Solemos relacionar el paro cardiaco con algo súbito, que no da síntoma alguno hasta el momento en que, fatalmente, se produce. Sin embargo, no siempre es así. El cuerpo puede avisar durante las semanas previas de que algo no marcha bien y lo hace de muchas maneras, según pudieron comprobar investigadores del Instituto del Corazón del Cedars-Sinai, en Los Ángeles (EE. UU.).
Algunos de los signos que aparecen hasta un mes antes son evidentes: dolor en el pecho o abdominal, dificultad para respirar, palpitaciones, disminución repentina de la presión arterial y pérdida de conciencia. Otros síntomas más generales, como el dolor de espalda o las náuseas y vómitos, pueden responder a un problema cardiaco o de otra índole, pero en cualquier caso deberían ser dignos de ser valorados por un médico. Y el problema, según los investigadores, es justo ese: que las señales se ignoran y no son analizadas debidamente por un profesional.
Las consecuencias en estos casos inadvertidos son nefastas, porque la mortalidad se dispara. De las 68.000 personas que sufren un infarto al año en España, 27.000 mueren antes de llegar al hospital y ser atendidos.
La singularidad del estudio reside en que la relación de síntomas se obtuvo después de preguntar no solo a enfermos, sino también a personas de su entorno, que tampoco dieron importancia a esas señales. Esto debe llevar, sostienen los especialistas del Instituto del Corazón del Cedars-Sinai, a estrategias de prevención que impliquen tanto al ámbito familiar como al laboral.
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