Al inicio de la Semana Santa o Semana Mayor el clima se va a descomponer. Lo sabemos. Es una constante. Lo que ha sido cambiante en los últimos años es la apreciación del significado de la misma semana. El posmodernismo predominante en la cultura y una no muy efectiva labor de todas las Iglesias, ha provocado tanto un decaimiento del sentimiento religioso como del conocimiento del significado cristiano de “La Semana Santa”.
No es igual a como cuando de niño iba a la iglesia a los “ejercicios cuaresmales”. Como cuando el “Viernes Santo”, día de la muerte de Jesús, se guardaba un “luto” general que provocaba se apagaran las televisiones y las estaciones de radio. Pues no había trasmisiones. Era un día lúgubre. No se escuchaba música. Eran “días de guardar”.
La cosa ha cambiado. ¿Qué tanto? Mucho!, Hoy guardan, pero el bikini y la tanga en la maleta y la “cheve” en las hieleras para irse de vacaciones. La empresa “GCE”, que se dedica a la investigación de la opinión publica en México, nos ofrece la perspectiva actual sobre la Semana Santa en México. “Donde el 70.7 por ciento de los jóvenes sólo ven la Semana Santa como un periodo vacacional y 37 de cada 100 confiesan que en lo personal se encuentran alejados de la religión católica. Referente a la Semana Mayor y el respeto a sus tradiciones, 15 de cada 100 consultados dijeron que las nuevas generaciones aún se interesan en ella, cinco ya no las aprecian, pero 70 reconocen que los “días santos” son solamente vacaciones y diversión”. De acuerdo al estudio de opinión realizado por Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE).
Ahora, para millones de cristianos católicos y evangélicos, la Semana Santa tiene su clímax en las últimas doce horas de la vida de Jesús de Nazareth. Quien es el protagonista de la Semana Santa, aunque los jóvenes sólo piensen en vacaciones y los adultos se sientan cada vez menos identificados con ella en el sentido cristiano.
La Semana Santa tiene su significado y realza estas horas en la vida del Mesías, que inician con el jueves y terminan el domingo de Resurrección. Son las más intensas horas de la vida de Jesús. Las más dramáticas. Las más crueles y las más definitivas en la existencia de éste histórico hombre, Jesús. Quien siempre estuvo esperando el momento de ser traicionado y morir de la forma en cómo murió.
La pasión de Jesús inicia en un lugar llamado el Jardín de la Prensa de los Olivos o del Getsemaní. Que es la traducción literal: Prensa de Olivo. Donde Jesús sería machacado de la misma forma como lo es una aceituna en la prensa de donde se obtendrá el preciado aceite. El relato del Evangelio de S. Mateo lo cuenta así.
- “Jesús acostumbraba ir a orar ahí. Lo hacía frecuentemente solo” (Mt. 14:23). Ahora tres de sus discípulos le acompañaban. (Mt. 17:1). Era quienes previamente le habían visto y oído en la “transfiguración”. O junto con los demás, al haber realizado las obras de sanidad y provisión milagrosas. Ahora conocerían otra etapa. La de la víspera de su muerte. Es su pasión. El relato continúa describiendo la etapa que transcurre:
- “Jesús estaba triste hasta la muerte”. Una gran angustia y temor se apoderaba de ÉL. Su único recurso, la oración. La que era la ayuda a su estado. No necesitaba de terapia alguna o de acudir al psiquiatra. Menos a las drogas. Aprendemos en este ejemplo que quienes oran se abren paso a través de los contratiempos de la vida misma.
Jesús siempre supo lo que tenía que vivir en las doce horas últimas de su existencia terrena. Serían las más intensas y cruciales. Sabía del peso de todas las maldades de la humanidad. Las que serían cargadas en ÉL. Las de todos los seres humanos que han existido y existirán. No las había sentido hasta entonces. Su cuerpo, alma y espíritu se empezaban a cargar del sentimiento y del dolor.
Eso es lo que dicen los evangelios, eso es lo que es creído por millones y millones de personas al rededor del mundo que venerar y adoran la persona de Jesús como el Hijos de DIOS y como DIOS mismo. Mat 26:28 “porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos, para el perdón de los pecados”.
En su trato con cada persona con la que se cruzó en su vida, Jesús nos muestra lo que el ser humano puede ser capaz de hacer. Tratar sin distingos a todos y cada uno de los seres humanos con los que se tiene contacto. A pesar de quién se trate. A esto hoy le llamamos equidad. También el tener tolerancia.
Jesús nos enseña y nos pone el máximo ejemplo del trato igualitario y sin distingos hacia las personas. Como para con la mujer llamada María de Magdala. Una prostituta sorprendida en el acto mismo del adulterio. La ley mosaica demandaba que la mujer fuera apedreada hasta la muerte. No así el hombre. Jn.8:4-11
Las feministas de hoy dirían que esto era así debido a “la cultura patriarcal” predominante. Y con razón. Pero Jesús, con calma y certeza comienza a escribir con su dedo en la arena algo que no se nos dice qué fue. Para luego decir: “El que de ustedes esté libre de pecado, arroje la primera piedra”.
Es entonces que los castigadores religiosos no tienen opción y se frenan. Frustrados, arrojan sus piedras al suelo. No podrán satisfacer sus instintos y deseos de sangre. Sin embargo, la lección está dada. No solamente se trata del perdón ofrecido para la mujer-y para todos-sino que se extiende a la restauración de la vida del ser humano representado ahora en María de Magdala.
En ese momento la posición de la mujer es reivindicada y ahora con este ejemplo, la mujer es considerada por primera vez en la historia, como una persona que habrá de gozar de los mismos beneficios que el hombre tiene. Jesús es así el primer y principal reivindicador de la mujer. “Ni YO te condeno. Vete y no peques más”. Es el mensaje para María. Quien se arrepiente de su vida y se restaura.
Qué equivocado está el feminismo de género que considera a Jesús su enemigo. Al cual le ha declarado la guerra. A lo realizado por Jesús con la mujer, hoy se le llama pomposamente; “equidad de género”. Para Jesús era sólo el trato afectivo que diariamente daba a todas las personas. Sin reproches. Lo que es digno de imitar no sólo durante la Semana Santa, sino todos los días de nuestra existencia. Y ese es, EL Meollo del Asunto.
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