Por Victor Manuel García Santiago
Renovarse o morir, es uno de los postulados que generalmente toda persona y empresa siguen para adaptarse a los nuevos tiempos, incluso gobiernos dictatoriales han tenido que cambiar.
Hace un par de semanas en la UNAM tuvimos conferencias sobre los nuevos medios y su papel en la transformación social e informativa. En la mesa que moderé tuve el placer de conocer a Ricardo Dávila, especialista en cuentas empresariales y analista de medios electrónicos. Entre otras cuestiones en común, trabajamos -en diferentes tiempos- para el que fuera uno de los mejores diarios del país: La Jornada, del que pudimos comentar su situación actual.
Los grandes medios tradicionales ya no existen como los conocimos: El Universal es el diario más longevo y se renovó completamente, sigue siendo el más vendido, pero por su sección El Aviso Oportuno, ventaja de editarse en una ciudad donde el desempleo es muy alto. Excélsior, al que le agregan el calificativo de “el nuevo”, es ni sombra del que quizás haya sido el mejor periódico mexicano, la línea editorial deja mucho que desear y es un boletín gubernamental.
Foto: Gabriela Vélez
A La Jornada los cambios nunca llegaron. Sus articulistas han criticado duramente a “la mafia en el poder”, pero nunca a la de adentro; la camarilla de directivos se apoderó del periódico desde hace un par de décadas con sueldazos, mientras a los periodistas les han recortado casi la mitad del salario en los últimos meses. Por eso su sindicato ha emplazado a una huelga esta semana, en la que los patrones no pretenden ceder. Hay una gran probabilidad que acabe un proyecto informativo que dejaría a muchos en la calle.
Basta abrir el diario impreso para contar el magro número de anunciantes, el sitio de internet no ha cambiado desde que abrió en 1995, sin un diseño agradable ni de fácil navegación y el único punto positivo es su hemeroteca digital de fácil acceso. Se dejó morir al diario, de acuerdo con el testimonio de Dávila ante la propuesta, en su momento, de una apertura completa hacia las nuevas tecnologías, la respuesta fue: “nuestro periódico es para las viejas generaciones”.
Hace un par de años se supo de la crisis, en ese entonces sugerí que la sociedad civil rescatara el diario, como la inversión que se hizo para su fundación en 1984. La propuesta fue apoyada y difundida por otro jornalero de corazón, Jaime Avilés, pero no se dijo más y el miedo de hablar de muchos trabajadores los obligó a decir que no había crisis. Hoy que tienen el agua hasta el cuello se vislumbra un panorama complejo.
En México se necesitan medios que balanceen la oferta informativa y editorial, la red se ha encargado de eso, aunque abundan muchos de mala calaña que desinforman. Espero que la organización de los jornaleros sea buena en la migración o creación de otro medio independiente, tan necesario contra la aplanadora priísta.
Pregunta para el diablo
¿Cuándo pondrán a remojar sus barbas la radio y Tv?
Imágenes de: Gabriela Vélez