De los derechos humanos primordiales, tanto de hombres como de mujeres, debería ser la integridad del propio cuerpo, sin embargo, algo que parece tan elemental, no está totalmente protegido ni por las leyes, ni por nosotros mismos, recién se dio la noticia que, en algunas naciones africanas, ya es considerada como crimen la mutilación genital femenina, sin embargo es una práctica vigente a la que están condenadas más de 140 millones de mujeres en el mundo y un destino para aproximadamente 3 millones de niñas cada año, según cifras de la ONU.
Las razones para esta práctica se resumen a creencias religiosas, factores sociales y culturales, en definición de la Organización Mundial de la Salud, la mutilación genital femenina (MGF) comprende todos los procedimientos consistentes en la resección parcial o total de los genitales externos femeninos, así como otras lesiones de los órganos genitales femeninos por motivos no médicos, se clasifica en cuatro tipos principales:
Clitoridectomía: resección parcial o total del clítoris (órgano pequeño, sensible y eréctil de los genitales femeninos) y, en casos muy infrecuentes, solo del prepucio (pliegue de piel que rodea el clítoris).
Escisión: resección parcial o total del clítoris y los labios menores, con o sin escisión de los labios mayores.
Infibulación: estrechamiento de la abertura vaginal para crear un sello mediante el corte y la recolocación de los labios menores o mayores, con o sin resección del clítoris.
Otros: todos los demás procedimientos lesivos de los genitales externos con fines no médicos, tales como la perforación, incisión, raspado o cauterización de la zona genital.
La Asamblea General de las Naciones Unidas en su informe de la Tercera Comisión en marzo de 2013, reconoce que “la mutilación genital femenina es un abuso irreparable e irreversible que repercute negativamente en los derechos humanos de las mujeres”, por que “la mutilación genital femenina es una práctica nociva que constituye una grave amenaza para la salud de las mujeres y las niñas, incluida su salud mental, sexual y reproductiva, que puede incrementar su vulnerabilidad al VIH y tener resultados adversos desde el punto de vista obstétrico y prenatal, así como consecuencias fatales para la madre y el recién nacido”.
La mutilación genital femenina se considera parte de la “buena crianza de la niña y una forma de prepararla para la vida adulta y el matrimonio”, la edad a la que son sometidas las mujeres a este procedimiento va desde la lactancia hasta los 15 años, países con religiones como la musulmana y cristiana tienen un alto índice en esta práctica, la MFF se concentra principalmente en 29 países de África y de Oriente Medio, la ablación es un problema universal y se practica en algunos países de Asia y América Latina. Además, persiste también en las poblaciones emigrantes que viven en Europa Occidental, en Norte América, Australia y Nueva Zelanda.
“Usos y costumbres” que se van extendiendo alrededor del mundo y que a pesar de las recomendaciones de la ONU, personal médico interviene en estos procedimientos a solicitud de los padres.
No es un discurso gastado el alzar la voz por la equidad de género, nadie debe cansarse de proteger la integridad de los seres humanos y luchar por sus derechos, el tema no es ajeno a nuestra sociedad, pues algunas creencias sobre “el valor de la mujer” están presentes en nuestras comunidades, además los fenómenos de migración van llevando sus prácticas alrededor del mundo y las cifras crecen, en lugar de disminuir.
La ONU, ha recomendado al personal médico abstenerse de realizar esta práctica, su erradicación puede ser fácil si todos los sectores involucrados deciden dar fin a esta “costumbre” y si la sociedad en general tiene información al respecto y orienta a las mujeres sobre sus derechos sexuales y reproductivos.
Países como Mauritania, Yemen, Burkina Faso, Kenia, Etiopía, Mali, Somalia, Uganda, Egipto y Eritrea, han empezado a hacer conciencia para frenar este problema y han elaborado campañas para concientizar a los trabajadores de la salud y autoridades para evitar este procedimiento que lacera a las mujeres.
Hombres y mujeres tienen derecho a conservar íntegro su cuerpo y decidir sobre el mismo, su sexualidad y salud, terminemos con costumbres que van en contra de nosotros mismos.