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Miércoles, 11 Febrero 2015 09:29

La ciencia del amor

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En este mes  escuchamos de amor y amistad por el día de San Valentín. En lo personal cuando escucho temas del amor viene a mi mente un hombre que hace de esa palabra toda una ciencia. Es padre del psicoanálisis y hasta hoy el más destacado en la historia de la psicología  con su teoría Freudiana; me refiero a Sigmund Freud. Un hombre austriaco, fue un neurólogo que postuló teorías desde la sexualidad infantil, sinopsis, interpretación de los sueños, hasta la construcción de la etiología que se centra en el estudio de la casualidad.  

En esta ocasión abordaré diversos puntos  para reflexionar del por qué tenemos como necesidad de estar y compartir momentos con otra persona, como lo menciona también Aristóteles  que subraya la función  social del ser, que por naturaleza tendemos a convivir y fortalecer relaciones con otras personas. Por esta causa debemos ser parte de una  familia y  comunidad. Por lo tanto, surgen impulsos, y necesidades que nuestra mente crea y el cuerpo requiere como lo mencionan los estudios de Freud.

Impulsos de Eros y thanatos: Mejor conocidos como impulsos de vida y muerte. El autor lo retoma de las tragedias de Sófocles por lo que vive Antígona y Edipo Rey. Podemos observar que Eros en la mitología griega es el hijo de Afrodita (Diosa de la belleza, sexualidad y reproducción) y Ares (Dios olímpico de la guerra.)

Eros es el primordial y responsable del amor y fertilidad  es la unidad. Thanatos, de la misma etimología griega es el Dios de la muerte, que tiene como función todo lo contrario al Eros. Este tipo de impulsos son creados por nuestras mismas necesidades humanas, como la sed, el hambre, sueño y sexualidad. A estos instintos se les conoce como líbido (energía indeterminada que mueve al desarrollo general de una persona)

Impulsos amorosos: se entiende como un proceso dinámico que tiene energía, y motilidad. El autor indica que el origen de este es por una excitación corporal, o sea un estado de tensión. Como dicen “El que no controla sus impulsos amorosos se pierde en ellos; y el que sí los controla se pierde de ellos.” Por lo tanto, debemos de  mantener una estabilidad emocional para disfrutar de ellos, por lo cual debemos construir diariamente una efectiva inteligencia emocional como lo he mencionado en artículos anteriores.

 

Circuitos inconscientes:  A la hora de amar a alguien nuestra mente o mejor dicho el subconsciente es el encargado de aprobar o reprobar el sentimiento que formamos para otra persona. Tenemos tres personajes llamados id, ego y superego  que influyen en la toma de decisiones, sin embargo, nunca nos daremos cuenta del cómo y cuando nos enamoramos de alguien.

 

Ello: Es el impulso animal, el que hace que nos interesemos por otra persona, no mide consecuencias, tampoco juzga. El ello se encuentra en nuestro interior, podría decirse que es “nuestro lado oscuro y sin forma”

Yo:  Es el encargado de razonar con el paso del tiempo a la persona que nos  interesa. Intervienen nuestros sentidos, análisis critico  y  nuestro  grado de madurez.

Superyó: Es la instancia moral, aquí intervienen todos los factores posibles, nuestra cultura,  reglas sociales, prohibiciones  parentales, sociales, etc. Un ejemplo de ello es el Complejo de Edipo.

Como dato curioso:El amor comienza en la parte de la corteza cerebral, en ella intervienen segregaciones de dopamina en el área del hipotálamo.

Según artículos de National Geographic  cuando nos enamoramos tendemos a tener diversas reacciones como:

Deseo de reciprocidad.

Temor al rechazo.

Profundos pensamientos hacia otra persona que llegan a intervenir en nuestras tareas cotidianas.

Idealización del individuo.

Viene a mi mente un libro que describe los tipos de amor de Erich Fromm titulado “ El arte de amar.” El autor indica  diversos tipos de amor:

Amor materno:  Como su nombre lo indica, la fuerte relación de la madre hacia el bebé desde su vientre y la separación de ellos cuando da a luz.

Amor erótico: Posee la necesidad de estar con una persona en concreto, un factor importante es la voluntad.

El amor a si mismo:  El amarse a si mismo no es un factor de egocentrismo ni vanidad. Así que quien tenga la capacidad de amarse puede amar a los demás sin problemas.

El amor a Dios: Aquí se involucra también el amor de familia (amor filial) Este surge desde el momento que sabemos que existe algo en común. A mi conspiración debe ser el motor de nuestra existencia desde un principio hasta un final.

Te invito a amar todo lo que te rodea: La naturaleza, tus amigos, familia, a  alguien especial. Recuerda, todos ellos requieren respeto, atención  y voluntad. Así que…  ¡Atrévete a amar!

Por Mariell Díaz Zúñiga

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Imagen de: www.radiouas.org

Mariel Diaz Zúñiga

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