Hace aproximadamente 3 meses escribí sobre lo que sería el ocaso del Movimiento de Regeneración Nacional (morena) en la capital poblana.
Las malas decisiones, la corrupción, el pésimo desempeño de los gobiernos morenistas y la soberbia de quienes dirigen ese partido que resultó peor que todos los otros partidos juntos, llevan directo al basurero de la historia a Claudia Rivera Vivanco, quien se empeñó en abanderar al partido que lo mismo recluta abusadores de menores sexuales, corruptos, narcos, violentadores de mujeres y cuanta maña se puedan imaginar.
Y es que a notar de sus últimos contenidos publicados por la candidata reeleccionista, ha comenzado la repartición de culpas e incluso, ha preferido colgarse de la marca Morena y alejarse de ella misma y su poco trabajo al frente del Ayuntamiento de Puebla.
Vea usted amable lector, la soberbia de la alcaldesa con licencia que busca la reelección no sólo demostró su inexperiencia para gobernar, sino que como buen mal de la mayoría de los gobernantes, se creyó todo lo que le decían sus más cercanos, pese a permanecer en el top 5 de los peores alcaldes evaluados de un total de 100 funcionarios de acuerdo a las mediciones de la consultora CE México.
A inicio de la campaña culpó a su oponente interno, el impresentable Gabriel Biestro Medinilla (el galán de balneario) quien contendió por la candidatura de Morena a la alcaldía, lo acusó de traidor y corrupto lo cuál es cierto, sin embargo, la ruptura al interior de morena es una parte fundamental del fracaso de Rivera Vivanco quien no tuvo una operación cicatriz exitosa.
Posteriormente tras el amargo trago de realidad de la alcaldesa reeleccionista que tuvo a su paso por las calles y con la gente a la que gobernó por más de dos años, la orillaron a culpar a los manifestantes y acusarlos de estar pagados por alguna mafia del poder, muy al estilo de la 4T y sus mediocres gobiernos.
Horas después culpó a los medios de comunicación por difundir los reclamos ciudadanos de los poblanos, además de acusarlos presuntamente de estar coludidos con el gobierno del estado a cargo del gobernador de Puebla Luis Miguel Barbosa y unos más con el PRIAN.
La cúspide de la desfachatez y la muestra total de la desesperación morenista, llegó el pasado 13 de mayo cuando la coordinadora de campaña de la alcaldesa reeleccionista Liza Aceves acusó al gobernador de mantener una relación sentimental – léase infidelidad – con una familiar del candidato de la coalición Va por Puebla Eduardo Rivera, así como lo lee.
Las disculpas vinieron después pero el daño ya estaba hecho, pues para nadie son motivo de sorpresa las diferencias entre Claudia Rivera y el mandatario local, sin embargo, dicha acusación pasó el límite de lo permitido para irse al terreno familiar donde en política siempre se debe respetar. Eso cualquiera lo sabe, sin embargo, la inexperiencia de los integrantes de la campaña de Rivera Vivanco los evidenció como lo que son, unos aficionados.
El fracaso de la campaña de “Clau” como le dicen sus allegados, la han obligado incluso a sostenerse sólo de la marca morena, de encuartelarse y preferir que suceda un milagro para poder competirle al candidato opositor, una imagen en blanco con el logo de morena, la foto de la candidata transformada, en rodearse de hasta 400 brigadistas para evitar los cuestionamientos de la prensa y de los ciudadanos, aparecer en una rueda de prensa con medios alineados por convenios publicitarios para responder lo que les conviene, sin una sola imagen que haga alusión a su campaña y con perfiles de twitter creados en mayo 2021 que aplauden a la candidata, es a lo que le apostaron los brillantes estrategas de la 4T.
Ayer incluso nuevamente la coordinadora de campaña Liz Aceves acusó violencia política de género presuntamente porque Eduardo Rivera no la menciona, es decir, llegamos al momento en que si se habla mal del gobierno de morena y Claudia Rivera es violencia política de género y si no se habla también, pese a la hipocresía con la que atacó a la familiar del candidato Lalo Rivera de andar de infiel con el Gober poblano.
La repartición de culpas ya inició y terminará en próximos días cuando se revele la última parte de la novela de Claudia Rivera y su red de corrupción a través de moches a empresarios a cambio de contratos de obra pública como lo documentó Diario Cambio.
En fin, los billetazos que lleguen a caer para la movilización morenista bien podrían quedarse en manos de los de siempre, al final, saben que la inversión en votos no será redituable y si, muchos me lo han confirmado, preferirán quedarse con los “dulces” que repartirlos en un escenario donde Rivera Vivanco no ganará ni la colonia en donde vive.