El fin de semana vi una película muy interesante sobre una etapa de la historia que suele pasar desapercibida. Trata de los esfuerzos del Primer Ministro de Inglaterra, Neville Chamberlain, por ganar tiempo y negociar un acuerdo de paz con Hitler a cambio de permitir que Alemania se anexara una parte de Checoslovaquia. La película se llama “En Vísperas de una Guerra”, se la recomiendo ampliamente, está en NETFLIX.
Una escena en particular me trajo al presente mexicano: estaban 2 jóvenes amigos graduados de la Universidad de Oxford, uno inglés y otro alemán, discutiendo sobre las elecciones en las que Hitler iba a resultar electo en 1933. El escenario es un bar lleno de jóvenes alemanes que al unísono apoyaban a Hitler, al grito de que “con él volveremos a sentir orgullo de ser alemanes”. Ante los argumentos del peligro que advertía el inglés por el discurso de Hitler, el amigo alemán respondía con vehemencia y hasta con violencia, igual que cualquier fanático simpatizante de López Obrador. Ese diálogo ha ocurrido miles de veces en México y va a ocurrir otras tantas en 2024.
Frecuentemente me mandan mensajes en Facebook en donde me descalifican y hasta insultan por los textos de mis columnas. Gente que apoya al presidente López Obrador y no tolera lo que escribo ¿De dónde surge esa violencia? No parece lógico que una persona insulte a otra, en público, sin conocerse personalmente y sin temor a hacer el ridículo, todo por no coincidir con sus ideas.
Les he querido preguntar a esas personas a qué López Obrador apoyan. Porque en 2018 era uno con un discurso y en 2023 es otro, con otro discurso y otros hechos que contradicen lo que afirmaba en 2018.
Entonces, a la luz de la evidente contradicción, solo cabe concluir que el apoyo al presidente surge de impulsos emocionales que avaden las fronteras de la razón.
Hagamos un breve análisis comparativo más no exhaustivo.
Propuso que por el bien de México, primero los pobres. Hoy hay más pobres de los que había en 2018. La pobreza extrema creció en más de 4 millones de personas en solo 4 años del gobierno actual. No solo ha logrado eso, sino que ha cancelado o debilitado todos los programas públicos que apoyaban a los pobres a salir de su condición, desde la educación y la salud pública, hasta las guarderías o las escuelas de tiempo completo. En ese mismo tiempo, los ricos de verdad, esos pocos multimillonarios solo se han hecho más ricos de lo que eran antes de este gobierno. Según la revista FORBES, la fortuna de Carlos Slim creció de 81 mil 200 millones de dólares en 2022 a 93 mil millones de dólares un año después.
Afirmó que iba a pacificar al país, que la seguridad volvería a las calles y que los militares regresarían a los cuarteles. Después de 4 años, México tiene 8 de las 10 ciudades más violentas del mundo, rompió récord histórico de homicidios dolosos, los militares siguen en las calles y además controlan espacios que antes estaban reservados a civiles.
Aseguró que la corrupción se terminaría porque las escaleras se barren de arriba hacia abajo. Pues en este gobierno rompió récord del evento de máximo desfalco al erario con 15 mil millones de pesos en SEGALMEX. Los hijos, hermanos, parientes y colaboradores cercanos al presidente han estado involucrados en actos que serían perseguidos como delitos en cualquier parte del mundo civilizado. Además, hay más opacidad en el actuar de las autoridades, desde la Presidencia de la República se bloquea cualquier intento de transparentar el ejercicio del presupuesto público.
Se comprometió a hacer crecer la economía al 4 por ciento anual en promedio, que se generarían empleos mejor pagados y que todo sería prosperidad con justicia social. La realidad es que la economía no ha crecido ni siquiera al ritmo que crecía en el anterior régimen, tampoco ha aumentado la generación de empleos y en estos años se incrementó la pobreza laboral, significa que hay más gente que tiene trabajo y lo que gana no le alcanza para satisfacer sus necesidades básicas.
Afirmó que no cancelaría el aeropuerto de Texcoco, que no habría expropiaciones en su gobierno, que habría Estado de Derecho y garantías para la inversión. La realidad es que México ha deteriorado su puntaje en el ranking mundial de Estado de Derecho elaborado por el WJP (World Justice Project), en 2022 el país ocupó el puesto 115 de 140 países evaluados, contra el 113 que tenía en 2021 y el 92 en 2018. Canceló el aeropuerto de Texcoco sin importar el grave daño ocasionado a las finanzas nacionales, a la confianza de los inversionistas y a la infraestructura aeronáutica nacional. Esta semana el gobierno expropió FERROSUR, lo que afirmó que nunca haría y hoy tiene en vilo la compra de BANAMEX por un grupo de inversionistas mexicanos con Germán Larrea al frente, dueño de FERROSUR.
Dijo que fortalecería a las instituciones de la República, la división de poderes y juró respetar la Constitución. Pues nada de eso ha hecho sino todo lo contrario. Aplaude y estimula todas las acciones tendientes a coaccionar el trabajo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Emprendió una campaña en contra de los organismos públicos independientes, entre ellos el INE y el INAI, porque detesta los contrapesos al poder y la rendición de cuentas. Señala y descalifica a jueces y funcionarios que no son complacientes con su voluntad.
Llegó al Palacio Nacional en un jetta blanco, ahora se transporta en varias Suburban blindadas.
Sin resultados, sin coherencia entre el decir y el actuar, sin un proyecto claro de país, solo provisto de un discurso que impone la agenda pública, es como logra mantener su popularidad. Por eso me pregunto ¿Los seguidores de AMLO lo hacen porque respaldan lo que hace o porque los hace sentir bien con lo que dice?
Al igual que en la Alemania de 1932, un candidato provisto de un discurso “mágico” fue capaz de hacer sentir bien a un pueblo educado y culto, lo hizo al grado de conducirlo a una guerra fratricida.
Usted y yo, amable lector, bien haremos en evitar las discusiones con personas fanáticas de López Obrador. Si usted es una de esas personas que siente como un agravio personal lo que se dice del presidente de México (por ejemplo este texto), absténgase también de discutir con personas que no piensen como usted, ya que el riesgo de que cometa un error es muy elevado.
En vísperas de la guerra electoral que se avecina, hágame caso, no vale la pena pelear con insultos ni descalificaciones. Hagamos país que México es mucho más grande que sus políticos.