Columna: El Meollo del Asunto
Por: Daniel Valles.
Uno de los privilegios que tengo al estar constantemente viajando por el país es conocer a diferentes personas. Diversos tipos de formas de pensar, de creer, de filosofar. Las conclusiones diferentes que tienen y los conceptos o modelos para un mismo problema, como para la corrupción. A la que la mayoría de la gente se empeña en ponerle una sola cara cuando la realidad es que tiene muchísimas y muy distintas.
Al momento de escribir la presente entrega me encuentro en Cuernavaca, a donde he venido para continuar con la capacitación, continuación y puesta en marcha del proyecto “Avanza Sin Tranza”. Un esfuerzo contra cultural a la corrupción que dirijo en el país. Y es aquí, en Cuernavaca, juntamente con Mexicali, las ciudades en las que más fuerza está obteniendo. ¿Dónde más estamos? En Morelia, Iztapalapa, Jojulta, La Paz, Cabo San Lucas y por establecer en Tijuana, Ensenada, Obregón, Hermosillo, Ciudad Juárez y Aguascalientes. Todo un reto.
El día de ayer aquí en Cuernavaca me he reunido con un joven abogado morelense que me ha provocado una agradable sorpresa. ¿Por qué? Porque sus conceptos de honor y justicia, de moral y ética profesional son un ejemplo para su generación que parece no creer en nada ni en nadie, solo en ellos mismos y su dinero. Generación que se distingue por no valorar aspectos morales y éticos de la vida personal y profesional. Más esto no es todo lo que descubrí. Me dejó ver algo que pocas veces se ve entre profesionales. La aceptación del alto grado de corrupción que la profesión que tiene y de la que vive. La abogacía. El ser abogado litigante.
“Donde quieras que vaya, ha de irse repartiendo dinero. Porque eso es lo que hace funcionar la maquinaria de la justicia. Donde todo tiene un precio”. Dice el abogado Salvador Larrinaga.
¿A qué crees que se deba eso? le pregunto. “A que no hay honor en las personas. En los abogados, en quienes les contratan y en los magistrados, los jueces. En el sistema en general”.
La honorabilidad, le digo, es un concepto que se ha dejado de usar y más de practicar. A nadie le interesa aparecer como una persona honorable, sino exitosa. Se pretende ser honorable, pero no se es.
Hubo un momento en que Larrinaga pensó en dejar la profesión. Pero siendo su familia una donde hay más de una docena de ellos, se sobre puso. ¿La razón para ello? La corrupción. “Somos los técnicos de la ley, sabemos cómo funciona el sistema y el sistema está hecho para que se practique la corrupción. Lo han complicado los abogados provocando con ello la ausencia de la honorabilidad en los asuntos”.
Más de uno de nosotros mortales nos hemos quejado de los abogados en algún momento de la vida. Y no es que sean ellos y ellas las únicas personas en donde se puede encontrar la corrupción. Está presente en todas partes. Es realmente omnipresente. Agentes de seguros, periodistas, sacerdotes, pastores, dentistas, en todas partes se cuecen habas. No solo en los lugares de gobierno, como es la opinión de la mayoría de las personas en México. No toman en cuenta que para que la corrupción exista y se dé en esos lugares se requiere al menos que haya dos personas que participen. De otra forma se llamaría solo “rupción” y sin el prefijo “co”.
Corrupción es la acción de dos que destruyen o echan a perder algo a alguien.
Para combatir efectivamente la corrupción se requiere de una decisión personal meditada, libre, consiente, responsable de lo que la corrupción causa. Daños a las familias, a las personas. Malogra la educación, la salud, las relaciones entre empresas, personas, etc. Es la razón principal para que en México no se tenga medicinas en los sistemas de salud. Profesionistas mal preparados. Pensiones de miseria y muchos aspectos más de la vida.
Según Transparencia Mexicana se va en sobornos y mordidas el 9% del PIB, en más de 200 millones de actos corrutos al año. Donde cada familia destina el 14% de sus ingresos a pagos “extras” para trámites fuera de la ley.
“En la cátedra-me dice el abogado-te están preparando para entrar a un sistema corrupto”. Eso es decepcionante. El que en la misma universidad los maestros que imparten la materia hablen de esta corrupción como si fuera lo normal. La que hace funcionar al sistema. Y lo es.
Mas no todo es repartir dinero. Se practica la corrupción de otra forma. ¿Cuál? “Cuando nadie es responsable de fracasar. Nadie tiene la culpa. Fue otro quien provocó que no se ganara el asunto”. Eso es corrupción. Cuando el juez dice una cosas y luego otra. ¿Por qué? Porque le llegan al precio que pone. Entonces aprende el código extra curricular del abogado: “No necesito saber más, No tengo la culpa, alguien todo lo arregla. No hay honorabilidad”.
Recuperar el honor para mejorar la sociedad Es la conclusión del abogado. Algo que le fue inculcado por su abuelo y que yo asiento. Se requiere retomar los principios que manejaban antaño las personas honorables. Aunque a los progresistas actuales y mal llamados liberales les chocan. Como el honor, que es una cualidad moral que impulsa a una persona a actuar rectamente, cumpliendo su deber y de acuerdo con la moral. La honorabilidad; la cualidad de la persona o cosa que es honorable. Entonces es recuperar los principios que hicieron que el sistema funcionara por sí mismo. Como el Juicio Mercantil de antaño. Donde el pagaré firmado, en caso de no cubrirse en su tiempo establecido, se pagaba y en el acto cesaba la responsabilidad del deudor. No como ahora, en que los mismos jueces han enseñado a los abogados cómo hacer para evitar que un pagaré firmado no se pague y no pase nada. Claro, mediante una cuota que paga quien tenga el interés. Eso es corrupción.
La entrevista que he tenido con el abogado me ha dejado con la esperanza de que no todo está perdido. De que hay profesionales de su generación que no están pensando solo en hacer dinero a cualquier costo. Sino que hay una camada de profesionales que cree y quiere tener un mejor sistema, un mejor México. Por eso vale la pena seguir adelante con el programa Avanza Sin Tranza en el país. Porque permite descubrir unir y darles una causa a muchas personas que como el Lic. Salvador Larrinaga, abogado, quieren que México sea mejor. Y eso es, El Meollo del Asunto.
Twitter: @elmeoyodlasunto
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Imagen de: El Semanario Sin Límites