Las declaraciones y los agravios contra México y los mexicanos de Donald Trump empezaron desde los tiempos de su precampaña para alcanzar la candidatura republicana a la Presidencia de Estados Unidos. Como candidato atizó el fuego, mantuvo su discurso como Presidente Electo y desde el primer día de su mandato, tiene apenas 33 en la Casa Blanca, no ha dejado su discurso y ordena acciones que confirman que su animadversión será permanente.
En todo este tiempo el gobierno mexicano no ha osado en ningún momento en ponerle un alto, vamos ni siquiera con una discreta nota diplomática.
Desde ayer por la tarde se encuentran en México como representantes de Trump, los secretarios de Seguridad Interna y de Estado, John Kelly y Rex Tillerson, respectivamente. Por la noche sostuvieron una cena con los titulares mexicanos de Relaciones Exteriores, Defensa y Marina. Hoy estarán en reuniones oficiales.
Apenas ayer, 22 de febrero, el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, se atrevió, presionado por los diputados federales, a fijar posición y señalar que México no aceptará ningún migrante deportado de Estados Unidos que no sea mexicano, como pretende con sus últimas medidas anunciadas el lunes la administración Trump.
“Si el gobierno de Estados Unidos insiste en que quiere deportar a México, que quiere enviar a México personas que no son de nacionalidad mexicana, México no tiene por qué recibirlos, y en ese momento iniciaríamos un proceso de exigirle al gobierno de Estados Unidos que, en cada caso, acredite la nacionalidad de la persona que está enviando.
“Sería francamente una acción de carácter unilateral sin precedentes que los propios Estados Unidos no aceptaría”, dijo un Videgaray extrañamente valiente porque él ha sido quien más ha defendido establecer buenas relaciones con el gobierno estadunidense, el cual sólo ha lanzado agresiones que en el gobierno mexicano no han querido ver.
El lunes pasado, el Departamento de Seguridad Interna de Estados Unidos ordenó deportar y “retener” en México a migrantes detenidos por la Patrulla Fronteriza aunque no sean mexicanos.
En el memorando, Kelly ordenó proveer equipos de teleconferencias para potenciales centros de detención en territorio mexicano -o canadiense- desde donde EU procesaría los casos de los migrantes no mexicanos. Pero, imposible, su intención es instalar centros de detención estadunidenses en territorio mexicano.
El secretario de Seguridad Interna ordenó a sus agencias fronterizas, Aduanas y Protección Migratoria (CBP) y Aduanas y Control Migratorio (ICE), devolver a los migrantes no mexicanos al país por donde ingresaron ilegalmente en lugar de retenerlos en EU.
“El personal de CBP e ICE deberán, en tanto sea razonablemente práctico, devolver a los extranjeros (...) que estén en procesos de remoción (...) al territorio de los países contiguos de donde hayan llegado”, establece el memorando de 13 páginas firmado por Kelly y oficializado el lunes pasado.
Vale la pena subrayar que tan sólo en el año fiscal 2016, la Patrulla Fronteriza detuvo a más de 218 mil migrantes no mexicanos en la frontera con México -incluyendo brasileños, salvadoreños y nigerianos-, un número mayor a los 190 mil mexicanos detenidos en ese mismo periodo.
Se espera que el tema de la seguridad fronteriza sea central en las reuniones que sostendrán el Presidente Enrique Peña y miembros de su gabinete con los representantes de Trump.
Y que ahora sí haya posiciones enérgicas y no sólo cumplan con las indicaciones que llegan desde Estados Unidos.
Antes de llegar a México, Kelly estuvo en Guatemala y ahí precisó que el gobierno estadounidense interceptará a los migrantes indocumentados que lleguen a sus fronteras y, según la orden ejecutiva del Presidente Donald Trump, los devolverá a sus países de origen tan rápido como puedan.
Frente al canciller guatemalteco, el funcionario sostuvo: “quiero abordar muy brevemente una de las órdenes ejecutivas, y explicarla, que el Presidente Trump recientemente hizo pública. Él autorizó al Departamento de Seguridad Interna para proteger y de hecho ganar control de nuestras fronteras.
“(Él) autorizó más oficiales de la Patrulla Fronteriza, más recursos de detención en la frontera, la construcción donde tenga sentido de una barrera física. “Y él (Trump) me enfatizó la misión de interceptar a los inmigrantes irregulares de cualquier país en nuestra frontera, tratarlos humanamente y devolverlos a su país de origen tan rápido como se pueda”.
Al Presidente de Guatemala, Jimmy Morales, le aseguró que no habrá deportaciones masivas. Lo que no dijo a los guatemaltecos es que el Departamento de Seguridad Interna de Estados Unidos ordenó deportar y retener en México a migrantes detenidos por la Patrulla Fronteriza aunque no sean mexicanos.
La política agresiva y antiinmigrante de Trump no ha tenido un minuto de descanso desde que empezó su mandato.
Todo indica que no cambiará y los mexicanos exigimos que nuestro gobierno defienda la soberanía nacional y nuestros intereses.
Es ahora o nunca, tienen que ver que el Presidente de Estados Unidos no abandonará su belicosidad y los agredidos somos nosotros y los millones de mexicanos que viven en el vecino país y están aterrados por las amenazas que padecen un día sí y otro también.
Trump ordenó: primero deportar y luego averiguar.
Esa no es vida para ningún migrante sea legal o no.
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