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Lunes, 13 Julio 2015 18:17

El corredor que también se fugó

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Aquel hombre había estado atrapado 7 años en esto que llamamos correr, conoció cientos de lugares y personas e incluso satisfacciones como ninguna otra actividad en su vida, (él así lo afirmaba) corrió 12 maratones en distintos lugares, incluso venció el sobre peso,algo que desde joven lo atormentó e hizoenfrentar la burla de los demás, se puede decir que sus horarios, trabajo, familia y en si su vida giraban alrededor del running.

Padre de una hermosa hija de 8 años y una esposa de firmeza y encanto, quien lo llegará a conocer no lograba encontrar algo más en su vida porque él simplemente era lo único que dejaba ver;-al corredor- sus redes sociales hablaban de un monologo llamado correr.

-Era pues momento de fugarse-

Como toda actividad buena o mala que se realiza paulatinamente, el cuerpo y la mente cada día van necesitando más, aquel corredor pasó de la tan llamada pasión a la obsesión, y era simple:

El tiempo se acortaba para la familia y se prolongaba para las corridas, el dinero fluía sobre ríos para tenis, carreras o equipo, pero las deudas del hogar cada vez se acentuaban más.

Había que planear fiestas con amigos o peor aún las de su propia familia, sin que éstas se prolongaran para que no estropearan su corrida larga.

Inconscientemente comenzó a ver a su esposa con desdén, aunque lo apoyaba, no compartía el gusto por correr, y quizá eso le hacía desear estar con alguien que si le gustara correr.

Su esposa era psiquiatra y trabajaba en una clínica para drogadictos, y fue que una mañana de domingo accionó el botón de alarma, él tenía varios días sin correr por lesión, ella al ver su desesperación, apatía, tristeza e irritabilidad, el cuadro le pareció muy similar a la etapa de abstinencia de un drogadicto.

-Se podría decir que aquel corredor sin sentir se había convertido en uno, pero uno arriba de un par de tenis-

Las pláticas de pareja para exponer la situación poco tuvieron aceptación, en cambio la situación se agravó con su próximo ultra maratón, por lo cual como todo adicto la dosis creció, y todo lo demás también se acentuó, deudas, abandono, privaciones, las pláticas ahora más energéticas ya no hacían eco en su cabeza, ya no era simplemente como esposa entender y apoyar, sino que como todo adicto no lograba entender dentro de su loco mundo lo que pasaba atrás.

Ya no sólo era las situaciones familiares, sino las físicas; rodillas, huesos y demás órganos implicados empezaron a dar cuenta de su obsesión, pero lamentablemente nada de esto logró cambiar su entender, hasta que cierta mañana después de su corrida larga el corredor llegó a su casa en donde encontró una carta…

-Su estúpida obsesión lo había dejado solo-

Al principio no lo creyó, la dosis de endorfinas de esa mañana lo mantuvo estable unas horas, pero al pasar la desesperación llegó, la situación se agravó cuando en ningún lado las encontró; -Sin duda había perdido su familia-

Con el paso de los días la situación no mejoró, había que dar un golpe de timón y así fue lo que sucedió, miró los espacios vacíos de su casa, los recuerdos que hablaban en silencio, y uno de ellos le recordó del por qué algún día empezó a correr, y fue simple de recordar…

-Para fugarse de una realidad en la cual no quería estar, de llenar vacíos emocionales a través de correr-

Así el corredor comprendió que se había fugado de la prisión que representaba su vida en ese entonces, lo hizo; pero tristemente sin darse cuenta corrió a la prisión que lleva por nombre obsesión.

Era otra vez momento de fugarse… pero ahora del running, de que llegara a su final, un final similar como algún día lo fue; ir a la escuela, estar en un trabajo, una relación o peor aun cuando alguien querido muere, y su familia estaba en terapia intensiva, porque la vida misma es un ciclo que recorres y un día llega a su final y en esto de correr también algún día tiene que suceder.

El proceso de escape fue paulatino y con apoyo hasta de un psicólogo, no es que haya escapado tajantemente de las actividades deportivas, simplemente fue alternar otras a la corrida, y siempre viendo al personaje del corredor, tan igual como lo es el de esposo, padre, hijo o amigo.

Con mucho esfuerzo y apoyo aquel corredor logró que aquella enferma obsesión volviera a ser una sana pasión.

-¿Y tú… a cuál carrera te inscribiste ya, a la de la pasión u obsesión?-

Korridori Merino

 

Edgar Merino

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