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Miércoles, 04 Noviembre 2015 17:20

Al correr… tú tienes el poder

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Todo arrancó una mañana de domingo de maratón, y concretamente esto se cuenta dentro del cruel… kilómetro 36. Justo aquí se dieron cita-Diego y Said-tuvieron una especie de misión; apoyara todos los corredores que pasarían por ese crucial kilómetro.

La labor era ya conocida para Diego, un año atrás la había vivido en ese mismo maratón, -recuerda con tanto gusto la experiencia-que por eso invitó a Said, él siempre ha preferido hacer otro tipo de actividades pero aun así aceptó la invitación, así que ambos vivirían la increíble experiencia de repartir cientos de gajos de naranjas en cientos de manos de corredores.

-Y sobre todo los que han derrotado al viejo loco de 42, conocen el gran valor que tiene esa acción-

Ambos se repartieron las actividades previas: -cargar, lavar, picar, etc.Y minutos despuésrecibieron la señal; -¡Es hora de arrancar!- Diego comenzó a repartir los primeros gajos de naranja, tomaba algunos cuantos entre sus pequeñas manos y rápidamente se apostó al lado de la ruta, estiraba su brazo y gritaba a todos esos corredores, un profundo -¡Vamos!- Incluso llegó a correr al lado de algunos de ellos para darles uno de sus gajos, estos claro se esfumaban muy rápido de su mano, pero sin descanso él iba por más para regresar al mismo lugar.

A diferencia de Diego, Said se mostraba apático, no encontraba el verdadero fin de aquella actividad, hasta se decía; -¿Yo gritar?- -¡Qué pena me da!- si alguien tomaba los gajos de su mano; -que bueno, sino también-

Así fueron trascurriendo las cosas con Diego y Said en ese kilómetro 36. Frente a éste seguían pasando cientos de corredores, y fue entonces que pasó Sara, mejor conocida como Sarita, una corredora de 67 años, la cual había comenzado a correr tan sólo dos años atrás, y esa mañana:

-Debutaría en su primer maratón-

Pero su cara estaba envuelta en lágrimas, su paso se hacía más lento, parecía que el dolor le impediría terminar, Diego la observó y simplemente se conectó con sus enormes ganas de terminar ese su maratón, así que miró sus manos y entre éstas no tenía ningún gajo, se desesperó y sólo vio como Sarita lo pasó, pero Diego rápidamente le gritó a Said el cual estaba más adelante:

-¡A ella, a ella, tú tienes uno, dáselo a ella! Said con pena estiró su brazo y le entregó uno de sus gajos-

Sarita tenía millones de razones para no detenerse hasta llegar al final, pero hacerlo unos segundos para dar un profundo -¡Gracias!- puede ser una razón aún más poderosa, y así lo hizo ella, se detuvo frente a Said, miro sus ojos, tomó sus manos entre las suyas y le dijo…

-Gracias por estar aquí, porque más que darme un simple gajo, es darme un pedacito de tu corazón en mi mano, y si viene de un pequeño gran campeón, lo recibo con más emoción-

-Ella dio media vuelta, puso en su boca ese tan necesario gajo y con determinación aceleró el paso-

Sin querer, -ella había inyectado una gran motivación en Said-a tal grado que los gajos se hicieron insuficientes entre sus manos y sus ¡Vamos! eran cada vez más pronunciados, incluso hasta preguntó si el año entrante podía volver a ese kilómetro 36, pero lo que más le emocionó es que quizá algún día…

-El también será un corredor-

Discúlpame runner lector, siempre cometo el mismo error, no te dije quiénes son Diego y Said, se trata de mis sobrinos, dos niños de 7 y 13 años respectivamente, yo estuve en ese kilómetro 36acompañándolos con unos cuantos gajos, y al ver todo esto sin duda me hizo pensar que al correr…

-Tú tienes el poder-

Sí… el poder de transformar la vida de alguien más con tan sólo verte correr, y no sólo sucede con ese ejemplo que das, -sino con tus acciones de humildad- cuantas veces nos hemos quejado de que en nuestras carreras no hay suficiente gente apoyando cada uno de nuestros pasos, quizá nos ha faltado olvidarnos un poco del reloj para detenernos a regalarles una sonrisa o un profundo gracias.

-¡Qué más da hacer 30 segundos más!-

Como corredores claro que necesitamos el reconocimiento de otros, -por eso lo posteamos- qué te hace pensar que la gente que nos va a apoyar no lo necesita para volver con una sonrisa a casa o mejor aún que motivados por nuestras acciones se decidan a correr,ahora imagina que lo logras también en un niño, y no sólo lo puedes lograr durante una carrera, sino en cualquier corrida que te vean, porque recuerda:

-Al ser corredor no sólo tienes el poder sino el deber de motivar a alguien más-

Si eres una de esas corredoras o corredores que sonríen, agradecen o se ha tomado un tiempo para envolverse entre las emociones de la gente; -¡Mis respetos!- yo también te doy gracias y un gran aplauso, porque seguro ya motivaste a que alguien más...

-Diera su primer paso-

-Compártele este agradecimiento a esa persona que con su poder y quizá hasta sin querer te motivo a correr-

-Por leerme… mil kilómetros de gracias-

KORRIDORI MERINO

Edgar Merino

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