Columna "El Meollo del Asunto"
Por: Daniel Valles.
La simonía es la acción de comercializar artículos, cosas, objetos espirituales o religiosos. El simoníaco es una persona mercenaria que los comercializa. Alguien cuyos intereses se encuentran en la ganancia material que va a obtener con la venta del bien, del artículo o con la situación que exponga y no con el beneficio que les proporcionen a quienes los adquiera. Esto no solo no es secundario, sino que realmente no interesa.
El término Simoníaco se origina debido a un hombre de la antigua Samaria, allá en el Medio Oriente, llamado Simón. Un “mago” o hechicero que pretende comprar de Pedro y Juan, dos de los apóstoles de Jesucristo, el Don del Espíritu Santo. Que con evidencias palpables y visibles venían sobre sobre la gente al imponerles éstos las manos. (Hch. 8:14-25). “Denme a mí ése poder para que a quien yo le imponga las manos, reciba El Espíritu Santo”; sería la petición del hechicero, siendo la respuesta de los apóstoles: “tu dinero perezca contigo…”. De ahí nace el adjetivo simonía y su derivado, simoníaco.
La actividad simoníaca ha contado con grandes simoníacos a través de la historia. Esto es una desgracia mayúscula. Entre los más recientes estaría por supuesto el que usted elija y que mueva masas para satisfacer sus intereses mezquinos. Tocará a cada persona adjudicar el adjetivo a quien considere que ha actuado así.
Entre las características principales de la persona simoníaca se podría decir: que es gente que sabe mover masas, capturar la atención de ellas; que es expertas en el uso de la retórica. La que tienden para lograr incondicionales a su alrededor que de igual manera se beneficiarán de la simonía. Son estas personas expertas en cautivar o hipnotizar a otras para desarrollar sus propósitos más allá del beneficio colectivo, que no les interesa lo de los demás. Solo lo suyo, su causa, su interés es lo que cuenta.
La persona que comercializa con la fe religiosa manipula a la gente, dando a sus actividades un tono o toque espiritual. Ése también es un simoníaco. No necesariamente lo es un sacerdote, un pastor o un clérigo. Y es que se pueden manejar un sinfín de premisas espirituales sin ser un ministro de culto, un clérigo, un sacerdote, un pastor, etc. Las premisas o conceptos espirituales pueden ser sentimientos como el amor, la alegría, la felicidad, o estados como la paz, la maldad, la corrupción, etc. Intangibles que son el común deseo o rechazo de toda la gente. Otros son los dogmas religiosos que conocemos o de los que sabemos contienen las doctrinas de los credos de La Fe. Igual son y existen a pesar de que los ignoremos. Y son manejados por personas religiosas que difunden su religión con base en ellos. “Ayúdate que yo te ayudaré”, “Tú eres excelente”. “Piensa como un campeón y lo serás”, no hay sexo, sino género, etc. Axiomas que se convertirán en lo que son, verdaderos paralogismos. Que engañarán tarde o temprano a sus adeptos o seguidores.
La mayoría de las personas no verán y no considerarán los postulados como espirituales o religiosos. Tenderán a mezclar sus sentimientos y estados de ser intangibles con los conceptos religiosos. Teniendo como consecuencia no sólo una gran confusión, sino estableciendo con ello premisas falsas. Lo que por obligación conlleva a resultados no sólo inciertos, sino total e igualmente falsos. Es labor de la persona simoníaca lograr que la gente no se dé cuenta de ello y así de una sibilina forma, establecer la simonía, es decir, mantener el engaño de su interés particular a costa del daño de los demás, creyentes de su causas o movimiento.
El simoníaco-y la simoníaca-es un mercenario porque siempre obtendrá una ganancia económica, política, moral, religiosa o de algún tipo. Nada hace sino hay una ganancia. Entonces existen mercenarios de todos estos tipos. Incluyendo los políticos y de Género. Todos se distinguen por su gran capacidad de comunicación, por su magnífica retórica. La que moverá masas de gente. Grandes grupos de personas que casi siempre permearán en las sociedades para reclutar miembros más para su causa.
Es parte importante en la labor del simoníaco atraer masas para lograr sus propósitos. Éste, no iniciará-necesariamente-desde una posición de gran poder y visibilidad. Va creciendo poco a poco, generando historias que avalen su efectividad. Las que con el tiempo se mezclarán con otro tipo de historias o historietas que girarán alrededor del hecho en cuestión. Dando lugar a mitos. Los que se componen de un ingrediente que sí es verdadero e incluyen muchos otros que no lo serán.
Los mitos pueden ser auto-creados o generados por los seguidores del simoníaco. Uno de los más grandes simoníacos conocidos en la historia reciente sería el señor Paul Joseph Goebbels, un antisemita radical y predicador de la doctrina “hitleriana”. Que movió toda la maquinaria nazi convenciendo a la Alemania de los años treinta que eran la raza superior. Que Alemania estaba destinada a gobernar al mundo por un milenio de paz y prosperidad, felicidad y amor. Que Adolfo Hitler era su “mesías”.
Algo sumamente parecido ha sucedido en México con el llamado gasolinazo. No solo ha provocado fuertes protestas por la forma de llevarlo a cabo y por el aumento mismo del precio en las gasolinas, sino que movió gente a realizar saqueos que por el alza en el precio final. Éstas no los comparto y repruebo totalmente. NO así la protesta por el precio.
La masas salieron a las calles a hacer desmanes movidos por simoníacos que lo único que pretenden es obtener “raja política” de la situación. Pues no les importa la economía de la gente. Se han levantado grupos a decir, a explicar y defender por qué se ha dado el gasolinazo. Igual han salido otros a atacarlo. El gobierno federal tiene sus simoníacos. Otros grupos de igual forma afirman que los saqueos los ordenó el mismo gobierno para crear una “cortina de humo” al gasolinazo. Pero también hay simoníacos entre la gente y que afirman Andrés Manuel López Obrador es el gran simoníaco atrás de los saqueos a comercios en el país y las protestas porque se beneficia con todo ello. El descontento de la gente.
Ni uno ni otro grupo aportan pruebas contundentes en uno u otro sentido, solo lo dicen simoníacamente. Quedando entonces todo en el terreno de la especulación, que es la que más daño hace. Porque no generan un ambiente de certidumbre como el que se requiere para sacar al país adelante. ¿Entonces? Se genera división. Que es un subproducto que persigue el simoníaco. Porque sabe que la casa dividida, no se sostiene. Siendo este, El Meollo del Asunto.
Twitter: @elmeoyodlasunto
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