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Jueves, 19 Marzo 2015 03:33

¿Proteger y servir?

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Antes de abordar el autobús para León, Guanajuato, Iqbal dio media vuelta, me miró con lágrimas en los ojos y dijo: “Gracias, hoy fuiste mi ángel”. Se me hizo un nudo en la garganta y sólo atiné a decirle que no se preocupara. Nos despedimos con un gran abrazo.

La mañana del miércoles 11 de marzo un ciudadano inglés, radicado en Nueva York, llegó de visita a México, abordó un taxi afuera del aeropuerto de la capital rumbo a la Terminal de Autobuses del Norte, pero calles adelante una patrulla de la Policía Federal le cerró el paso al vehículo, los oficiales descendieron y al turista le pusieron la pistola en la cabeza: “Pinche gringo, nos das todo lo que tienes”, y “tú no viste nada”, le dijeron al conductor.

Cartera con dos mil dólares, computadora, pasaporte, equipaje y teléfono celular cambiaron rápidamente de dueño; en menos de 30 segundos se consumó el atraco. El taxista se ofreció a llevarlo a la embajada británica, donde a Iqbal le recomendaron no levantar el acta: “esto es México y puede haber represalias; así es la policía”, le dijeron en la sede diplomática. Como no podía comprobar su nacionalidad se negaron a ofrecerle ayuda económica hasta que recuperara sus documentos.

A las tres de la tarde vagaba por la terminal 2 del aeropuerto, donde otro conductor lo llevó. Sin el apoyo de su embajada sólo quiso regresar a ese lugar a ver si podía ser auxiliado por otro compatriota. Más tarde deambuló por las calles cercanas, trataba de comunicarse preguntando si alguien hablaba inglés. Fue ahí hasta que lo topé. Me contó su desventura con la impotencia de quien se siente ultrajado cuando va de visita a un país y de repente se queda con lo que trae puesto.

Sin ningún contacto más que el nombre de un amigo suyo que vive en León, le ofrecí de comer, lo cual rechazó. Mi jefa y yo accedimos a comprarle un boleto de autobús para que llegara a esa ciudad, pues pretendía irse a pie.

Es triste saber que los únicos que pueden protegernos, como lo dice su lema en la parte posterior de todos los vehículos, son los que están autorizados para robar. Al turista le recomendé poner una demanda, pero tenía miedo, sólo quería llegar con su amigo, olvidar el incidente y tratar de disfrutar algunos días del clima mexicano.

Con esas conductas sólo podemos encomendarnos a una fuerza superior, porque la fe en las autoridades, en los políticos y en la policía no existe. “Hay que hacer justicia por nuestra propia mano”, me dijo un vecino ante los constantes robos en la zona donde vivo, “verás que con unos linchados ni la policía se mete por acá y los rateros la pensarán dos veces antes de quererse llevar una gallina”.

Tenemos la policía que no merecemos.

 

 

 

 

Imagen de: www.periodicorealidadesmx.com
Las opiniones aquí expresadas son exclusivas de quien las escribe, no reflejando así las del portal www.realidad7.com

Victor Manuel García Santiago

Periodista y catedrático UNAM. Amante del cine, música, escribir, leer y enseñar. Apasionado por los medios. Amo a mi familia y Bronco de Denver de Corazón. 

Twitter @Vikusan 

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