Desde que en la Ciudad de México comenzó el programa Hoy no circula hace más de 25 años, la construcción de los segundos pisos con Andrés Manuel López Obrador y por ende el incremento del parque vehicular, además del poco impulso del transporte público y el mal estado del existente, no había visto semejante caos vial por el cierre de avenidas impuesto con la llegada de Francisco I. No hubo de otra que resignarse y esperar a que tan distinguido visitante se fuera.
El Papa mediático hizo que la figura de Juan Pablo II pasara a segundo plano, el idioma fue determinante para que la gente se sintiera más cerca al pontífice. Sin embargo, pudimos ver que los medios de comunicación, especialmente tres, se dieron vuelo con su visita, nos lo recetaron incluso dormidos y el bombardeo fue cruel e inhumano. Lo mejor que pudimos hacer fue apagar radio y televisión para no odiar todo el entorno creado.
Pero eso era de esperarse, la pelea la publicidad tenía que ser explotada por esos medios que han visto menguados sus ingresos con las nuevas plataformas de audio y video que los han puesto a temblar; qué mejor momento escogió el Papa para venir a México. Lo realmente preocupante ocurrió con los políticos.
Sabemos que cada quien puede expresar su fe de la manera que mejor le plazca, pero llegar a tal punto de servilismo fue exasperante, aunque sepamos que al Estado laico Carlos Salinas lo echó de México al proponer reformas constitucionales que integraban a las iglesias a la vida política. Claro que la de más peso siempre ha sido la católica, pues de acuerdo con el INEGI aproximadamente 90 por ciento de la población tiene esa creencia.
Las imágenes quedaron claras: la figura papal sometió y embelesó a todos los políticos que lo siguieron con familiares, amigos y recomendados a todos los actos, el Papa sólo mencionó por encima a los miles de desaparecidos, sin querer entrar en conflicto con casos específicos, omitió la palabra feminicidio en su visita al Estado de México y terminó por verse diplomáticamente correcto.
Todos aquellos funcionarios que alguna culpan guardan se dieron golpes de pecho, les entró por un oído y escupieron el concepto papa sobre la corrupción. Creen que su conciencia está tranquila y tienen la esperanza de que la religión los recibirá con los brazos abiertos al quedar bien en la visita, no importa su falta de honestidad, al fin las únicas leyes que castigan eso no mencionan la cárcel.
El discurso del Papa se quedó corto y en cuanto se pudo, sin que se viera exagerado, el presidente y su familia aprovecharon su estancia para salir en la foto junto a él, pues hay que limpiar la imagen y la de su partido para 2018.
Pregunta para el diablo
¿Quién se merece las mentadas por el caos vial generado?
Imagen de: Archivo google.
