El primer concepto que se enseña en la facultad donde se estudia periodismo o se hace un máster es que un periodista jamás debe ser protagonista; mientras menos se hable de él y más de su trabajo es indicador de que hace bien las cosas. En México los periodistas suelen acaparar los reflectores por diversas razones, algunas por el riesgo que representa la profesión, otras por usar el apellido para llamar la atención.
El affaire MVS-Aristegui se convirtió en una pugna que parece ir más allá de la relación empleado-patrón, y aunque la periodista indique que “nadie es dueño de una señal de radio”, los jefes sí contratan a quien le conviene; quizás bajo la sombra del reportaje ganador del Premio Nacional de Periodismo sobre la Casa Blanca ahora tenemos a una Carmen recargada, que amenaza, berrea y patalea.
La trayectoria de la periodista es digna de reconocer, no me consta que se haya ordenado el cese desde Los Pinos como tampoco creo que haya exista la censura que ella alega cuando hay demasiados canales para llegar a la audiencia. En lo personal, su estilo cercano al cantinfleo no me gusta; por lo mismo se pueden explorar otras opciones de noticias mañaneras. Lo que no puedo entender es cómo no ha podido ser contratada o, mucho mejor, levantar su propia estación.
Rock 101 ha sido quizás la mejor experiencia radiofónica en la historia de la radio mexicana; se centró en hacer a un lado la payola que inundó la radio comercial en la década de los ochenta del siglo pasado y renovó el más viejo de los medios colectivos con programación variada e ideas musicales, literalmente. Cuando la estación cerró por las medidas correctivas de la misma empresa en la que facturaba más que otras emisoras, la mente creativa detrás de ella, Luis Gerardo Salas, buscó alternativas para llevar el concepto a otros lados.
En 2009 Rock 101 on line invadió con mediano éxito y asiduos radioescuchas, ya no el cuadrante de la FM pero sí el nuevo medio colectivo por excelencia: la internet. Desde entonces ha demostró que la radio alternativa tiene espacio y no es indispensable aferrarse a las directrices ni a los yugos empresariales.
Con todo sobre la mesa, Aristegui puede solicitar una ayuda de sus fieles seguidores y montar su propia estación, si ya tiene una página muy visitada en la red sólo es cuestión de adaptaciones técnicas y volver al aire. Las puertas sólo se cierran para los tercos que creen tener la razón en todo.
En el sexenio calderonista José Gutiérrez Vivó sufrió en carne propia el ahorcamiento publicitario por la presión del gobierno. El intento de su sitio vivoenvivo.com naufragó, pero el conductor no se quedó con los brazos cruzados. Si el afán protagónico genera más dividendos, entonces Carmen Aristegui va por buen camino.
Pregunta para el diablo
¿Algún día pagará Radio Centro la enorme deuda a Gutiérrez Vivó?
Imagen de:@Vikusan