Por: Daniel Valles.

          “Donald Trump es un racista. Esparce un discurso de odio. Es misógino y está en contra de los mexicanos en EUA”.

Este es un comentario que se escucha con mucha frecuencia para ir en contra de un hombre que le ganó la presidencia de EUA a la consentida del feminismo de género, el aborto, lo políticamente correcto y la representante máxima del relativismo del posmodernismo que se vive actualmente. Hillary Clinton.

Se sabía que si la señora ganaba la elección, se continuaría con la doctrina “Progresista” que ha manejado. Donde el progreso no es lo que se tiene en mente, sino el trastocar los cimientos de la sociedad desde su base más firme. La Familia. Pero ese es tema de otra entrega. Hilary era, “cambiar para seguir igual”. Algo muy conveniente para un segmento grande de la población en el mundo. Sin embargo, hay otro que dijo que no, que debía haber un cambio para que las cosas no fueran iguales. Y ya sabemos, los cambios asustan o generan temor ante la incertidumbre que provocan.

El ser racista es el principal motivo porque en México no se acepta a Donald Trump. Acepto y entiendo que ha dicho cosas que son ofensivas. Pero también hubo un cantante francés que dijo que las mujeres mexicanas, todas, eran bigotonas y feas. Elvis Presley dijo una vez que prefería casarse con un perro, que con una mexicana. Y eso no es lo peor. Las que sí son graves muestras de discriminación y racismo son las de las llamadas “ladies y lords” que las redes sociales y los medios de comunicación dan a conocer frecuentemente. Donde vemos a personas en sus “carrazos”, con sus guaruras, ofendiendo, atropellando, gritando todo tipo de epítetos a policías, a indígenas, a mujeres, a ancianos y personas en general a las que desprecian y odian en ese momento en que le insultan y le hacen ver o su condición de menor ingreso o de la calidad de su ropa, o de las condiciones de su automóvil. Estas personas lanzan epítetos como estos.

“No sabes quién soy”, “indio pata rajada”. “Mugroso, me vales madres, hazle como quieras”.

¿Se parece esto a lo que el señor Trump gritó y que en México se le reclama por ser ofensivo y racista? Sí.

Lo que considero que es peor, por tratarse de un desprecio de mexicanos hacia mexicanos. No es un extranjero. Es una mexicana. Es un mexicano.

La Real Academia Española (RAE), establece en su diccionario que el término “discriminar” tiene dos significados:

1. tr. Separar, distinguir, diferenciar una cosa de otra y;

2. tr. Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.

El primero refiere al simple hecho de diferenciar y el otro pone el énfasis en el trato social diferenciado. La Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación promulgada en México, establece que: “toda distinción, exclusión o restricción que, basada en el origen étnico o nacional, sexo, edad, discapacidad, condición social o económica, condiciones de salud, embarazo, lengua, religión, opiniones, preferencias sexuales, estado civil o cualquier otra, tenga por efecto impedir o anular el reconocimiento o el ejercicio de los derechos y la igualdad real de oportunidades de las personas”. 

Pero eso dice la Academia, a eso se refiere la ley. Ambas son sólo letras muertas. Ya que en nuestro país, de acuerdo al INE, el 70% de la población discrimina. Siendo el color de la piel la forma más común de discriminación. Y 76.4%, discrimina por clase social.

En la campaña presidencial de EPN, uno de sus puntos importantes ofrecidos en un decálogo que presentaría al inicio, incluía el de la No discriminación. El presidente se propuso entonces: “utilizar el poder presidencial como una herramienta para acabar con la discriminación en México. Gobernaré sin prejuicios y promoveré una cultura de respeto e inclusión en la vida social y productiva de todas las minorías, así como de las personas con discapacidad. En política migratoria, daremos un trato a los migrantes en México como el que exigimos para nuestros paisanos en el extranjero”. Lo que está pendiente como muchas otras cosas en su gobierno.

En México criticamos mucho la discriminación que se hace en otros países y no notamos la que ejercemos nosotros contra los nuestros. Como la corrupción personal, la toleramos. Ahí El Meollo del Asunto.

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