Hace un mes la empresa española OHL reclamó una jugosa indemnización al gobierno del estado de México y al del Distrito Federal por la baja afluencia vehicular de las autopistas que construyó y tiene concesionadas (Viaducto Elevado y Circuito Exterior Mexiquense), indicativo de que el caldo salió más caro que las albóndigas. Agrega que los costos de operación son demasiados, pero para el usuario común esas autopistas interurbanas son demasiado caras, más que cualquiera manejada por Capufe. Hagamos una comparación.
El Circuito Exterior Mexiquense tiene 110 kilómetros, aunque la nomenclatura indica de la México-Querétaro a la México-Puebla indique 88, con un costo de 262 pesos; la ventaja radica en ahorro de tiempo y combustible ̶sobre todo a los camioneros̶ más cuando se quiere evitar el tráfico interno de la ciudad. El verdadero problema está lejos de ser la escasa circulación que alega OHL, (pues para quienes la transitamos está con un tráfico moderado y estorboso) sino el altísimo costo del peaje.
Aunado a eso, los tráileres y camiones torton son los principales usuarios, por lo que representa un riesgo conducir entre tanto monstruo; el sistema de pago es dinero en efectivo, por lo que debe ir uno bien surtido (lo saben los rateros y los policías) sin cajero automático en todo el trayecto; otra opción es el tag, pero aún con éste debe hacerse fila, porque el carril exclusivo no está aislado hasta que casi se alcanza la caseta, además de que hay sólo dos módulos de pago, por lo que el tráfico se acentúa antes de pasar las seis plazas de cobro.
A nadie se le ocurrió instalar sanitarios: cuando los usuarios somos hombres quizás orillarse y regar la hierba lateral sea una excelente opción, pero no lo ideal si se requiere un servicio más urgente. Cómo puede ser posible que andes 88 kilómetros o más sin que puedas detenerte a estirar las piernas o comprar un refrigerio, porque tampoco hay una sola tienda.
Para terminar el rosario de la inoperatividad, es una autopista muy insegura, no sólo por la cantidad de delincuentes que hay en ciertos tramos, y aunque se vea que anda cerca una patrulla de la SSC del estado de México, no se sabe a quién temerle más.
El gobierno estatal favoreció a esta empresa con la concesión cuando gobernaba Enrique Peña Nieto. Los escándalos, filtraciones de corrupción y ejidatarios que reclaman adeudos no han cejado, ya nadie les quiere hablar, pero en lugar de mejorar el servicio incrementan costos e insertan casetas para obtener más dividendos. La federación debe revisar la concesión y de ser posible revocarla para que Capufe administre la vía, con mejores precios y servicios, pues parece que OHL ya se arrepiente de lo caro que le salieron las dádivas a funcionarios.