Las imágenes de los devastadores incendios amazónicos le dieron la vuelta al mundo el mes pasado, pero hoy los líderes mundiales analizan su destino en la ONU, en Nueva York a pesar de que la mirada mundial ya se centra en otros temas. Sin embargo, la mayor selva tropical del planeta sigue ardiendo.
Los últimos datos satelitales del Instituto de Investigaciones Espaciales (INPE) confirman que, con unos 131.600 incendios desde enero, Brasil -que alberga el 60% de la Amazonía- no había tenido tantos fuegos desde hace siete años.
Entre enero y el 19 de septiembre, pese a una ligera disminución desde principios de este mes, Brasil registró un aumento del 56% respecto al mismo período del año pasado en cuanto al número de incendios forestales, casi la mitad de los cuales (47%) afectan a la Amazonía.
En su mayoría provocados, los incendios pretenden despejar el terreno para la cría de ganado y la agricultura en el marco de una deforestación galopante. En la extensa Amazonía brasileña, la tala de árboles casi se ha duplicado desde la llegada al poder de Jair Bolsonaro en enero, a un ritmo de 110 campos de fútbol por hora.
“Es triste ver a los brasileños atacándome por los incendios en la Amazonía, como si no hubieran existido siempre”, dijo Bolsonaro.
“Nos mantenemos por debajo del promedio de los últimos 15 años, pero se me acusa de ser un Nerón que cala fuego en todas partes”, agregó.
Bajo presión del último G7, en Francia, cuyo anfitrión fue el presidente Emmanuel Macron, Bolsonaro, un escéptico del cambio climático, envió al ejército a la Amazonía a finales de agosto, una decisión que fue prolongada el pasado viernes hasta el 24 de octubre.
Como parte de esta ‘Operación Verde’, casi 7.000 soldados aún luchan contra las llamas, con la ayuda de 16 aviones. Y también combaten la “deforestación y la minería ilegal”, aseguró el Ministerio de Defensa.