de quienes ejercen los cargos de representación popular, exigir resultados y sobre todo impedir que quienes lleguen a ellos busquen un modo de vida fácil, con dinero de los contribuyentes, porque entonces con todo el derecho que da la indignación se procederá a lo que hoy se quiere evitar: un movimiento social que no funciona sin violencia.

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