Llegas el lunes al trabajo con un cuerpo casi destrozado, subes tan sólo cinco escalones y se sienten como escalar el Monte Everest, y ni que decir de ir al baño, ese lunes que se vuelve el antagónico en esa épica película que escribiste el domingo anterior cuando rompiste tus límites corriendo el tan esperado medio maratón o mejor aun cuando venciste:
-Al viejo loco llamado Don Maratón-
Todo ese dolor abrazado a tus piernas, y no sólo a ellas, sino a un sinnúmero de partes de tu cuerpo que quizá ni sabías que existían, es un clásico lunes después de carrera, y sabes que también una pregunta te espera:
-¿En qué lugar quedaste?-
Como corredores quisiéramos escuchar dentro de nuestro espacio laboral, cosas como: ¿Y ahora cuántas emociones experimentaste? ¿Qué pensabas mientras corrías? O quizá; ¿Qué cosas se trasformaron en tu vida?
Pero no, en el mundo real de la gente que no corre o peor aún… la que no tiene ningún hábito por algún deporte, lo anterior jamás lo vamos a escuchar. Llevo muchos años corriendo y el clásico; -¿En qué lugar quedaste?- Se escuchará hasta la eternidad.
Pero he aprendido que la pregunta no lleva tanta envidia o incluso maldad como pudiéramos pensar, sino un desconocimiento total de nuestra actividad, por eso sin pena o enojo, tan sólo llego a responder:
-¡Quedé en el 1,503!-
Y es que ser corredor irónicamente es más que un número, va más allá de saber que 1,502 corredores llegaron antes que yo, y lo digo así… -¡Antes que yo!- porque decir que me ganaron, ¡No! Porque incluso ni yo lo hice con los 3,497 corredores que llegaron atrás de mí, porque quizás ellos ganaron más emociones que yo, más conocimientos, más aventuras o más alegrías que quizá compartirán con sus familias.
-A los únicos que les he ganado, son a esas miles o millones de personas que tomaron la firma convicción de quedarse sentados en su sillón-
Y quizá también nosotros estuvimos sentados en ese sillón de la apatía o la insatisfacción o peor aún de la depresión, por eso ahora sabemos que correr se habla en kilómetros, metros, horas, minutos y en segundos, números que si bien sólo me sirven a mí para medir cómo y a dónde voy, no miden lo que valgo como corredor.
-Porque para medir eso, aún no se ha inventado y ni se inventará ese reloj-
Ser corredor es haber tomado una importante decisión, incluso me atrevo a decir y comparar con la decisión de adquirir una hipoteca, una atractiva oferta laboral, casarte, formar una familia y muchas cosas más, la diferencia entre todas éstas y correr, es que este deporte te lleva poco a poco sin sentir, incluso sin racionalizar a un hermoso y nuevo placer del cual en ninguno otro llegaste a ver.
Éste no es un deporte del cual mañana puedas decir; -Adiós ya no me gustó- no es como asistir a unas simples sesiones de ejercicio que mañana vas a dejar, ser corredor quizá sea el deporte que llegó a nuestra vida en el momento justo que tenía que llegar, incluso a una edad donde nuestra madurez y bienestar económico, laboral o familiar encontró estabilidad.
El 1,503 lo digo con orgullo, ése… y hasta el 5,000 o 10,000. Claro que mi mente sueña con el hecho de qué se sentirá un día ganar y llegar en primer lugar, soy corredor y estoy consciente que esto es una competencia no sólo conmigo mismo, sino con miles más, y no es que correr haya hecho fuerte a mi mente y mi corazón, más bien…
-Correr les recordó que fui hecho para ser un campeón-
Así que cuando me lleguen de nuevo a preguntar dentro del trabajo, los amigos o la familia, -¿En qué lugar quedaste?- siempre con orgullo diré:
-¡Quedé en el 1,503!-
Porque después de esforzarme tantas y tantas semanas previas, en donde me acompañé del frio, del sol y hasta del dolor, incluso donde vencí a la pereza y quité algunas telarañas de mi cabeza, para llegar a ese tan ansiado y soñado domingo, justo al final de éste al ver mi medalla colgada sobre mi pecho, envuelto entre las lágrimas, sonrisas y abrazos de los que conmigo siempre han estado, es que me he preguntado:
-¿Qué tan malo es… ser el 1,503?-
-Compartea todos esos que te han cuestionado una y otra vez, lo que realmente importa en esta hermosa pasión, a la que ellos llaman simplemente... correr-
KORRIDORI MERINO