En una de las escenas clásicas del cine, Rocky se mete al frigorífico a pegarle a media res en canal como parte de su preparación. En la política local también hay punching bag. Emilio Chuayffet Chemor —en algún tiempo flamante secretario de Gobernación cuando surgió el EZLN— fue resucitado por el presidente; representa al viejo partido de prácticas rudas y sucias que quizás ahora ya no se vean elocuentemente, pero que se disfrazan en una guerra sucia de baja intensidad. Cuando fue anunciado el gabinetazo se le colocó en la cartera más complicada de esta administración, por encima de muchos otros con mayor mérito.

En esos días de 2012, se predijo que llegaría con mano dura para contrarrestar el poder del mafioso, rico y sectario Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), cuya dirigente en ese entonces Elba Esther Gordillo (quien firmaba con grado de maestría sin tener al menos uno de licenciatura) presumía de tronar los dedos a todos los titulares de la SEP. Fue paciente y preparó el golpe contra la dirigencia que Carlos Salinas de Gortari impuso en la primavera magisterial de 1989, al quitar un peón que ya no le servía: Carlos Jonguitud Barrios.

También, decían las malas lenguas, la disidencia magisterial debía ser controlada. La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (miembro activo del SNTE, que recibe las cuotas de más de 200 mil agremiados en los estados donde  tiene presencia) sería la cereza del pastel. Sin embargo, ha tomado acciones con cautela y hasta les ha pagado por no trabajar; quizá prepara un golpe decisivo si es que el desgaste de esa organización no le da para más.

Y es que después del aviso preelectoral de suspender “indefinidamente” el examen a los profesores, que causó gran controversia en diversos círculos políticos y sociales, 10 días después —mañosamente—  dijera “siempre no”. Luego, “llueva o truene” se realizaría la prueba, y para ponerle más sabor al caldo metió a su jefe en el ojo del huracán: “quien se opone a la evaluación ofende al presidente”. Es probable que le hayan ordenado que por fin diera la cara y asumiera su papel, no el del gran reformador ni el de quitar dirigentes incómodos: recibir y parar los guamazos que vayan directo al presidente.

No es de extrañarse que un evento oficial celebrado el lunes 22 de junio en Jalisco, con la presencia del mismo Enrique Peña Nieto, el secretario fuera abucheado sin que nadie lo defendiera; los engranes de la reforma educativa-laboral de EPN volvieron a girar y quizás estemos por ver al viejo político en su último puesto público antes de que alguien más lo releve, una vez que el costal se haya descosido, antes de la recta final del sexenio.

Pregunta para el diablo

¿Cómo aprueban el semestre los normalistas de Ayotzinapa si nunca asisten a clases?

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