Este 24 de febrero no sólo es Día de la Bandera, quedó oficialmente como Día del Normalismo Mexicano, de acuerdo con el Diario Oficial de la Federación en decreto emitido con esta fecha de 1987, cuando la entonces Escuela Nacional de Maestros cumplió sus cien años y adoptó la denominación de Benemérita. Sólo unas cuantas instituciones educativas en el país tienen este alto honor.

Por estos días en que ser normalista ha pasado a ser un término vilipendiado y en lugar de ser bien considerado es sinónimo de activismo político radical, pero también de discriminación, es bueno recordar que la normal de maestros de la ciudad de México, que hoy cumple 128 años de fundada, los diversos planes de estudio permitieron que al terminar la Revolución se prepararan como docentes a los alumnos más destacados que culminaban la enseñanza primaria y secundaria, pues el país estaba destrozado por la guerra y el analfabetismo.

Los tiempos cambiaron y el gobierno vio cómo algunas escuelas normales, sobre todo en provincia —que desde entonces recibieron el apelativo de rurales— le incomodaban, ya que eran un pastizal enorme de grillos donde las principales materias —hasta la fecha— eran el maoísmo y marxismo, antes que la didáctica moderna y la pedagogía. Algunas las cerró, otras han dado lucha y surtende docentes a las pobres primarias ubicadas en los rincones más apartados de la sierra.

De la Benemérita Escuela Nacional de Maestros egresó la última generación con secundaria en 1987. Aproximadamente mil nuevos profesores —de 10 mil que intentaron entrar cuatro años antes— se diseminaron por el Distrito Federal y en zonas rurales de Querétaro, Guanajuato y Puebla. Muchos siguen en la verdadera lucha en el principal lugar que debe estar un educador de origen normalista: el salón de clases. Hoy egresan de 250 a 300 nuevos docentes con licenciatura y el hermoso edificio se ha vuelto un elefante blanco.

El normalismo que sostiene la educación en México está por extinguirse. El desgaste del trabajo con niños es enorme, los retiros llegan y los achaques que un gran número de mentores sufre ha obligado a las autoridades a contratar pedagogos, además de las nuevas disposiciones paraparticipar en la selección de candidatos vía el examen de ingreso. De la misma manera lo poco que queda de orgullo de aquellos veteranos maestros se ve a diario en los salones, en su obra, en quienes a pesar de las cada vez más exigentes condiciones laborales y sueldos magros, no se achican en su labor cotidiana.

Una felicitación a quienes llevan aún el verdadero normalismo en la piel, ésa que se enchina cuando escucha el clásico ¡Lux Pax Vix!

Imagen de: @Vikusan

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