Los astrónomos aseguran casi con certeza que no hay lunas en las lunas de nuestro sistema solar. Pero eso no significa que sea físicamente imposible. La NASA por ejemplo ha lanzado con éxito naves espaciales en la órbita de nuestra luna, que arrojan luz sobre el funcionamiento de las leyes físicas.
Pero esto sigue pareciendo imposible. Aunque los astrónomos han localizado algunos asteroides con lunas, la presencia de un planeta padre dotado de una fuerte carga gravitatoria haría muy difícil que la luna pudiera controlar un satélite propio, asegura el astrónomo Seth Shostak. "Debería existir un amplio espacio entre la luna y su planeta", continúa. Orbitando lejos de este, la luna quizá podría soportar un satélite propio.
Unas condiciones similares podrían darse en sistemas solares alejados del nuestro, pero mientras que se han detectado cientos de exoplanetas (es decir, alejados de nuestro sistema solar), van a transcurrir décadas hasta que puedan observarse o detectarse exolunas, y mucho menos lunas de exolunas.
Nuestros actuales métodos de detección de planetas, como el de aprovechar el paso de uno de ellos por la trayectoria de una estrella, permiten divisar enormes planetas del tamaño de Júpiter, o planetas rocosos del tamaño de la Tierra, pero no sus lunas.
Incluso aunque los astrónomos consiguieren detectar una luna con su correspondiente satélite, probablemente no duraría mucho. "La fuerza de las mareas del planeta tenderían a desestabilizar la órbita de la segunda luna, lanzándola fuera de ella", afirma Webster Cash, profesor de la Universidad de Colorado. Una segunda luna es un fenómeno efímero.