Andreas González Vargas
Estudiante Ciencias Políticas IBERO Puebla
A 21 años de consumarse el asesinato de Luis Donaldo Colosio en Lomas Taurinas, aún persisten las dudas sobre este artero crimen. La teoría de que Mario Aburto fue “el asesino solitario” no convence, hoy por hoy, a la gran mayoría de los mexicanos, pues prefieren creer en la teoría de “una conspiración fraguada desde las más altas esferas del poder de ese entonces”.
Las sospechas recayeron en el aspirante presidencial Manuel Camacho Solís, quien se había negado a reconocer la candidatura de Colosio (actualmente es Senador de la República postulado por el PRD); pero particularmente se sospechaba -y se sigue sospechando- en el Ex Presidente Carlos Salinas de Gortari, a quien en el imaginario colectivo se le acusó de “orquestar el complot”, a través de su Jefe de Asesores José Córdoba Montoya, de quien se dijo que dirigió “una campaña contra la campaña de Colosio”. Se decía entonces que la relación entre Colosio y el Presidente Salinas se hallaba seriamente deteriorada, pero la idea de sustituir al candidato fue el discurso pronunciado por Colosio el 6 de marzo de 1994, durante la ceremonia del 65 aniversario del PRI, que provocó una reacción adversa de los grupos conservadores priístas pues según ellos lesionaba la imagen del Presidente. Citamos algunos fragmentos: “Es la hora de reformar al poder, de construir un nuevo equilibrio en la vida de la República”; “Sabemos que el origen de nuestro males se encuentra en una excesiva concentración de poder”; “Nuestras elecciones, y lo digo con pleno conocimiento, no tendrán vergüenzas que ocultar”; “Los tiempos de la competencia política de nuestro país han acabado con la presunción de la existencia de un partido de estado”.
A lo largo de estos años se designaron a cuatro fiscales especiales para el esclarecimiento del crimen, se siguieron 27 líneas de investigación, se desahogaron 300 sospechas en casi dos mil declaraciones concentradas en 68 mil fojas. Declararon tres expresidentes: Ernesto Zedillo (en funciones), Carlos Salinas y Luis Echeverría; así como dos exfuncionarios de alto nivel, Manuel Camacho Solís y José Córdoba Montoya; aunque las declaraciones recabadas por el fiscal Luis Raúl González Pérez no se publicaron nunca.
Actualmente todos los sospechosos se hayan libres por “falta de pruebas” y únicamente Mario Aburto, el autor material, ha sido condenado a 42 años de prisión. Después del magnicidio del 23 de marzo de 1994, Colosio fue remplazado por un candidato sustituto: Ernesto Zedillo (entonces Coordinador de la campaña de Colosio) muy allegado a Carlos Salinas de Gortari y de José Córdoba Montoya. Y a Manuel Camacho Solís, el Presidente Salinas le solicitó su renuncia como Comisionado para la Paz en Chiapas.
Consideramos que la muerte de Colosio daño seriamente a una generación de mexicanos que compartía afinidades y metas, de un proyecto modernizador y de una profunda democratización del Estado. Por ello a 21 años, la pregunta persiste, ¿Quién ordenó y se benefició con la muerte de Colosio?.
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