El concepto de Inteligencia Artificial (IA) es amplio y no presenta una definición sencilla. A grandes rasgos, la inteligencia artificial se refiere a la capacidad de los ordenadores de realizar tareas complejas de forma autónoma y mejorar en ellas a través de un sistema de aprendizaje también autónomo.
Con frecuencia se asocia la inteligencia artificial con la capacidad de un ordenador para ‘pensar’ como una persona, aunque esta idea conduce a equívocos. En la actualidad, la inteligencia artificial es capaz de realizar tareas complejas que ninguna persona sería capaz de hacer, pero muchas otras tareas a priori sencillas para una persona quedan por completo fuera de su alcance.
Machine Learning
El machine learning se refiere específicamente a la parte de la inteligencia artificial dedicada al aprendizaje de las tareas que debe realizar. El machine learning, habitualmente, se realiza mediante herramientas como las redes neurales y la generación de algoritmos y, hoy por hoy, constituye una de las piezas fundamentales para la evolución de la inteligencia artificial.
Mientras que las primeras redes neurales y algoritmos de aprendizaje han sido diseñadas por programadores humanos, actualmente la inteligencia artificial posee la capacidad de evolucionar por sí misma sus propias redes neurales a medida que se desarrolla, lo que le permite “aprender a aprender”. Esta es una de las principales claves que marcará el desarrollo de la inteligencia artificial en los próximos años.
¿Hasta qué punto está presente la IA en nuestras vidas?
La inteligencia artificial está ya plenamente integrada en nuestro día a día sin que apenas nos demos cuenta, y está especialmente extendida en el ámbito de internet. La inteligencia artificial determina ya los precios de tus pasajes de avión, las ofertas que recibes de Amazon, la publicidad que ves mientras navegas e incluso la forma en que tu conexión es redirigida de un servidor a otro para optimizar el proceso de envío y recepción de datos en tus dispositivos.
En materia de salud, la inteligencia artificial está cada vez más presente en los procesos de diagnosis y en la elaboración de fármacos, mientras que en el ámbito del transporte está revolucionando los sistemas de conducción autónoma de Tesla Motors o Waymo.
¿Hacia dónde nos conduce la evolución de la IA?
En los próximos diez años podemos esperar una implementación mucho mayor de la inteligencia artificial en nuestras vidas, si bien las consecuencias de esto no están aún del todo claras. En materia de transporte, la IA puede traernos una revolución en la organización del tránsito global con semáforos inteligentes, vehículos autónomos y una mejor integración con el transporte público.
En el ámbito de la biomedicina, fármacos diseñados por ordenador y tratamientos personalizados aún más eficaces. En materia de seguridad informática, mejores VPN, antivirus y respuesta general ante las ciberamenazas. En ingeniería, diseños más eficientes y materiales sintéticos de mejores prestaciones. Y así la lista podría seguir, seguir y seguir.
¿Qué riesgos comporta la implementación masiva de la IA?
Uno de los riesgos más inmediatos está asociado a la pérdida gradual de puestos de trabajo que comporta la implementación de la inteligencia artificial para la realización de tareas que hasta ahora solo podían ser realizadas por una persona.
Sin embargo, este desplazamiento laboral no es exclusivo de la IA y ya se ha producido en diferentes momentos de la historia frente al auge de la automatización en las fábricas y en muchos otros ámbitos. En términos económicos, aunque es cierto que la IA reemplazará un cierto número de trabajos, se prevé que a su vez cree muchos otros y simplemente comportará un reciclaje de la población activa.
Para figuras como Elon Musk o Bill Gates, el auténtico riesgo de la inteligencia artificial pasa por la pérdida gradual de control que experimentaremos sobre los procesos de diseño y toma de decisiones en todos los ámbitos de la civilización humana, a escala global.
Ya hoy nos encontramos en una instancia donde determinados sistemas de inteligencia artificial han evolucionado hasta tal punto que operan de forma incomprensible para sus propios diseñadores. Funcionan de manera eficiente, pero esta pérdida de control sobre sus propias operaciones va cobrando el cariz de una espada de Damocles que pende sobre nuestras cabezas y que, en algún punto, puede terminar siéndonos muy perjudicial.