Mucho se ha hablado de la reforma educativa, algunas de las cosas que se han dicho carecen de fundamento, otras son ciertas, algunos han sobredimensionado la información que hasta han provocado pánico en el entorno magisterial, otros tantos han aprovechado la desinformación para sacar raja política. Pero ¿cuál es la verdad de dicha reforma? Tal vez solo los autores del proyecto la sepan a ciencia cierta, sin embargo hay algo que si es muy claro, Capacitación=Evaluación y viceversa.
Es por ese motivo que la pregunta más recurrente es ¿qué es lo que más le preocupa al magisterio? La repuesta es la evaluación magisterial, por obvias razones sus resultados y consecuencias. Tantas han sido las especulaciones sobre este tema que ya se ha polarizado mucho.
Pues bien querido lector la mayoría de los que tuvimos oportunidad de acceder a educación profesional, nos hemos sometido a capacitaciones con el fin de conseguir ya sea mejores oportunidades, o bien para entender algún tópico que está en boga, en otras situaciones hasta es obligatorio certificarse para ejercer alguna profesión. Sin embargo los que nunca se preocuparon por actualizarse o prepararse para hacer frente a los retos de la cotidianeidad fueron los maestros (aunque tal vez no todos).
Hace ya muchos años inició un programa llamado carrera magisterial, entre sus principales objetivos destacaban el de elevar la calidad de la educación, estimular a profesores que mejoraran su desempeño en el aula, reforzar el interés por actualizarse, capacitarse y superarse, entre otros, a cambio de mejorar sus ingresos en pocas palabras, sin embargo, la carrera magisterial en muchos casos solo sirvió para beneficiar a los compadres y recomendados de los secretarios de educación de los estados y a los del sindicato, la corrupción se fue colando hasta lograr que dicho programa se desprestigiara y poco a poco los docentes fueran abandonando la esperanza de ser beneficiados por esa política, es por ese motivo por el que muchos dejaron de capacitarse, se percataron que era más fácil tener a alguien que les permitiera acceder a esos beneficios sin la necesidad de tomar cursos o diplomados, que hacer los exámenes para acreditar los niveles.
Pero fue hasta hace poco que con la llamada reforma educativa, se retomaron algunos temas, por ejemplo, para darle mayor autonomía y blindar a un nuevo esquema de política educativa se creó el Instituto Nacional para la Evaluación Educativa, lo que se busca con ello es evitar la corrupción y él compadrazgo que en líneas arriba describo.
Por otro lado, en esta reforma se implementó la evaluación magisterial como obligatoria, lo que permitirá en una primera instancia capacitarse para después ser evaluado, si en los resultados de esa evaluación se detectan algunas deficiencias, será obligación de la SEP brindar capacitación al docente para erradicar esas deficiencias para de nuevo someterse a otra evaluación, a ello me refería al inicio de la presente columna.
Sin embargo si el docente aun no es capaz de acreditar dichas evaluaciones, se le tendrá que dar la oportunidad de incorporarse a las labores administrativas de las secretarías de educación o en su caso a dejar la plaza, siendo esto último lo que le preocupa a la CNTE y otras organizaciones magisteriales, ya que así su coto de poder se ve seriamente amenazado.
Por último, si el estado a través de la SEP y el INEE generan condiciones óptimas para que esta política de mejorar el desempeño docente no se contamine, se van a generar mejoras importantes al sistema, pero si la evaluación pasa a ser como la mayoría de los casos un órgano coactivo, de control del magisterio y de beneficio a mis compadres todas los esfuerzos y bondades se irán por el caño.
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