Entre 2013 y 2014, tres sitios de grandes dimensiones emergieron en una zona ignota para la arqueología maya. Un grupo de especialistas liderados por el arqueólogo Ivan Šprajc, regresó hace poco a la parte norte de la Reserva de la Biosfera de Calakmul, en Campeche, para reconocer el área de influencia alrededor de Chactún, Lagunita y Tamchén, topándose con un paisaje altamente modificado por los mayas, donde podrían encontrarse pistas sobre su colapso en esta zona.
Šprajc, director del proyecto de investigación avalado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), es consciente del grado de preservación de este espacio cubierto por la selva baja y mediana. Salvo pocas huellas de reutilización de algunos monumentos en el periodo Clásico Terminal o Posclásico, varios siglos antes de la conquista española, los arqueólogos encontraron aquí un paisaje cultural “fosilizado”, abandonado hace más de un milenio.
El hallazgo inicial de Chactún con sus numerosas estructuras piramidales y palaciegas, y casi una veintena de estelas con jeroglíficos; y el posterior descubrimiento de Lagunita y Tamchén —la primera con una espectacular fachada que representa al monstruo de la tierra con sus fauces abiertas y una serie de monumentos esculpidos, y la segunda caracterizada por edificios alargados y numerosos chultunes dispersos en su superficie—, hicieron necesario comenzar a determinar su hinterland o zona de influencia.
En esta temporada de investigación que abarcó dos meses, el equipo de arqueólogos y geodestas con apoyo de gente local, lograron recorrer un área de más de 100 km². Se dirigieron a lugares de potencial interés ubicados sobre todo al norte de Chactún, espacios referenciados en los modelos de elevación del terreno, obtenidos en 2016 para un área de 200 km² mediante el uso del LiDAR (Laser Imaging, Detection and Ranging).
La adquisición de los datos fue realizada por el Centro Nacional de Cartografía Láser Aerotransportada (NCALM, por sus siglas en inglés), adscrito a la Universidad de Houston, en Texas, Estados Unidos.
En los productos derivados del uso del LiDAR y durante las verificaciones en campo, se constató “una densidad inusitada de conjuntos habitacionales, calzadas (sacbés), y modificaciones agrícolas como albarradas y terrazas, lo que indica una cantidad significativa de pobladores y —sospechamos— el advenimiento de tiempos difíciles para el periodo Clásico Tardío-Terminal, entre el 600-1000 después de Cristo, que hicieron necesario aprovechar el más mínimo pedazo de tierra.
“Prácticamente toda el área que recorrimos presenta terraceo, es decir que el trabajo modificó la forma natural del terreno, y fueron estas obras las que durante siglos permitieron la sobrevivencia a una población bastante numerosa”, explica el investigador del Centro de Investigaciones de la Academia Eslovena de Ciencias y Artes.
Lo anterior —abunda quien también fuera investigador del INAH— se observa en el manejo de los recursos hídricos: albarradas frecuentemente con canales, aguadas con terraplenes que reflejan mantenimiento o excavación, canalizaciones en los bajos, etcétera, modificaciones que si bien pueden encontrarse en el sur de Quintana Roo y sitios como Caracol, en Belice, tampoco proliferan en todas las Tierras Bajas Mayas.
Con los modelos derivados de la técnica LiDAR pueden hacerse análisis para establecer, por ejemplo, las relaciones entre la densidad de ocupación y ciertos rasgos del medio ambiente, patrones de los flujos de agua naturales y aspectos que reflejan su manejo, detalla el arqueólogo Luis Torres Díaz, colaborador del proyecto.
“Incluso a partir de Sistemas de Información Geográfica pueden hacerse cálculos de densidad, cuántas personas pudieron residir en estos espacios. Asimismo, estas alteraciones artificiales del terreno nos hablan de la explotación de ciertos recursos, de manera que se puede definir cómo fueron modificando cada una de las pendientes y las áreas, caso de los bajos, que no se prestaban para habitación”.
Pese a la exactitud de los datos obtenidos mediante el LiDAR, ciertas características de las estructuras y la presencia de monumentos, como estelas y altares, sólo pueden verificarse en campo. Tanto Ivan Šprajc como el doctor Octavio Esparza, investigador del Centro de Estudios Mayas de la UNAM, comentan que esta zona, en el norte de la Reserva de la Biosfera de Calakmul, tiene varias peculiaridades.
“Encontramos cierta continuidad con los estilos arquitectónicos de las regiones Río Bec y Chenes, que ocupan la parte oriental de Campeche y porciones adyacentes de Yucatán y Quintana Roo. Lo anterior se ejemplifica en la fachada zoomorfa de Lagunita, muros con bloques de piedra finamente labrados y torres gemelas; pero hay aspectos sorprendentes: construcciones piramidales poco comunes en la región Río Bec y conjuntos de estructuras relativamente pequeños pero con gran cantidad de canchas de juego de pelota —cada pueblito tenía su juego de pelota, algunos hasta dos—, lo cual es raro en las Tierras Bajas Centrales.
“En cuanto a la configuración de los grupos arquitectónicos se notan distinciones, pues en la parte norte del área recorrida hallamos plazas cerradas por estructuras continuas, más o menos cuadrangulares, con esquinas redondeadas”, relata Šprajc.
De acuerdo con el epigrafista Octavio Esparza, también fue sorprendente la gran cantidad de piedras cilíndricas —con un diámetro promedio de 50 cm— ubicadas en las plazas y alineadas en grupos de tres o cinco, o formando un círculo, cuya función no se ha podido establecer hasta el momento. Otro rasgo inusual, aunque previamente encontrado en Lagunita, lo representan los altares cuadrangulares con tambores de piedra como soportes.
“Durante esta temporada registramos sólo tres monumentos esculpidos, al parecer del periodo Clásico Tardío: un par de altares con textos jeroglíficos y la representación de un gobernante y una entidad descarnada, respectivamente, además de una estela también con la imagen de un personaje importante, cuya iconografía y forma es parecida a otra del sitio de Pechal, localizado a poca distancia al noreste del área recorrida”.
Estos tres monumentos, refiere el también arqueólogo, se suman a los cerca de 25, también labrados, que se registraron entre 2013 y 2014 en Chactún, Tamchén y Lagunita.
“Si bien, la cantidad de inscripciones descubiertas es escasa, refleja este interés que tuvieron las élites locales de darse a conocer. Lo interesante es que hasta el momento no hemos hallado alguna que haga referencia a la dinastía Kaan que gobernó Calakmul y que influyó en varias regiones, esto podría indicar que ésta no tuvo injerencia en esta zona relativamente cercana a su asiento”.
El doctor Ivan Šprajc concluye que por ahora “tenemos más preguntas que respuestas” sobre el área de influencia alrededor de Chactún, Lagunita y Tamchén. Después de todo sólo se tiene idea sobre un área de 200 km², “mientras que la región circundante que permanece arqueológicamente desconocida rebasa 3,000 km2”.
Las investigaciones de 2017 del proyecto Paisaje Arqueológico y Dinámica Cultural en el Área de Chactún, Campeche, fueron financiadas por la Agencia Eslovena de Investigaciones Científicas, Ken & Julie Jones Charitable Foundation (Estados Unidos) y con apoyo de empresas privadas.
Con información de: inah.gob
Imagen de: inah.gob