Existió un genio de la propaganda, el diminuto Joseph Goebbels al servicio de la Alemania nazi, y cuyos postulados se usan en todo el mundo como caballito de batalla ideológico, llámese izquierda, derecha, centro o hasta en los ilustres anarcos mexicanos que aparecen en el campo de batalla cuando hay que reivindicar la lucha contra el Estado.
En nuestro país estos días no es la excepción, aunque no se caiga en el viejo extremismo nazi pareciera que a veces las campañas políticas resaltan más los errores del rival que las propuestas propias. Las pocas que hay en este sentido no son nuevas y pasarán a ser las mismas promesas de siempre. Desde el eslogan que utiliza cada partido se refleja que nos quieren convencer como hizo Goebbels a su pueblo hace más de 65 años.
La primera vez que estuve en La Habana fue en 1994, entonces noté la diferencia de las bondades que se pregonan y la realidad. Esa hermosa y vetusta ciudad, en donde el tiempo se detuvo desde que triunfó la única revolución que ha puesto en jaque a Estados Unidos, las frases usadas para levantar el ánimo −a pesar de la enorme escasez de productos básicos que hay gracias al infame bloqueo y a la necedad de mantener un sistema que se había colapsado con la Guerra Fría− eran como predicar en el desierto.
La que más recuerdo es aquella de “Socialismo o muerte”, ilustrada con un joven Fidel Castro. Hay decenas en Cuba, con sus mártires Lenin, Marx, El Che Guevara, José Martí, Camilo Cienfuegos y otros. La apuesta del régimen está resumida en esa frase y durante más de cinco décadas ha preferido la segunda opción que la integra. Triste realidad cubana.
En México, los políticos y aspirantes a cargos de elección popular se llenan la boca con promesas y frases que nos recuerda el ultimátum cubano, desde la “Solución somos todos”, que se transformó por el ingenio a la “Corrupción somos todos”, hasta el “Voto por voto y casilla por casilla”, sin mencionar las frases que hay para cada diputación o presidencia municipal en juego. Palabras que se quedan en el aire y que en un futuro serán evidencia de lo que sólo sirvió nuevamente para vernos la cara.
Por desgracia, la labia es uno de los recursos que todavía da muchos adeptos, que en su mayoría pecan de ingenuos. Si aprendiéramos un poco de historia sabríamos quiénes se beneficiaron a través de falsas promesas y discursos fáciles. Si pudiéramos reflexionar otro tanto sobre la construcción y la sintaxis de los enunciados sería más simple conocer a los candidatos que nos verán la cara de nuevo. Por eso es importante conocer las propuestas de cada uno y evaluar quién sí va a cumplir antes de emitir nuestro sufragio. De lo contrario, el pez por su boca muere.
Imagen de: @Vikusan
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